Certificados que acreditan que no tienes nada
La Fundaci¨®n Arrels entrega documentos al millar de sin techo que duermen al raso en Barcelona durante el toque de queda
¡°La persona portadora de este documento no dispone de vivienda ni de recurso residencial o alojamiento y por esta raz¨®n se encuentra viviendo de forma permanente en la calle¡ por este motivo no puede afrontar ning¨²n tipo de sanci¨®n derivada de la aplicaci¨®n del estado de alarma decretado o del toque de queda declarado¡±, as¨ª de contundente se muestra el certificado que la Fundaci¨®n Arrels est¨¢ entregando al m¨¢s de un millar de personas que...
¡°La persona portadora de este documento no dispone de vivienda ni de recurso residencial o alojamiento y por esta raz¨®n se encuentra viviendo de forma permanente en la calle¡ por este motivo no puede afrontar ning¨²n tipo de sanci¨®n derivada de la aplicaci¨®n del estado de alarma decretado o del toque de queda declarado¡±, as¨ª de contundente se muestra el certificado que la Fundaci¨®n Arrels est¨¢ entregando al m¨¢s de un millar de personas que duermen diariamente en las calles de Barcelona. Despu¨¦s de que se declarara, el pasado domingo, la restricci¨®n de movilidad nocturna quedaron en las calles decenas de sin techo que con la ley en la mano podr¨ªan ser sancionados.
EL PA?S ha peinado junto a dos voluntarios de la entidad ¡ªMaite Bosch y Albert Jim¨¦nez¡ª el barrio barcelon¨¦s de Sant Antoni detectando a aquellos vulnerables que no tienen donde guarecerse. Bosch y Jim¨¦nez hacen a menudo este recorrido para intentar detectar a aquellas personas que ¡°sobreviven¡± pero que las enfermedades, las adicciones o las convicciones relacionadas con particulares ideas de libertad les hacen desechar el ingreso nocturno en infraestructuras como el albergue que abri¨® el Ayuntamiento en primavera en las instalaciones de la Fira de Barcelona. En el albergue de Fira hay ahora 400 plazas ¡ªque llevan meses sin llenarse al 100%¡ª a las que debe a?adirse otras 2.200 camas en diferentes infraestructuras de la ciudad.
Arrels critica que el acceso a los albergues municipales se realiza con una lista gestionada por una comisi¨®n que valora cada caso por lo que la entrada no es libre. ¡°Hay personas que tienen miedo a este recurso al considerarlo masificado, poco ¨ªntimo... otros tienen miedo al contagio¡±, destaca Bosch.
Los dos voluntarios comienzan la b¨²squeda en la plaza Universitat. Primer destino: Encontrar a Jes¨²s. Un hist¨®rico sin techo que vende libros encontrados en un peque?o poyo de una entidad financiera situada frente al mercado de Sant Antoni. Hoy no hay ni rastro de Jes¨²s. ¡°El banco ha colocado estas macetas para evitar, simplemente, que se coloque aqu¨ª. ?l lleva much¨ªsimos a?os, se lo ha tomado fatal y se ha ido¡±.
En la intersecci¨®n de la calle Tamarit y Mistral localizan a Sergi postrado de rodillas delante de un supermercado y pidiendo limosna junto a su perrito. Hoy dormir¨¢ en una habitaci¨®n pero no sabe hasta cuando. ¡°Iba a comenzar a trabajar en un call center pero la pandemia lo ha vuelto a paralizar todo¡±, lamenta. En un principio no quer¨ªa el certificado pero luego se lo piensa mejor: ¡°No s¨¦ que me puede pasar. Mejor tener el documento¡±. Mientras los voluntarios hablan con Sergi se acerca un viejo conocido: George. Desde que abandon¨® Ruman¨ªa rumbo a Barcelona, de eso hace dos d¨¦cadas, duerme al raso cada noche. ¡°No s¨¦ ni cuantos a?os tengo¡±, advierte. No quiere ni o¨ªr hablar de dormir en un albergue. Es simp¨¢tico y conoce el funcionamiento de los horarios de duchas, los lugares de cambios de ropa y la entrega de comida de las diferentes entidades pero nada le hace pensar que vaya a abandonar ¡°nunca¡± la calle.
Pilar es una anciana ¡ªcon cierto parecido a la m¨ªtica Mo?os que deambulaba en la primera mitad del siglo pasado por la Rambla¡ª que lleva d¨¦cadas sobreviviendo de lo que le dan. Los servicios sociales la han querido rescatar varias veces pero ella se resiste. ¡°?Vamos a ver c¨®mo est¨¢ hoy! Hola Pilar¡±, se acerca Bosch. La respuesta es contundente y a gritos: ¡°Dejadme tranquila¡±. Un poco m¨¢s all¨¢ est¨¢ sentada, mirando al horizonte, Mercedes. Ella s¨ª quiere el certificado. ¡°Cuando cierran los bares es muy complicado todo. Es imposible ir al lavabo. A veces me cuelo en el del CAP de Manso¡±, confiesa.
Pram tambi¨¦n lleva 20 a?os en la calle (las dos d¨¦cadas es un espacio de tiempo que repiten muchos). Es indio y explica que tiene una adicci¨®n al alcohol para la que ya ha pedido ayuda. Los voluntarios rellenan su certificado. Una vecina se para y reclama: ¡°Alguien tiene que hacer algo por ¨¦l¡±. Hoy Pram tiene plaza en una pensi¨®n pero prefiere seguir en la calle. Ma?ana, ¡°ya veremos¡±.
En una sola noche, la del jueves, los voluntarios de Arrels entregaron un centenar de certificados, muchos no entendieron que era y rehusaron el documento, en las oficinas de la entidad se entregan 20 certificados a la hora. Ayer, durmieron al raso en Barcelona, en pleno toque de queda, un millar de personas.