Valent¨ªa para transformar las residencias
Debemos reflexionar si podemos transformar el modelo de atenci¨®n sin la participaci¨®n de los cuidadores informales tanto los que est¨¢n en casa, como aquellos que tienen a su familiar en una residencia
Detr¨¢s del debate actual sobre las residencias de mayores hay muchos intereses. Y sospecho que no todos quieren mejorar la asistencia a las personas que en ellas viven, que son las personas m¨¢s vulnerables de nuestra sociedad. Que son las personas con mayor carga de enfermedad y con mayor dependencia y, la mayor¨ªa de ellas, en fase final de vida.
Estas personas tienen de media unas siete enfermedades cr¨®nicas activas, consumen 11 f¨¢rmacos distintos cada d¨ªa y m¨¢s del 50% tienen demencia con deterioro cognitivo moderado o severo. Todas ellas necesitan ayuda en dos o m¨¢s actividades de la...
Detr¨¢s del debate actual sobre las residencias de mayores hay muchos intereses. Y sospecho que no todos quieren mejorar la asistencia a las personas que en ellas viven, que son las personas m¨¢s vulnerables de nuestra sociedad. Que son las personas con mayor carga de enfermedad y con mayor dependencia y, la mayor¨ªa de ellas, en fase final de vida.
Estas personas tienen de media unas siete enfermedades cr¨®nicas activas, consumen 11 f¨¢rmacos distintos cada d¨ªa y m¨¢s del 50% tienen demencia con deterioro cognitivo moderado o severo. Todas ellas necesitan ayuda en dos o m¨¢s actividades de la vida diaria (asearse, desplazarse, comer, vestirse...).
Es un logro que cada d¨ªa puedan realizar actividades cotidianas que para la mayor¨ªa son habituales: relacionarse socialmente entre ellas, ir al comedor de la residencia y hablar con los compa?eros, asistir a las actividades en el gimnasio,¡y estar tranquilos porque saben que han cumplido con sus obligaciones y funciones en su vida, lo han dado todo y solo les queda vivir tranquilos sus ¨²ltimos d¨ªas. Es un logro para ellas, y su recompensa diaria. Y para nosotros deber¨ªa ser un deber proporcionarles la oportunidad de que lo puedan hacer.
Pero para atender a estas personas que est¨¢n en la fase final de sus vidas y la afrontan en sus peores condiciones f¨ªsicas, y muchas veces tambi¨¦n ps¨ªquicas y emocionales, dedicamos escas¨ªsimos recursos p¨²blicos.
Pongamos algunos datos que nos ayudar¨¢n a reflexionar.Si nos referimos a la atenci¨®n domiciliaria a personas mayores dependientes, la media de atenci¨®n diaria que estamos dispensando en Espa?a es de 39 minutos al d¨ªa incluyendo tareas directas de atenci¨®n personal y tareas de limpieza del hogar. Nadie puede pensar que se puede atender con tan poco tiempo a personas que necesitan ayuda para asearse, vestirse, moverse, preparar su comida y comer, ir al ba?o¡Y resulta que como son personas, tambi¨¦n necesitan hablar con otras personas, intercambiar sus miedos y sus dudas sobre tratamientos m¨¦dicos¡39 minutos es una verg¨¹enza que a todos nos deber¨ªa hacer reflexionar.
Por cierto, la autonom¨ªa m¨¢s pobre en servicios domiciliarios solo dispensa 20 minutos al d¨ªa. Paremos un segundo y reflexionemos: no se puede dispensar atenci¨®n a ancianos con dependencia en su domicilio con solo 20 minutos al d¨ªa. Es imposible.
A este desprop¨®sito le sigue de cerca la normativa estatal y de las comunidades aut¨®nomas para atenci¨®n en centros residenciales a mayores con dependencia. A personas con alta dependencia f¨ªsica (necesidad de ser asistidos en el aseo diario, vestido, desplazamientos, comida y con problemas de incontinencia) les dedicamos, seg¨²n las zonas, entre 43 y 81 minutos al d¨ªa de gerocultor. Entre 1 y 3 minutos al d¨ªa de m¨¦dico. Entre 5 y 22 minutos al d¨ªa de enfermera¡ O entre 1 y 12 al d¨ªa de fisioterapeuta.
Todo el que haya cuidado a un familiar dependiente sabe que las cifras anteriores son absolutamente insuficientes para atender con dignidad a una persona as¨ª. Los propios profesionales ven con preocupaci¨®n que no llegan a cubrir todas las necesidades que tienen las personas que atienden, y lo hacen con salarios entre un 35 y un 40% inferiores a sus hom¨®logos del sector sanitario.
A partir de estos datos, una primera reflexi¨®n: quienes han mantenido estos salarios en la negociaci¨®n colectiva y han marcado estos ratios de personal en las normativas estatales y auton¨®micas no pueden ser los ¨²nicos en tener la responsabilidad de dise?ar el nuevo modelo de atenci¨®n. Hay que introducir m¨¢s voces en el debate.
Una segunda reflexi¨®n es si podemos plantear una transformaci¨®n sin la participaci¨®n de los cuidadores informales, tanto los que est¨¢n en casa sufriendo la p¨¦rdida de oportunidades laborales y relacionales que tienen por el hecho de cuidar, como aquellos que tienen a su familiar en una residencia de mayores, que deber¨ªan participar de forma real en la toma de decisiones del centro, no como sucede ahora.
Una tercera reflexi¨®n es si este sector, altamente dependiente de profesionales de atenci¨®n directa, no podr¨ªa y deber¨ªa ser considerado un sector estrat¨¦gico para disminuir los estragos econ¨®micos que causar¨¢ la epidemia de la covid-19 en nuestro mercado laboral.
Y, por ¨²ltimo, si queremos transformar en positivo nuestra sociedad en el nuevo paradigma que afrontamos, tambi¨¦n tendremos que reflexionar sobre si esta no es una oportunidad donde destinar nuestros fondos p¨²blicos y as¨ª disminuir la desigualdad social y econ¨®mica, que afecta de forma muy importante a nuestros mayores. Sobre todo a nuestros mayores m¨¢s vulnerables.
Ahora hay que dar la voz a otros actores. Y hay que ser valientes. Solo as¨ª transformaremos una atenci¨®n que todos podremos necesitar alg¨²n d¨ªa.