El estado del independentismo
El confinamiento ha servido para acabar con la larga resaca de los dos a?os posteriores a Octubre del 2017, con efectos crecientes sobre la siempre precaria unidad del independentismo
?Qu¨¦ es del independentismo tras la crisis de la pandemia? Es una pregunta recurrente en las conversaciones de estos d¨ªas. Y una primera respuesta es que ha estado confinado como todos y que ahora intenta volver a la vida entre sentimientos no muy distintos de los que habitan en la mayor¨ªa de ciudadanos: la melancol¨ªa de lo que fue antes del gran par¨®n, el desasosiego por lo vivido y la inseguridad de volver a emprender el camino en un escenario cargado de inc¨®gnitas. En cualquier caso, el independentismo estaba, est¨¢ y seguir¨¢ estando ah¨ª. El apoyo social sigue existiendo, las expectativas de...
?Qu¨¦ es del independentismo tras la crisis de la pandemia? Es una pregunta recurrente en las conversaciones de estos d¨ªas. Y una primera respuesta es que ha estado confinado como todos y que ahora intenta volver a la vida entre sentimientos no muy distintos de los que habitan en la mayor¨ªa de ciudadanos: la melancol¨ªa de lo que fue antes del gran par¨®n, el desasosiego por lo vivido y la inseguridad de volver a emprender el camino en un escenario cargado de inc¨®gnitas. En cualquier caso, el independentismo estaba, est¨¢ y seguir¨¢ estando ah¨ª. El apoyo social sigue existiendo, las expectativas de voto no parece que decaigan, pero hay desconcierto estrat¨¦gico y un alto nivel de confusi¨®n en el espacio pol¨ªtico independentista.
Es evidente que la pandemia cambi¨® prioridades y urgencias. El propio presidente Torra, al modo de la mayor¨ªa de gobernantes del entorno, repiti¨® una y mil veces que la ¨²nica prioridad era salvar vidas. El independentismo como proyecto qued¨® confinado, como lo qued¨® el programa del nuevo Gobierno de izquierdas en Espa?a. Simplemente operaba como runr¨²n ideol¨®gico de acompa?amiento de la acci¨®n pol¨ªtica, aunque solo fuera para mantener viva la fe de los creyentes. Y as¨ª la pol¨ªtica de comunicaci¨®n de Torra se construy¨® sobre la fabulaci¨®n de una estrategia alternativa y m¨¢s eficiente que la del Gobierno espa?ol, que era un brindis al sol porque no ten¨ªa opci¨®n de someterla a la prueba de la pr¨¢ctica.
Pero, al mismo tiempo, el confinamiento ha servido para acabar con la larga resaca de los dos a?os posteriores a Octubre del 2017, con efectos crecientes sobre la siempre precaria unidad del independentismo. Cada vez son m¨¢s los que ahora asumen que el 1 de octubre fue un punto de partida y no de llegada como se quiso interpretar entonces. Se pretendi¨® llevar el proceso hasta su destino y acab¨® en desbandada. Si se hubieran limitado a capitalizar el ¨¦xito de movilizaci¨®n conseguido (revalorizado por los excesos represivos del Gobierno espa?ol), se habr¨ªan evitado las consecuencias de entrar en una din¨¢mica de confrontaci¨®n inmediata que era inviable, con las consecuencias que todos conocemos.
La traducci¨®n de todo ello en el momento presente es el desacuerdo estrat¨¦gico entre los principales actores del independentismo, entre los que todav¨ªa insisten en la v¨ªa unilateral y los que apuestan por una carrera de fondo, sabedores de que en estos momentos la autodeterminaci¨®n no est¨¢ en el orden del d¨ªa. Y as¨ª emerge la divisi¨®n tanto en el interior del magma llamado Junts per Catalunya como entre este y Esquerra Republicana, en un contexto en que la crisis sanitaria, econ¨®mica, social y educativa ha colocado en un segundo plano al proyecto independentista. Si a ello le a?adimos que tambi¨¦n Puigdemont, el liderazgo que aguanta la precaria unidad de JxCat, ha sufrido el confinamiento, con mucha menos presencia medi¨¢tica, y que despu¨¦s de dos a?os ya se sabe perfectamente que poco se puede esperar de Europa, el independentismo se encuentra, como todo, en reconstrucci¨®n, ¡°represa¡± dir¨ªa Torra, en la perspectiva de unas elecciones que deber¨¢n dar la medida de su estado actual.
De modo que la atenci¨®n se centra en el reparto definitivo de la herencia del pujolismo. Dotando a Catalu?a de instrumentos b¨¢sicos para la conciencia nacional, dando a amplios espacios de las clases medias un discurso nacionalista referencial y creando un poderoso sistema clientelar y de articulaci¨®n territorial a trav¨¦s de los municipios, Pujol agrup¨® al catalanismo, en una mezcla de nacionalismo convencional, pragmatismo econ¨®mico y ret¨®rica social cristiana. Al asumir esa herencia, Artur Mas introdujo dos factores: el neoliberalismo y la independencia, ajenos a la tradici¨®n pujolista. Y a partir de ah¨ª el espacio fue mutando. El proc¨¦s y la famosa confesi¨®n de Pujol hicieron el resto. Algunos democristianos y nacionalistas moderados se desmarcaron y quedaron en la sombra, el PDeCAT resisti¨® apoyado en su poder sobre el territorio y Puigdemont a?adi¨® siglas y movimientos para sumar e impedir la hegemon¨ªa de Esquerra Republicana. Resultado: JxCat en proceso de descomposici¨®n y recomposici¨®n, que ahora mismo solo se sostiene por la imagen de Puigdemont, centra hoy la actualidad soberanista. La evoluci¨®n de este espacio ante las elecciones marcar¨¢ el futuro del independentismo, que sigue estando ah¨ª.
En cualquier caso, si realmente en el Gobierno espa?ol hay voluntad de encauzar pol¨ªticamente la cuesti¨®n, resolver la injusta situaci¨®n de los presos independentistas aparece como una condici¨®n sine qua non.