Informaci¨®n confinada
Una encuesta sit¨²a al Ej¨¦rcito y los Cuerpos de Seguridad como las instituciones mejor valoradas en esta crisis. Y casi el 90% de los espa?oles piensa que el ejecutivo debe seguir las propuestas de los expertos
La primera v¨ªctima de una guerra es la verdad. De ah¨ª que la informaci¨®n quede tocada de muerte. La substituye la propaganda, ¡°el arte de convencer a otros de algo en lo que no se cree¡±, seg¨²n Abba Eban. Sab¨ªa de lo que hablaba.
Considerado uno de los fundadores del Estado de Israel, fue miembro del servicio de inteligencia del Ej¨¦rcito Brit¨¢nico durante la Segunda Guerra Mundial. Se hizo cargo de las relaciones del Reino Unido con la Comunidad Jud¨ªa, asumi¨® la formaci¨®n y el equipamiento de una unidad clandestina especializada en insurgencia y sabotaje, se enrol¨® en el departamento de ...
La primera v¨ªctima de una guerra es la verdad. De ah¨ª que la informaci¨®n quede tocada de muerte. La substituye la propaganda, ¡°el arte de convencer a otros de algo en lo que no se cree¡±, seg¨²n Abba Eban. Sab¨ªa de lo que hablaba.
Considerado uno de los fundadores del Estado de Israel, fue miembro del servicio de inteligencia del Ej¨¦rcito Brit¨¢nico durante la Segunda Guerra Mundial. Se hizo cargo de las relaciones del Reino Unido con la Comunidad Jud¨ªa, asumi¨® la formaci¨®n y el equipamiento de una unidad clandestina especializada en insurgencia y sabotaje, se enrol¨® en el departamento de Informaci¨®n de la Agencia Jud¨ªa para la que fue observador de los debates sobre la cuesti¨®n palestina en Nueva York y pas¨® a ser el primer representante oficial del estado de Israel ante la ONU. Lo compatibiliz¨® con la Embajada de su pa¨ªs en los Estados Unidos. Con semejante experiencia a nadie se le escapar¨¢ que supo narrar los acontecimientos vividos desde la subjetividad de su mirada, la convicci¨®n de sus ideales y la fuerza e su inter¨¦s. Los documentos secretos desclasificados sobre la guerra de los Seis D¨ªas demuestran su capacidad ret¨®rica as¨ª como su facilidad tanto para la ¨¦pica como para la advertencia. Algunas de sus frases han quedado para la historia y muchos de sus titulares para la antolog¨ªa. Como su definici¨®n de propaganda antes citada.
Hace un mes y medio, cuando los l¨ªderes europeos se dieron cuenta de que el coronavirus iba en serio y se hab¨ªa convertido en el enemigo a batir, decretaron el estado de guerra. Verbalmente, por supuesto. Buscaban alg¨²n referente del pasado que les permitiera crear un clima adecuado a una situaci¨®n nueva tan relevante como imprevista. Una situaci¨®n id¨®nea al estado de alarma. Y fue as¨ª como el lenguaje b¨¦lico habit¨® entre nosotros. No hace falta insistir. Bastante se ha dicho y escrito aunque los uniformes y sus medallas sigan protagonizando ruedas de prensa en las que prevalecen los listados de sanciones, los actos de los inc¨ªvicos y la advertencia de que all¨ª donde haya un delincuente, all¨ª estar¨¢ la polic¨ªa. Frase textual. En Catalu?a se recita la misma letan¨ªa solo que con indumentaria civil e intencionalidad partidista.
Desde un punto de vista ciudadano, no parece que preocupe en exceso. Al contrario. Una encuesta del diario 20 Minutos sit¨²a al Ej¨¦rcito y los Cuerpos de Seguridad como las instituciones mejor valoradas en esta crisis. La Ministra de Defensa se lleva la medalla de honor del gobierno y para el CIS casi el 90% de los espa?oles piensa que el ejecutivo debe seguir los pasos propuestos por los expertos. En el ¨¢mbito policial, la contundencia de la ley mordaza, aunque no estuviera prevista para una emergencia sanitaria. Suerte que en el cient¨ªfico las opiniones que cuentan no son las contundentes. Todav¨ªa.
Siguiendo los c¨¢nones b¨¦licos, todo aquello susceptible de ser noticia pasa adem¨¢s por el filtro de la manipulaci¨®n, se exagera, desorbita y se convierte en arma arrojadiza. En defensa propia o como instrumento de ataque. Los comunicados se visten de partes, las entrevistas suenan a justificaciones y las ruedas de prensa derivan en un conjunto de evasivas que intentan disimular la falta de respuestas concretas a preguntas precisas. Si no fuera as¨ª, ser¨ªan innecesarios tres cuartos de hora para dibujar la situaci¨®n y una hora y media para repetirla. Es lo que suele invertir el presidente S¨¢nchez. El ¨²ltimo discurso de Emmanuel Macron, en cambio, apenas super¨® los 20 minutos y el tan loado del presidente alem¨¢n Frank-Walter Steinmeier no super¨® los cinco. Cuando se sabe qu¨¦ decir, poco tiempo basta.
Si a esto le a?adimos las constantes contradicciones p¨²blicas de pol¨ªticos y cient¨ªficos sobre la necesidad o no de las mascarillas, la existencia y eficacia de los test, la prevenci¨®n previa y posterior a la enfermedad y los l¨ªmites del confinamiento social as¨ª como la situaci¨®n hospitalaria real, no deber¨ªa extra?arnos que el 66,7% de los espa?oles est¨¦n a favor de restringir y controlar la informaci¨®n para que dependa de una sola fuente oficial. Y eso cuando el 78% de la ciudadan¨ªa dice seguir la actualidad ahora con m¨¢s frecuencia que antes del estado de alarma. Lo revela otro trabajo, este de la Universidad Ram¨®n Llull, en el que el 44,6% lamenta que la cobertura del coronavirus sea sensacionalista y genere alarma social. Tambi¨¦n habla de la ideolog¨ªa como condicionante informativo. Ah¨ª las miradas podr¨ªan desviarse hacia algunos miembros del Govern de la Generalitat que han perdido el pudor para exhibir con descaro el ataque como mejor defensa. No se entender¨ªa as¨ª si las gestiones propias no se hubieran saldado con el estrepitoso fracaso de las residencias geri¨¢tricas ayer y de discapacitados hoy.
Conclusi¨®n: hemos pasado a ser la primera generaci¨®n desinformada por exceso de informaci¨®n. Y propaganda.