Romper el tab¨²
?Hay alguien en el independentismo con autoridad para levantar el tab¨², decir que el programa de m¨¢ximos no est¨¢ en el orden del d¨ªa y ofrecer un proyecto integrador a comunes y socialistas?
No ten¨ªamos nada a punto¡±. Esta frase del expresidente Puigdemont no hace m¨¢s que confirmar lo ya sabido: que la declaraci¨®n de independencia del 27-O fue una frivolidad de graves consecuencias. Interpretaciones benevolentes han dicho que los dirigentes independentistas confundieron lo que era un punto de partida (la acumulaci¨®n de capital pol¨ªtico simbolizada por el refer¨¦ndum del 1 de Octubre) con el punto de llegada (la materializaci¨®n de la independencia).
El libro de Puigdemont (y la difusi¨®n del mensaje que hab¨ªa grabado por si era detenido) deja claro que no hab¨ªa enga?o sino imp...
No ten¨ªamos nada a punto¡±. Esta frase del expresidente Puigdemont no hace m¨¢s que confirmar lo ya sabido: que la declaraci¨®n de independencia del 27-O fue una frivolidad de graves consecuencias. Interpretaciones benevolentes han dicho que los dirigentes independentistas confundieron lo que era un punto de partida (la acumulaci¨®n de capital pol¨ªtico simbolizada por el refer¨¦ndum del 1 de Octubre) con el punto de llegada (la materializaci¨®n de la independencia).
El libro de Puigdemont (y la difusi¨®n del mensaje que hab¨ªa grabado por si era detenido) deja claro que no hab¨ªa enga?o sino impotencia, que hab¨ªa perfecta consciencia de que no se contaba con los m¨ªnimos instrumentos necesarios para que la independencia fuera operativa, ni siquiera para entrar en confrontaci¨®n abierta con el aparato del Estado. Era una evidencia. Se hab¨ªa dicho y repetido muchas veces antes del oto?o de 2017: sin una mayor¨ªa aplastante, sin capacidad coercitiva alguna (ni policial, ni judicial), sin poder insurreccional, con las ¨¦lites econ¨®micas en contra y sin apoyo internacional, la declaraci¨®n era un brindis al sol, susceptible de tener consecuencias tr¨¢gicas. Y sin embargo, se hizo, sin que nadie consiga dar una explicaci¨®n racional del porqu¨¦. Se proclam¨® la independencia y fue la dispersi¨®n. Ni siquiera el gobierno volvi¨® a juntarse. A la convocatoria de Palau no asistieron todos y despu¨¦s cada cual camp¨® a su aire. Y la ciudadan¨ªa se fue a su casa. Al despertar, el art¨ªculo 155 ya estaba operativo.
Puigdemont confirma lo que todos sab¨ªamos: la declaraci¨®n de independencia no fue responsable. ?Por qu¨¦ se hizo?
Puigdemont confirma lo que todos sab¨ªamos. Fue una irresponsabilidad y ¨¦l, el m¨¢ximo responsable. ?Por qu¨¦ se hizo? Ser¨ªa triste tener que apuntarlo a la psicopatolog¨ªa de las rivalidades pol¨ªticas entre afines. Le faltaron a Puigdemont coraje y autoridad para romper la gran fabulaci¨®n. Aunque de hecho ya estaba rota: la gran mayor¨ªa sab¨ªa perfectamente el desenlace, no en vano el s¨¢bado 28 de octubre fue probablemente el d¨ªa m¨¢s tranquilo en la ciudad de Barcelona desde la ¨²ltima semana de septiembre. La coartada es que la respuesta represiva habr¨ªa sido la misma con o sin proclamaci¨®n. El Gobierno espa?ol ¡ªen manos del impasible Rajoy¡ª no quiso dar garant¨ªa alguna. Pero ante una convocatoria de elecciones no habr¨ªa sido f¨¢cil aplicar el 155.
En cualquier caso, la ligereza de tomar una decisi¨®n para la que no se estaba preparado, la han pagado cara los responsables y ha metido el pa¨ªs en una larga resaca. Tres a?os de represi¨®n, frustraci¨®n y desgaste, sin que se vislumbre un horizonte estrat¨¦gico claro. En medio, la pandemia ha acabado de lastrar el escenario, con un Govern desgastado que ha querido presentarse como el primero de la clase en la gesti¨®n de la crisis sanitaria, y ha acabado atrapado como todos. De modo que ahora mismo en la agenda pol¨ªtica y en el horizonte electoral, junto al destino del proyecto independentista, est¨¢n la crisis sanitaria, la crisis econ¨®mica y la educativa. Y ante este escenario no basta con la jaculatoria de ritual: solos lo har¨ªamos mejor.
El independentismo confundi¨® un punto de partida, el 1-O, con el punto de llegada, materializar la Rep¨²blica
El 1 de Octubre no fue un mandato imperativo de la ciudadan¨ªa sino el momento inicial de un proceso que necesita tiempo para poder alcanzar una mayor¨ªa incuestionable. Y la paciencia tiene poco poder federador ante los sectores que siguen alimentando las fantas¨ªas de la ruptura unilateral. Hay un punto com¨²n entre el unionismo y el independentismo: los primeros vienen anunciando cada temporada la decadencia y desmovilizaci¨®n del independentismo (llevan desde 2012 equivoc¨¢ndose y todav¨ªa insisten) y un sector de los segundos sigue fantaseando sobre una crisis inminente, que hundir¨¢ Espa?a y abrir¨¢ las puertas de la independencia de par en par. Queda ya poco para las elecciones catalanas. Una vez m¨¢s, ambas partes quedar¨¢n frustradas: el independentismo seguir¨¢ ah¨ª, confirmando su fuerza electoral, y el momento epif¨¢nico seguir¨¢ sin llegar. Lo cual obliga a preguntarse: ?Hay alguien en el propio independentismo con autoridad para levantar el tab¨², decir que el programa de m¨¢ximos no est¨¢ en el orden del d¨ªa y ofrecer un proyecto integrador que genere espacios compartibles para una reconstrucci¨®n econ¨®mica, social y pol¨ªtica a la que por lo menos los comunes y los socialistas no se sientan ajenos? ?O el independentismo seguir¨¢ atrapado en la promesa que no llega ni se dan las condiciones para encarnarla, mientras el pa¨ªs se estanca entre la frustraci¨®n y la melancol¨ªa? Hagan pol¨ªtica, se?ores, que la ret¨®rica y la autocomplacencia ya cansan.