El triunfo de la infanter¨ªa
Aunque la pandemia invitaba a quemar definitivamente el papel, los diarios salen cada d¨ªa y llegan hasta los quioscos
Ninguna noticia me pareci¨® nunca m¨¢s relevante que la salida del peri¨®dico como producto impreso, acabado y, por tanto, hecho y pensado, triunfo de un colectivo obrero vinculado a una redacci¨®n m¨¢s que de una suma de ilustres individualidades. Aunque la pandemia invitaba a quemar definitivamente el papel, refugiados los periodistas en el teletrabajo, los diarios han acudido de forma servicial a su cita con el lector confinado, conforme con la versi¨®n en PDF o dispuesto a llegar hasta el quiosco que todav¨ªa aguanta en pie, s¨ªmbolo de heroicidad y tambi¨¦n acostumbrado a vivir m¨¢s de las golosina...
Ninguna noticia me pareci¨® nunca m¨¢s relevante que la salida del peri¨®dico como producto impreso, acabado y, por tanto, hecho y pensado, triunfo de un colectivo obrero vinculado a una redacci¨®n m¨¢s que de una suma de ilustres individualidades. Aunque la pandemia invitaba a quemar definitivamente el papel, refugiados los periodistas en el teletrabajo, los diarios han acudido de forma servicial a su cita con el lector confinado, conforme con la versi¨®n en PDF o dispuesto a llegar hasta el quiosco que todav¨ªa aguanta en pie, s¨ªmbolo de heroicidad y tambi¨¦n acostumbrado a vivir m¨¢s de las golosinas que de las noticias.
Todav¨ªa hay quien pide ver la entrevista que ha concedido antes de autorizar su puesta en p¨¢gina porque la letra queda y las palabras se las lleva el viento, se?al del valor que mantiene la tinta en tanto que mancha los dedos y ataca a los desmemoriados: una reliquia frente a la tecnolog¨ªa y tambi¨¦n la se?al de distinci¨®n que precisa cualquier empresa para presumir de su cabecera, hilo conductor de la historia de la ciudad y de pueblos como el m¨ªo: Perafita.
Quiz¨¢ porque desde ni?o aguardaba al coche de l¨ªnea llegado de Sant Quirze de Besora que tra¨ªa los diarios de Barcelona, m¨¢s intranquilo que excitado, seguramente porque a veces el fardo con el que iban anudados era incompleto, se hab¨ªa extraviado o segu¨ªa en el tren v¨ªa Puigcerd¨¤, de mayor me desvivo por alcanzar el punto de venta m¨¢s pr¨®ximo, ni que sea en una gasolinera. Necesito certificar que el peri¨®dico est¨¢ en la calle para ser comprado y le¨ªdo m¨¢s que hojeado porque la informaci¨®n cuesta dinero, cosa que conviene recordar.
La edici¨®n impresa, o en PDF, debe ser una opci¨®n y una alternativa a la digital ¡ªgratuita o de pago¡ª, porque exige ordenar las noticias ante el caj¨®n de sastre en que se convierte la web, presa de la voracidad y la rapidez con la que consume la informaci¨®n, a menudo cambiante, sin tiempo para reparar en la diferencia entre una exhibici¨®n de Neymar y la detenci¨®n de Ronaldinho. La dificultad aumenta cuando se impone el teletrabajo y, en funci¨®n de las responsabilidades y de las amistades, se despliega un surtido de aplicaciones inacabable ¡ªahora me piden que me baje Anchor¡ª.
Si el teletrabajo funciona es porque a¨²n quedan periodistas de calle y de mesa, con agendas y fuentes, capaces de todo
Me gusta la tecnolog¨ªa, y m¨¢s desde que ha acabado con las interminables reuniones presenciales, si es para ganar horas en ¨¦poca de mucha prisa y poca paciencia, enemigas de la lentitud reclamada por autores como Arturo P¨¦rez-Reverte. ¡°Hasta no hace mucho ser lento era una virtud. No hablo de ser perezoso o indolente, sino de hacer las cosas despacio, con eficacia pero concedi¨¦ndoles el tiempo necesario¡±, escrib¨ªa el 22 de marzo en el XL Semanal. La inmediatez exigida a los periodistas no est¨¢ re?ida con la pausa por la misma raz¨®n que el ¨¦xito de los futbolistas veloces est¨¢ en saber frenar para meter un gol.
¡°V¨ªsteme despacio que tengo prisa¡±, dec¨ªa el refr¨¢n cuando la producci¨®n no estaba condicionada por el v¨¦rtigo y no se conceb¨ªa un diario sin una redacci¨®n. La redacci¨®n es la que garantiza la salida del peri¨®dico, a veces sin saber siquiera muy bien c¨®mo: siempre hay unos cuantos trabajadores, la mayor¨ªa an¨®nimos y solidarios, que escriben, editan, compaginan y se encargan de una tarea artesanal para que luzcan los artistas sin m¨¢s orgullo que el de sacar el diario como signo de vida y ¨¦xito grupal.
El esfuerzo redaccional ha sido siempre tan rutinario como cualitativo y, sin embargo, cada vez parece m¨¢s prescindible: la diferencia que hay desde la llegada de Internet est¨¢ en el acabado y por tanto en las faltas, las erratas, las repeticiones y las incongruencias, incorregibles en el papel y f¨¢ciles de arreglar en la web, diferencia definitiva para evaluar la salud de una publicaci¨®n: a los mejores periodistas de mesa les cuesta salir a la calle, los reporteros m¨¢s afamados suelen ser un peligro para la redacci¨®n, los grandes editores dif¨ªcilmente sacan noticias y los que traen exclusivas no son los que tienen mejor letra.
No era f¨¢cil encajar las piezas hasta que el diario tuviera sentido porque el proceso llevaba a?os, reto que hoy nadie quiere correr con los medios digitales. Aquel modelo puede que haya caducado, o al menos el negocio se acab¨®; ahora se trata de buscar otro que tambi¨¦n sea rentable, pero que no traicione al periodismo de toda la vida, el que huye de lo funcionarial y reivindica el amor al oficio y la pasi¨®n por encontrar noticias a partir de rastrear los hechos, siempre acerc¨¢ndose lo suficiente, pero sin formar parte de ellos, como defiende Juan Villoro.
El periodismo necesita invertir tiempo y dinero por m¨¢s que haya quedado demostrado que se puede hacer un diario sin salir de casa, no sin esfuerzo desde luego. Si el teletrabajo ha funcionado ha sido porque a¨²n quedan periodistas de infanter¨ªa, capaces de redactar una columna de breves o montar una apertura, los ¨²nicos que tienen su agenda y sus fuentes, entregados muchos a una secci¨®n tan amplia y cl¨¢sica como la de Sociedad, gente que requiere de muchas horas y necesita ir cada d¨ªa a las cl¨ªnicas, a las comisar¨ªas, a los juzgados y a los institutos, chequear una informaci¨®n que se convierte en ingente para los corresponsales, todos fabricantes del mejor contexto para que brillen los columnistas.
No se trata de enfrentar el digital con el papel sino de ser igual de exigentes con el uno que con el otro y, por tanto, la dejadez en la que a menudo cae la impresi¨®n no se utilice como argumento para justificar a la web. El formato no debe ser excusa sino el argumento para hacerlo bien, cosa que tambi¨¦n depende del compromiso de cada uno; el m¨ªo incluye todav¨ªa comprobar de forma solemne y emocionada que el diario sali¨® a la calle cada d¨ªa, muestra tambi¨¦n de su necesitad de actualizarse, incluso cuando las noticias parecen iguales y repetitivas, tambi¨¦n en la web, con la covid-19.