Hilari Raguer: la honestidad de un benedictino, historiador e independentista
El monje ha fallecido este jueves en el monasterio de Montserrat, su casa durante 65 a?os
La lucha contra el franquismo, el nacional-catolicismo y el autoritarismo monacal forjaron el temple de este independentista nacido en Madrid el 11 de agosto de 1928, que ha fallecido esta ma?ana en el monasterio de Montserrat, su casa durante 65 a?os. Los puntos de vista de Hilari Raguer siempre fueron a contracorriente. Probablemente sus libros La Espada y la cruz. La iglesia 1936-1939. (Barcelona. Bruguera 1977) o La p¨®lvora y el incienso: La Iglesia y la Guerra Civil espa?ola:1936-1939. (Barcelona. Editorial Pen¨ªnsula. 2001) contribuyeron de forma decisiva a desenmascarar el ...
La lucha contra el franquismo, el nacional-catolicismo y el autoritarismo monacal forjaron el temple de este independentista nacido en Madrid el 11 de agosto de 1928, que ha fallecido esta ma?ana en el monasterio de Montserrat, su casa durante 65 a?os. Los puntos de vista de Hilari Raguer siempre fueron a contracorriente. Probablemente sus libros La Espada y la cruz. La iglesia 1936-1939. (Barcelona. Bruguera 1977) o La p¨®lvora y el incienso: La Iglesia y la Guerra Civil espa?ola:1936-1939. (Barcelona. Editorial Pen¨ªnsula. 2001) contribuyeron de forma decisiva a desenmascarar el papel de una jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica espa?ola que militantemente se aline¨® con los defensores de una cruzada que se apellidaba cristiana pero que manten¨ªa y alentaba un modelo social, econ¨®mico y pol¨ªtico escasamente piadoso. Raguer siempre represent¨® a esa parte de la Iglesia razonable y dialogante: los tendentes a converger con las luces ilustradas, tal como Hegel so?aba que fuesen los reformados alemanes. En esa b¨²squeda de razones y datos, jam¨¢s neg¨® la existencia de persecuci¨®n religiosa durante la Guerra Civil, pero s¨ª impugn¨® la existencia de martirio. Y fue implacable. Combati¨® junto con otro sacerdote fallecido y tambi¨¦n amigo suyo, el historiador Joan Bada, la beatificaci¨®n del obispo de Barcelona Manuel Irurita, que fue visto con vida despu¨¦s de la guerra, aunque el franquismo asegur¨® que hab¨ªa sido fusilado por los anarquistas de la FAI en Montcada i Reixac, en 1936. Tambi¨¦n quiso rescatar del olvido a esa Iglesia marginal y minoritaria que no estuvo con los sublevados y a la que hab¨ªan tendido una mano tanto la Generalitat republicana como el Gobierno de Negr¨ªn. De esa Iglesia formaba parte el capell¨¢n de gudaris Aita Patxi, dispuesto a comparecer ante un pelot¨®n de fusilamiento franquista si con ello evitaba la ejecuci¨®n de un padre de familia comunista y asturiano.
El intento de sacar del olvido esa tercera v¨ªa entre las dos Espa?as fue la que le hizo estudiar dos figuras. De sobras es conocida su tesis doctoral sobre Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya y los trabajos sobre la figura de su l¨ªder, Manuel Carrasco i Formiguera, fusilado por Franco en Burgos, al igual que otro de sus biografiados, el general Domingo Batet, quien aplast¨® el levantamiento nacionalista dels Fets d¡¯Octubre de 1934, pero que el 18 de julio se mantuvo fiel a la Rep¨²blica.
Gran amigo de Paul Preston ¨Ccon quien comparti¨® muchos puntos de vista¨C, toda su trayectoria como historiador es dif¨ªcil de entender sin hablar de su compromiso en favor de las libertades ya en los a?os m¨¢s duros del franquismo. En 1951 fue detenido durante la huelga de tranv¨ªas de Barcelona y como estaba haciendo el servicio militar en milicias universitarias ingres¨® en el castillo de Montju?c donde permaneci¨® siete meses y 19 d¨ªas por ¡°por ultrajes a la naci¨®n espa?ola y al sentimiento de su unidad¡±. All¨ª descubri¨®, confiesa, que era m¨¢s libre que sus carceleros y eso le dio coraje para tomar la decisi¨®n. Cuando fue detenido llevaba una carta encima en la que junto con otros dos firmantes -Jordi Pujol (luego CDC) y Joan Revent¨®s (luego PSC), de quienes fue compa?ero de agitaci¨®n y octavillas en el Grup Torras i Bages- ped¨ªa al sindicato de estudiantes belgas que no acudiera a un encuentro con los universitarios del r¨¦gimen.
El informe policial sobre el detenido aseguraba que era un elemento subversivo muy peligroso, en cambio el comandante militar del castillo de Montju?c lo vio como un chico con cara de asustado y cierto aire de infeliz. Err¨® el militar, acert¨® el polic¨ªa. Al serle concedida en 2016 la medalla de Oro de la Universidad de Barcelona se evidenci¨® que Raguer no ten¨ªa prop¨®sito de enmienda: ¡°A pesar de mis 88 a?os aun espero ver, como propugnaba en esa octavilla clandestina de 1951, una universidad de Barcelona alma mater de la rep¨²blica catalana independiente¡±. La intervenci¨®n del obispo Modrego evit¨® el consejo de guerra al joven Raguer, que mientras estaba en la fortaleza militar tom¨® la decisi¨®n de hacerse monje e ingresar en Montserrat. El entonces cardenal de Tarragona, Benjam¨ªn de Arriba y Castro, visit¨® en cierta ocasi¨®n el monasterio y se interes¨® por el joven rebelde. ¡°Ha venido a hacer penitencia¡±, le dijo el abad Escarr¨¦. Y no era verdad. Su decisi¨®n era fruto de la meditaci¨®n. Raguer nunca toler¨® la mentira. De ah¨ª sus problemas con el abad Aurel¡¤li Maria Escarr¨¦, al que buena parte del antifranquismo ¨Cdesde el nacionalismo hasta cierta izquierda¨C quiso beatificar en vida., aunque siempre recibiera al Caudillo bajo palio y mantuviera excelentes relaciones con los jerarcas del r¨¦gimen y fuera un d¨¦spota de puertas adentro. Raguer explicaba que Escarr¨¦ prohibi¨® que los monjes contaran chistes sobre Franco, a lo que uno de ellos ¨CPaul¨ª Ballet (que luego ser¨ªa expulsado)¨C le replic¨® con cara de ingenuo: ¡°?Y sobre su esposa?¡± Luego Escarr¨¦ se labrar¨ªa su fama de antifranquista al manifestar a Le Monde, el 14 de noviembre de 1963, que, aun llam¨¢ndose cristiano, el r¨¦gimen de Franco no se basaba en los principios del cristianismo. Pero esa no fue la causa de su destituci¨®n. Los problemas de Escarr¨¦ con la comunidad y con el Vaticano forzaron su dimisi¨®n del cargo y su retiro a Vivoldone, en Italia, lo que no se produjo hasta dos a?os despu¨¦s de las declaraciones. Pero en todo ese periodo, entre 1963 y 1965, entr¨® y sali¨® a placer de Espa?a sin mayores problemas. La dictadura no le vet¨® la libertad de movimientos.
En un art¨ªculo publicado el 10 de diciembre de 1983 en La Vanguardia, Raguer respond¨ªa a los apologetas del abad y dec¨ªa: ¡°los mit¨®manos del abad Escarr¨¦ han aplicado la t¨¦cnica de Goebbels, para quien una mentira, si se grita con energ¨ªa y se repite durante bastante tiempo, se convierte en verdad¡±.
Y es que Montserrat fue un gran s¨ªmbolo. Pero Raguer fue siempre un especialista en hacer tambalear los tableros maniqueos. Por eso un mediod¨ªa de primavera del a?o 2000 acudi¨® a un almuerzo con este periodista en un restaurante barcelon¨¦s. Iba acompa?ado de otras dos ilustres cabezas pensantes de la comunidad tambi¨¦n fallecidos: Evangelista Vilanova y Llu¨ªs Duch. Los tres hicieron un dibujo de la comunidad bastante alejado del existente en el imaginario catal¨¢n. Apuntaron los conflictos que comportaba la vida sexual de una minor¨ªa de frailes. Luego en esos encuentros tambi¨¦n participaron Xavier Vidal-Folch ¨Cdirector adjunto de El Pa¨ªs¨C y el subdirector Andreu Miss¨¦. Los jesuitas de Manresa se prestaron para formalizar ese di¨¢logo entre los jerarcas de la abad¨ªa y los periodistas. Despu¨¦s de reuniones con el prior Ramon Ribera e intentos infructuosos de hablar con el abad Josep Maria Soler, EL PA?S public¨® la informaci¨®n el 29 de octubre de 2000. ¡°Creo que la ¨¦tica obliga a no entrar a hablar de conductas de personas privadas, y nuestra comunidad es una persona privada¡±, sostuvo Ribera en este diario. Pero la informaci¨®n era misericordiosa, pues aun habiendo recopilado este diario datos de menores que hab¨ªan sido objeto de abusos, ni la insinu¨® ni la public¨® por deseo expreso de los afectados, se limit¨® a referir controversias sobre la vida sexual de un grupo de monjes. A consecuencia del esc¨¢ndalo, el te¨®logo Evangelista Vilanova fue desterrado a Sant Cugat del Vall¨¨s y a Raguer lo enviaron al santuario de El Miracle. Tras ser sometido a un interrogatorio por la comunidad, Raguer espet¨®: ¡°A mi no me dais miedo; yo he pasado por una c¨¢rcel militar¡±. Sobre aquellos hechos, mintieron los jerarcas de Montserrat, mintieron los visitadores de la comunidad ¨C a quienes algunos monjes hab¨ªan referido las quejas¨C y minti¨® la prensa cainita que siempre intent¨® salvar el estado de cosas. Raguer jam¨¢s se retract¨® ni en p¨²blico ni en privado, hasta el punto de que mientras estuvo desterrado se declar¨® en huelga de hambre. 20 a?os despu¨¦s estallar¨ªa el esc¨¢ndalo de los abusos a menores en el monasterio. La integridad ¨¦tica de Raguer siempre fue a prueba de manique¨ªsmos.