¡®Patria¡¯: una experiencia personal
La cuesti¨®n era no equivocarse a la hora de escoger con qui¨¦n com¨ªas en la cafeter¨ªa de la Facultad de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, y hab¨ªa que acertar el primer d¨ªa, porque despu¨¦s no era f¨¢cil cambiar de mesa
Hemos visto recientemente como crec¨ªa el debate sobre el can¨®nico libro Patria, de Fernando Aramburu, o mejor dicho, como se ha vuelto a activar a partir del cartel que ten¨ªa que promocionar la versi¨®n de HBO sobre el libro. Por un puro azar autobiogr¨¢fico, me correspondi¨® dar clase durante algo m¨¢s de un a?o en la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV), Campus de Lejona, o Leioa, en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicaci¨®n, que albergaba las ense?anzas de Sociolog¨ªa y Ciencias Pol¨ªticas. He dejado pasar 30 a?os exactamente antes de escribir una l¨ªnea sobre mi experiencia all¨ª. E...
Hemos visto recientemente como crec¨ªa el debate sobre el can¨®nico libro Patria, de Fernando Aramburu, o mejor dicho, como se ha vuelto a activar a partir del cartel que ten¨ªa que promocionar la versi¨®n de HBO sobre el libro. Por un puro azar autobiogr¨¢fico, me correspondi¨® dar clase durante algo m¨¢s de un a?o en la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV), Campus de Lejona, o Leioa, en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicaci¨®n, que albergaba las ense?anzas de Sociolog¨ªa y Ciencias Pol¨ªticas. He dejado pasar 30 a?os exactamente antes de escribir una l¨ªnea sobre mi experiencia all¨ª. Es un plazo razonable para no dejarse cegar por la inmediatez de la coyuntura, pero mi estancia all¨ª se sit¨²a en un per¨ªodo (1989-1990) que est¨¢ entre los a?os de la matanza de Hipercor, en 1987, y la matanza de Vic, en 1991. Por aquellos a?os, ETA asesinaba un promedio de entre 20 y 46 personas al a?o, mayormente en el Pa¨ªs Vasco, pero no ¨²nicamente, como lo prueban los casos de dichos atentados en Catalu?a.
Cuando coment¨¦ que iba a ir a dar clase en la UPV, todav¨ªa en Barcelona algunos colegas, que no amigos, me advert¨ªan que desde aqu¨ª (Barcelona) no entend¨ªamos la complejidad del problema, que hab¨ªa un conflicto pol¨ªtico que la represi¨®n no iba a solucionar, y esto y lo otro. Mi estancia all¨ª no solo no me hizo cambiar de opini¨®n sino que me reforz¨® en la m¨ªa. Y adem¨¢s el problema no eran ¨²nicamente los muertos, era la ¨¦poca de los ¡°ata¨²des blancos¡±, con ni?os muertos dentro. El problema era una espesa corrupci¨®n moral difusa que hac¨ªa de aquello una especie de Beirut durante su terrible guerra civil (1975-1990).
Un servidor, al ser catal¨¢n, ten¨ªa una especia de ¡°bula¡± del sector abertzale seg¨²n supe al poco tiempo. Otro colega que vino a la UPV desde otra provincia pronto vio su nombre en las paredes de la UPV con el adjetivo ¡°chivato¡±, y al tiempo se tuvo que marchar. La cuesti¨®n era no equivocarse a la hora de escoger con qui¨¦n com¨ªas y beb¨ªas en la cafeter¨ªa de la Facultad, y hab¨ªa que acertar el primer d¨ªa, porque despu¨¦s no era f¨¢cil cambiar de mesa. Yo ya ten¨ªa amigos por all¨ª, entre los cuales dos exetarras de la primera hornada, juzgados y condenados a dos penas de muerte en el juicio de Burgos de 1970. Incluso para los m¨¢s agresivos de los de la nueva hornada, aquellos dos eran intocables, la mesa era ¡°zona fuera de l¨ªmites¡±, me sent¨ªa bien protegido. Lo mismo cuando sal¨ªas de ¡°potes¡±, a tomar algo. Al casco viejo de Bilbao no entrabas sin un gu¨ªa comanche de toda confianza. Al poco de estar all¨ª, un buen d¨ªa se me acerca una estudiante joven, con una cara encantadora. Hasta que se presentaba y te ven¨ªa a hablar de ¡°los presos encarcelados¡±, pero no en plan proclama doctrinal, sino para que tuviera en cuenta que los presos segu¨ªan estudios en las ¡°c¨¢rceles de exterminio¡±, y que el comit¨¦ se encargaba de organizar sus materiales de estudio, y sobre todo, de ir a examinarlos. Yo dije que bien, y en mi insensata y juvenil energ¨ªa, me ofrec¨ª a ir a examinarles. Por supuesto, ni se aceptaron mis materiales con un par de excepciones (libros) ni sobre todo se me acept¨® como examinador.
En estas, tiempo despu¨¦s, cuando ya no estaba all¨ª, un exetarra devenido en profesor de la UPV me coment¨® en tono muy agradecido que uno de mis libros (no teman, se llamaba Temas de Ciencia pol¨ªtica, coautor el doctor Rodr¨ªguez Aguilera) le hab¨ªa ayudado a entender ¡°todo esto del Estado¡±, que no es poca obra evang¨¦lica. A otro, a¨²n preso, le convencimos de que leyera un libro, del buen amigo Carlos de Cabo, constitucionalista ejemplar. Y as¨ª, ¨ªbamos evangelizando aqu¨ª y all¨¢, pero cada pocos d¨ªas ETA asesinaba a alguien, y al llegar a la UPV hab¨ªa un silencio espeso, en clase todo el mundo hac¨ªa ver que miraba sus apuntes, y ya est¨¢, hasta el siguiente muerto. Como mucho, hemos sabido mucho despu¨¦s que en las c¨¢rceles algunos presos de vieja hornada opinaban que esas matanzas, Hipercor, Vic, Zaragoza, etc., eran cosa de los nuevos dirigentes, ¡°a los que se les hab¨ªa ido la pinza¡±. Los homenajes de bienvenida que a d¨ªa de hoy se dan a los presos que salen de las c¨¢rceles deben recordarnos otra cosa, y es que hay un lodo de fondo que sigue ah¨ª.