Lloret no fue una fiesta
La poblaci¨®n ya mira hacia adelante tras una temporada que ha golpeado a hoteleros y trabajadores, y ha dado alas a la imaginaci¨®n de veraneantes
?ltimo fin de semana de agosto. El final del verano llega siempre insospechado, a la contra y en emboscada, como si eso de no trabajar y no saber qu¨¦ d¨ªa es se hubiese convertido en ley y orden por el propio peso del sol, el mar y las siestas. Esta vez el final de este verano raro ha llegado con nubarrones negros, testigo del a?o que hemos pasado y (esperemos que no) profec¨ªa de lo que queda.
Al menos lo ha sido para poblaciones costeras como Lloret de Mar (La Selva), donde el nubarr¨®n de la pandemia oblig¨® a esta ci...
?ltimo fin de semana de agosto. El final del verano llega siempre insospechado, a la contra y en emboscada, como si eso de no trabajar y no saber qu¨¦ d¨ªa es se hubiese convertido en ley y orden por el propio peso del sol, el mar y las siestas. Esta vez el final de este verano raro ha llegado con nubarrones negros, testigo del a?o que hemos pasado y (esperemos que no) profec¨ªa de lo que queda.
Al menos lo ha sido para poblaciones costeras como Lloret de Mar (La Selva), donde el nubarr¨®n de la pandemia oblig¨® a esta ciudad tur¨ªstica (de esta industria dependen casi el 100% de la actividad y los habitantes del municipio) a descubrir algo que desde hace d¨¦cadas no sab¨ªa que exist¨ªa: un Lloret sin turistas, o al menos sin la aglomeraci¨®n a la que se hab¨ªa acostumbrado desde los a?os sesenta.
En el ¨²ltimo fin de semana de agosto, la estampa es inaudita: ni un alma en las playas; la Riera, una especie de calle del Pecat de Sitges sin complejos, vac¨ªa; y los restaurantes, en m¨ªnimos, casi recogiendo ya los restos de una temporada que m¨¢s vale dejar atr¨¢s y pensar en c¨®mo salvar la siguiente.
Lloret era una fiesta y este a?o ha tenido que conformarse con ser un aperitivo, aunque para locales y turistas de proximidad este verano ha sido la oportunidad para descubrir playas y calas, bares y chiringuitos y un mar como nunca se hab¨ªa visto: ni boat party ni reggaeton que encuentra el eco en las olas.
- Perdone, ?Los frares?
- No tiene p¨¦rdida, despu¨¦s del castillo. Ver¨¦is que son siete.
Era raro, al menos inusual, que alguien preguntase por el paseo mar¨ªtimo por la cala de los frares, un rinc¨®n tras el castillo que preside todas las postales de Lloret (el espejismo medieval costero empez¨® a construirse en los a?os treinta y termin¨® despu¨¦s de la guerra, y es todav¨ªa propiedad privada).
Despu¨¦s de pasar el castillo y atravesar un agujero en la roca, el camino de ronda plantea una empinada subida, y desde arriba de todo ofrece un ancho de mar donde se ven dispersadas siete grandes rocas, siete frares en procesi¨®n constante sin moverse, con la fe de los monjes que saben que el mar siempre estar¨¢ ah¨ª.
En los veranos anteriores, pocos te preguntaban por los frares, o por cala Trons, o por Sa Boadella. Los que saben que la Costa Brava del sur tiene, bajo el ruido, perlas que no tienen nada que envidiar a la del norte, ya saben donde est¨¢n.
En a?os anteriores, el visitante preguntaba por la Riera, cuna de la fiesta desde que se inmortaliz¨® la llegada de turistas con ansias de baile en la pel¨ªcula La piel quemada. Preguntaban por el Colossos, el St Trop, el Tropics, y los m¨¢s vintage por el Revolution. Un breve di¨¢logo entre una veraneante veterana y una espor¨¢dica resume el cambio: ¡°Cuando era joven mi novio me llevaba a Cala Banys, iban todas las parejas, est¨¢ aislado¡±. ¡°Uy, pues yo tuve un ligue de Lloret y me llev¨® al Casino¡±, responde la otra.
Ahora, seg¨²n la herramienta que tiene el Ayuntamiento para controlar el aforo de las playas, las c¨¦ntricas, siempre repletas de turistas, est¨¢n ahora m¨¢s vac¨ªas, y las perif¨¦ricas y m¨¢s escogidas aparecen como llenas. Algunas cosas nunca cambian: esta semana un grupo de 200 franceses han protagonizado en la playa una macrofiesta sin medidas contra el coronavirus, que tuvo que ser desalojada por la polic¨ªa.
Para visitantes y veraneantes, este ha sido un a?o de reconciliaci¨®n con el sitio, pero el golpe ha sido devastador para muchos. Lloret tiene 30.000 plazas hoteleras, casi tantas como habitantes residentes. Durante el verano, solo el 60% ha estado abierto, y la ocupaci¨®n no ha subido del 10% al 15%. ¡°?Para qu¨¦ van a venir, si no se puede salir?¡±, lamenta un hotelero.
Los que m¨¢s lo han sufrido, en esta poblaci¨®n donde ya en 2016 la renta per c¨¢pita era un 35% inferior a la media catalana, son los trabajadores sin empleo de temporada o en ERTE, o los que sobreviven con econom¨ªa sumergida. C¨¢ritas destaca que en Lloret la demanda de ayuda por alimentos se ha incrementado un 100%. ?Qui¨¦n paga la fiesta?
Las calas rec¨®nditas
Poblaci¨®n: 38.373 habitantes.
Actividades: Turismo.
Lugares para visitar: Por el sur, cala Boadella, la dona marinera, el bar de Cala Banys; por el norte, els frares, cala Trons y las rocas y calas bajo la carretera hacia Tossa; tambi¨¦n, los jardines de Santa Clotilde y la ermita de Santa Cristina. Para cenar, el Pop¡¯s o el hostal La Bella Dolores (en el hotel m¨¢s antiguo del pueblo, a?o 1954, preturismo), y para comer, el chiringuito de Cala Canyelles.