La crisis de los 40
En este 2020, las instituciones catalanas viven una terrible crisis. Queda por ver si unas elecciones en breve ser¨¢n el ant¨ªdoto para superarla
En estos d¨ªas ¡ªaplazados por la crudeza de la pandemia en marzo¡ª se est¨¢n multiplicando los actos conmemorativos de los 40 a?os de recuperaci¨®n del autogobierno catal¨¢n despu¨¦s de la dictadura franquista. La reivindicaci¨®n de las instituciones de autogobierno fue a lo largo de la dictadura una de las caracter¨ªsticas espec¨ªficas y compartidas por las fuerzas antifranquistas. La democracia, en el caso de Catalu?a, ten¨ªa dos significaciones claras: la derrota del franquismo y, a la vez, la recuperaci¨®n del autogobierno. Se entiende de esta forma que el apoyo al estatuto de 1979 fuera tan amplio q...
En estos d¨ªas ¡ªaplazados por la crudeza de la pandemia en marzo¡ª se est¨¢n multiplicando los actos conmemorativos de los 40 a?os de recuperaci¨®n del autogobierno catal¨¢n despu¨¦s de la dictadura franquista. La reivindicaci¨®n de las instituciones de autogobierno fue a lo largo de la dictadura una de las caracter¨ªsticas espec¨ªficas y compartidas por las fuerzas antifranquistas. La democracia, en el caso de Catalu?a, ten¨ªa dos significaciones claras: la derrota del franquismo y, a la vez, la recuperaci¨®n del autogobierno. Se entiende de esta forma que el apoyo al estatuto de 1979 fuera tan amplio que consiguiera incluso atraer las fuerzas que ten¨ªan vinculaci¨®n con la dictadura, como la UCD y AP.
El parlamento, y tambi¨¦n la presidencia de la Generalitat ¡ªen parte gracias a la compleja y escenogr¨¢fica operaci¨®n del retorno de Tarradellas¡ª gozaban en el momento de su recuperaci¨®n de un prestigio incuestionable. Representaban a la vez el ¨²nico v¨ªnculo con la experiencia republicana, la concreci¨®n de una larga lucha antifranquista que hab¨ªa supuesto un sacrificio enorme para las personas valientes que la hab¨ªan protagonizada, pero tambi¨¦n las oportunidades de mejora de la vida de la ciudadan¨ªa que abr¨ªa la posibilidad de contar con instituciones propias.
Y durante muchos a?os ¡ªm¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica f¨¢cil en torno al llamado ¡°oasis catal¨¢n¡±, una expresi¨®n que tiende a ocultar los conflictos dur¨ªsimos que tambi¨¦n y naturalmente se produjeron¡ª, el complejo institucional del autogobierno ¡ªy especialmente la relaci¨®n entre el parlamento y el gobierno¡ª funcion¨®. En sus primeros a?os de vida fue caracterizado por el consenso de los partidos antifranquistas, con un primer ejecutivo nacionalista ¡ªen minor¨ªa¡ª din¨¢mico pero capaz de compartir el grueso de los grandes proyectos legislativos que ten¨ªan que fundamentar el autogobierno. El caso m¨¢s evidente fue el de la Ley de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica en Catalu?a: no solo porque no hubo diputados que votaran en contra sino porque el gobierno aparc¨® una parte decisiva de sus posiciones (la doble red escolar), para asumir las propuestas de la oposici¨®n de izquierdas (la red ¨²nica), al comprobar que estas concitar¨ªan un consenso mucho m¨¢s amplio.
En la larga etapa de la hegemon¨ªa pujolista ¡ªdesde 1984 y hasta 1995¡ª, la vida de las instituciones catalanas fue marcada mucho m¨¢s por la fuerza de la mayor¨ªa absoluta de los gobiernos nacionalistas. Ello comport¨® desencuentros radicales (como en el caso de las leyes de organizaci¨®n territorial, aprobadas con los ¨²nicos votos de CiU), pero tambi¨¦n acuerdos m¨¢s amplios en temas decisivos como la escuela y la sanidad. En la mayor¨ªa de los casos, ciertamente, los modelos aprobados respond¨ªan fundamentalmente a las propuestas del gobierno, pero el conjunto del parlamento quiso y supo participar en su definici¨®n.
Con la laminaci¨®n progresiva de la mayor¨ªa nacionalista del gobierno, y, a partir de 1999, con el tema de la sucesi¨®n de Pujol sobre la mesa, empezar¨ªa a mutar el esquema: el PP entraba de facto en la mayor¨ªa de gobierno, y la oposici¨®n de izquierdas estrechaba lazos para plantear una alternativa. Sin embargo, tambi¨¦n en esta etapa se rese?an acuerdos legislativos amplios, sin ir m¨¢s lejos (aunque al final se descolgaran el PP y ERC), para la renovaci¨®n de la normativa ling¨¹¨ªstica en 1998.
En los a?os de los gobiernos catalanistas y de izquierdas cambi¨® la agenda, prioriz¨¢ndose las pol¨ªticas sociales ¡ªy aqu¨ª hubo choques significativos con la oposici¨®n¡ª y se intent¨® renovar el autogobierno a trav¨¦s de un nuevo estatuto. Sin embargo, la oposici¨®n nacionalista ¡ªel PP se apart¨® r¨¢pidamente¡ª, fue un actor decisivo de esa reforma estatutaria.
E incluso de 2010 a 2012 el complejo institucional catal¨¢n sigui¨® funcionando. En el medio de una crisis econ¨®mica sin precedentes y con el primer gobierno de Artur Mas aplicando recortes draconianos, fue ciertamente cuestionado profundamente por la ciudadan¨ªa (solo hace falta recordar las im¨¢genes de los diputados entrando en helic¨®ptero en el hemiciclo), pero lo que estaba pasando no era muy distinto a lo que acontec¨ªa en otros sitios del estado, de Europa y del mundo.
Empez¨® a griparse seriamente a partir de 2012. La situaci¨®n se agrav¨® en 2015 y toc¨® fondo a partir de 2017. Hay una correlaci¨®n bastante consolidada entre el aumento de las pr¨¢cticas simb¨®licas ligadas al proc¨¦s (tanto del gobierno como de la mayor¨ªa independentista que lo apoya), la polarizaci¨®n parlamentaria ¡ªque dificulta los acuerdos¡ª, y la depresi¨®n de la actividad legislativa y ejecutiva. El gobierno y su mayor¨ªa parlamentaria se pierden en sus pleitos internos, mientras las divisiones en el eje nacional dificultan debates y posibles consensos. Esto impacta de pleno sobre la percepci¨®n de la utilidad de las instituciones y las periclita porque pone en tela de juicio su legitimaci¨®n. En este 2020, las instituciones catalanas viven una terrible crisis de los 40. Queda por ver si unas elecciones en breve ser¨¢n el ant¨ªdoto para superarla.