¡°El confinamiento, aqu¨ª, se puede hacer en la calle¡±
Los pueblos peque?os viven m¨¢s relajadamente el aislamiento, pero sufren por la precariedad de los servicios sanitarios
El confinamiento no pasa de largo de los municipios peque?os. En sus calles no hay muchos ojos para vigilar ni tantos labios para delatar, pero ante la suposici¨®n de que lejos de las grandes urbes el obligado encierro dom¨¦stico podr¨ªa ser m¨¢s relajado, los vecinos de los pueblos reclaman no ser invadidos por visitantes de fin de semana y defienden que acatan el aislamiento con responsabilidad. Caer en la tentaci¨®n de saltarse la prohibici¨®n no sale gratis. Hace unos d¨ªas, los Mossos d¡¯Esquadra levantaron acta sancionadora contra siete j¨®venes que estaban jugando un partido de f¨²tbol en una pla...
El confinamiento no pasa de largo de los municipios peque?os. En sus calles no hay muchos ojos para vigilar ni tantos labios para delatar, pero ante la suposici¨®n de que lejos de las grandes urbes el obligado encierro dom¨¦stico podr¨ªa ser m¨¢s relajado, los vecinos de los pueblos reclaman no ser invadidos por visitantes de fin de semana y defienden que acatan el aislamiento con responsabilidad. Caer en la tentaci¨®n de saltarse la prohibici¨®n no sale gratis. Hace unos d¨ªas, los Mossos d¡¯Esquadra levantaron acta sancionadora contra siete j¨®venes que estaban jugando un partido de f¨²tbol en una plaza de Prat de Comte, el pueblo m¨¢s peque?o de la Terra Alta. Otra patrulla mult¨® a un hombre que sali¨® a estirar las piernas por Cornudella de Montsant, en el Priorat.
En Prat de Comte viven un centenar de vecinos. El pueblo adquiri¨® cierta fama en 2015 al publicar el Ayuntamiento un anuncio en el que ofrec¨ªa casa y trabajo a las familias con hijos en edad escolar que se instalaran all¨ª. Era una maniobra para tratar de evitar el cierre de la escuela. Salvaron el colegio, pero Prat de Comte sigue sin desembarazarse de la amenaza del abandono. Est¨¢ situado entre Tortosa y Horta de Sant Joan, a los pies del macizo dels Ports, completamente rodeado de monte.
¡°Habitualmente ya es raro que si sales a la calle te cruces con alguien, pero igualmente la gente est¨¢ concienciada y se siguen las indicaciones¡±, cuenta David Pons. ?l y su pareja conviven con tres ni?os peque?os. ¡°Aguantarlos encerrados en casa, imag¨ªnate lo que cuesta¡±, dice David. ¡°Creo que no pasar¨ªa nada si nos fu¨¦ramos por los caminos de detr¨¢s de la escuela o hacia la Fontcalda, porque no nos encontrar¨ªamos con nadie¡±, indica, antes de afirmar que prefiere evitarse problemas. ¡°Si me pillasen los Mossos me caer¨ªa una multa, y merecida¡±.
La concienciaci¨®n vecinal se aprecia tambi¨¦n en la peque?a tienda de comestibles que hay junto a la carretera. ¡°Aqu¨ª todos tenemos congelador grande y una despensa, pero si da la casualidad que falta algo, en la tienda lo encuentras¡±. El colmado solo abre por la ma?ana y el aforo se limita a dos personas. Frente a la puerta, los clientes hacen cola dejando un hueco entre ellos. ¡°Charlamos a distancia mientras esperamos el turno¡±, dice David.
En la Terra Alta, seg¨²n el Idescat, m¨¢s de un 40% de la poblaci¨®n ha cumplido los 65 a?os. Maria Jos¨¦ Palomar regenta desde hace 18 a?os la farmacia de Arnes, en la misma comarca. ¡°Esta es una zona de riesgo porque el porcentaje de gente mayor es alto¡±, dice. Constata que la obligaci¨®n de confinamiento se sigue al pie de la letra. ¡°Se ve el pueblo m¨¢s triste, porque no hay casi nadie por la calle, no se forman ni los habituales grupitos de mujeres hablando delante de la panader¨ªa¡±.
Opina que los vecinos, unos 400, est¨¢n ¡°concienciados¡± y ¡°ni los que salen a pasear el perro se van muy lejos¡±. Dando una corta caminata enseguida se dejan atr¨¢s las calles del pueblo y se puede llegar a parajes naturales tan atractivos como la Capelleta o el Toll de Vidre. ¡°Yo pensaba que la gente s¨ª ir¨ªa a andar por ah¨ª, pero salen lo justito¡±. La farmac¨¦utica se?ala que, m¨¢s all¨¢ del poder intimidatorio de las rondas de los Mossos, ¡°tenemos mucha gente mayor en el pueblo, y hay miedo de contagio¡±. Prueba de ello es la falta de mascarillas y de guantes que hay en la farmacia, donde incluso se ha agotado el alcohol de 96 grados. ¡°Como me qued¨¦ sin soluci¨®n hidroalcoh¨®lica, la gente ha recurrido al alcohol de botiqu¨ªn, y eso que yo les digo que se lo guarden y que para lavarse las manos utilicen agua y jab¨®n. Si hay alguno muy mani¨¢tico que ponga un par de gotas de lej¨ªa¡±.
En el Priorat, el Consejo Comarcal y los ayuntamientos han pedido que se impida la llegada de gente que acude a segundas residencias o a domicilios de familiares. En un comunicado se pon¨ªa de relieve que en los pueblos hay una elevada tasa de envejecimiento de la poblaci¨®n, y se alud¨ªa a la ¡°precariedad¡± de los servicios sanitarios. Una mezcla que convierte al Priorat en un territorio ¡°especialmente sensible¡± frente al coronavirus. Siurana es una de las perlas de Priorat. Apenas hay una veintena de residentes pero el pueblo tiene un potente atractivo tur¨ªstico y la llegada de visitantes suele ser constante y masiva. Hasta el punto de que, a finales del a?o pasado, se instaur¨® una tasa obligatoria para quien quiera aparcar el coche y visitar el pueblo.
Con el coronavirus pululando libremente, el aparcamiento est¨¢ vac¨ªo y en Siurana solo hay silencio. ¡°La ventaja es que aqu¨ª podemos salir a la calle y no nos encontramos a nadie¡±, manifiesta Pau Escriu. Regenta el Hotel Siuranella y es padre de dos ni?os, de dos y cuatro a?os. ¡°No los saco por responsabilidad¡±, indica. Y tambi¨¦n, confiesa, porque tiene un jard¨ªn de ¡°500 metros cuadrados de c¨¦sped¡±. Nacido en Sant Quirze del Vall¨¨s, hace once a?os que se instal¨® en Siurana.
Habla con conocimiento de causa cuando dice: ¡°No me imagino lo que tiene que ser mantener a los ni?os encerrados en un piso de Barcelona¡±. Reconoce que en Siurana ¡°el confinamiento se puede hacer en la calle¡±. El estallido del coronavirus le ha cancelado todas las reservas que ten¨ªa en el hotel para las pr¨®ximas semanas. Siurana est¨¢ ins¨®litamente vac¨ªo. Como contrapartida, Pau se plantea aprovechar la quietud para ense?arle a su hijo a montar en bici. ¡°Ahora que estamos tranquilos, quiz¨¢ aprovecho para quitarle los ruedines¡±