Enterradores en pandemia, el peor a?o de sus vidas
Los trabajadores de los cementerios de Barcelona recuerdan como la pasada primavera realizaron incineraciones durante 40 d¨ªas de forma ininterrumpida
¡°Para trabajar aqu¨ª tienes que estar psicol¨®gicamente muy bien amueblado. Hay entierros muy duros. Ni?os, accidentes, padres que dejan hu¨¦rfanos muy peque?os... Te tienes que endurecer porque tampoco es justo llegar a casa y descargar con tu familia todo por lo que pasas aqu¨ª¡±, explica Ram¨®n Elies. Tiene 51 a?os y lleva 16 trabajando como enterrador en los cementerios de Barcelona. Habla poco de un empleo por el que sus conocidos solo preguntan buscando el ¡°morbo¡±. Solo ¨¦l, y sus compa?eros, ...
¡°Para trabajar aqu¨ª tienes que estar psicol¨®gicamente muy bien amueblado. Hay entierros muy duros. Ni?os, accidentes, padres que dejan hu¨¦rfanos muy peque?os... Te tienes que endurecer porque tampoco es justo llegar a casa y descargar con tu familia todo por lo que pasas aqu¨ª¡±, explica Ram¨®n Elies. Tiene 51 a?os y lleva 16 trabajando como enterrador en los cementerios de Barcelona. Habla poco de un empleo por el que sus conocidos solo preguntan buscando el ¡°morbo¡±. Solo ¨¦l, y sus compa?eros, saben lo que soport¨® en primavera el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena de los trabajadores esenciales con el aumento de la mortalidad m¨¢s grave que recuerdan en los nueve cementerios de la capital catalana.
¡°En el invierno de 2002 hubo un pico de mortalidad y en el verano de 2005, otro. Ambos de pocos d¨ªas. Algo como lo que pas¨® la pasada primavera es inaudito¡±, remarca Juan Manuel Aparicio, el director de servicios de Cementerios de Barcelona. ¡°En abril hubo d¨ªas con casi 80 incineraciones y 70 inhumaciones cuando la media es 26 incineraciones y otras tantas inhumaciones. Fueron d¨ªas muy duros en los que se lleg¨® a restringir el acceso a los cementerios. Incluso cuando permit¨ªamos a tres personas acompa?ar unos minutos al ata¨²d, hab¨ªa familias que no ven¨ªan. Hab¨ªan estado en contacto con el fallecido. Estaban enfermos o en cuarentena. No se pudieron despedir¡±, lamenta Aparicio.
¡°El pico de la pandemia fue muy fuerte. No s¨¦ c¨®mo lo hicimos pero trabajamos en un perfecto engranaje. Hubo entierros duros, con solo tres personas que la ¨²ltima vez que vieron a su madre, padre, hermana, fue al dejarlos en el hospital. Intentas apartar las emociones porque, si no, saldr¨ªas muy mal de aqu¨ª¡±, lamenta Elies. Seg¨²n el Govern, desde el inicio de la pandemia, en Catalu?a han fallecido m¨¢s de 14.000 personas con covid-19 o s¨ªntomas compatibles con la enfermedad.
David Benavent tiene 45 a?os. Lleva nueve trabajando en el cementerio despu¨¦s de que la anterior crisis le expulsara de su empleo en la construcci¨®n. Benavent es uno de los operarios de los cuatro crematorios, tambi¨¦n del horno port¨¢til que alquil¨® el Consistorio en el peor momento de la pandemia y que contin¨²a activo entre dos calles de nichos del cementerio de Montju?c. Sabe perfectamente cu¨¢les son los tiempos que se necesitan para incinerar un cuerpo y reconoce que la infraestructura estuvo a punto de colapsar durante la pandemia. El operario conoce de forma mec¨¢nica el protocolo a seguir en cada incineraci¨®n. Con cada difunto llega una documentaci¨®n donde ¡°en las observaciones¡± aparecen el motivo de la muerte. La m¨¢s habitual es la que remarca si el fallecido tiene o no marcapasos ¡ªson aparatos incompatibles con los hornos¡ª, pero en abril fueron centenares los ata¨²des que llegaron a los hornos acompa?ados de una documentaci¨®n que detallaba: ¡°Infecci¨®n covid¡±.
La operativa que sigue Benavent es siempre la misma. Los hornos tienen que alcanzar una temperatura de 860 grados y, a partir de aqu¨ª, puede empezar a incinerar. Con cada ata¨²d se introduce una piedra ign¨ªfuga donde aparece un n¨²mero de identificaci¨®n de cada difunto. Cada cuerpo tarda m¨ªnimo una hora ¡ªdepende de las caracter¨ªsticas de cada persona¡ª en incinerar. A partir de aqu¨ª, comienza un proceso de enfriamiento y adecuaci¨®n de las cenizas hasta que se entregan dentro de una urna a las familias. ¡°Lo normal es incinerar 25 cuerpos diarios, pero en primavera llegamos a triplicar ese n¨²mero. Los hornos estuvieron encendidos 24 horas", advierte el operario.
¡°Intentas apartar las emociones; si no saldr¨ªas muy mal de aqu¨ª¡±, dice Elies
Aparicio admite: ¡°Lo pudimos hacer, pero sabemos que a partir del centenar de difuntos en un mismo d¨ªa es muy dif¨ªcil de gestionar. En plena pandemia tuvimos 40 d¨ªas los hornos encendidos continuamente¡±. Aparicio destaca que en Barcelona contaron con ventajas respecto a otros cementerios: ¡°Tuvimos equipos de protecci¨®n individual desde el primer momento porque Montju?c fue el cementerio al que se asign¨®, en 2014, el protocolo de fallecidos de ¨¦bola en Catalu?a. Un protocolo que jam¨¢s hab¨ªamos activado, pero gracias al cual ten¨ªamos un material que en primavera escaseaba. Tambi¨¦n tuvimos un margen de maniobra para estructurarnos, ya que la situaci¨®n no era tan grave como en Madrid y aprendimos r¨¢pido¡±. Cementerios compr¨® una veintena de carros para transportar ata¨²des y lograron que el proveedor de urnas no dejara de suministrarles.
Benavent, el operario del horno, asegura que tanto ¨¦l como sus compa?eros todav¨ªa est¨¢n sorprendidos del poco reconocimiento de la ciudadan¨ªa hacia su trabajo durante la pandemia: ¡°Nos sentimos olvidados¡±. Elies comparte esa sensaci¨®n, pero asegura que hoy, en las puertas de una segunda ola, son mucho m¨¢s sabios en su trabajo y est¨¢n preparados para afrontar ¡°lo que venga¡±.