¡°?Eso no lo va a leer nadie!¡±
¡®Dones a les ones¡¯ cuenta muchas historias de la radio en Catalu?a: la primera t¨¦cnica, la primera locutora, la primera disc jockey¡ ?Es posible que no despierte inter¨¦s?
¡°?Eso no lo va a leer nadie!¡±, me dice un hombre, riendo. Yo tambi¨¦n r¨ªo porque, claro, es broma. ?O quiz¨¢ no?, pienso al colgar el tel¨¦fono. Y le doy vueltas. ?Es posible que no le interese a nadie una exposici¨®n sobre la historia de las mujeres en la radio en Catalu?a? Se titula Dones a les ones. Da un poco de miedo pensar que nadie nos lee. Un periodista lo que quiere es que sus textos sean le¨ªdos, escuchados o vistos. Y mucho, cuanto m¨¢s, mejor.
Estoy tentada de cambiar de idea,...
¡°?Eso no lo va a leer nadie!¡±, me dice un hombre, riendo. Yo tambi¨¦n r¨ªo porque, claro, es broma. ?O quiz¨¢ no?, pienso al colgar el tel¨¦fono. Y le doy vueltas. ?Es posible que no le interese a nadie una exposici¨®n sobre la historia de las mujeres en la radio en Catalu?a? Se titula Dones a les ones. Da un poco de miedo pensar que nadie nos lee. Un periodista lo que quiere es que sus textos sean le¨ªdos, escuchados o vistos. Y mucho, cuanto m¨¢s, mejor.
Estoy tentada de cambiar de idea, de buscar un tema que sugiera m¨¢s, que lo pete en las redes. Que est¨¦ en lo m¨¢s visto de El Pa¨ªs y as¨ª enviar pantallazos de la web a los allegados, que no a todo el mundo, no sea que piensen que eres una egoc¨¦ntrica, una engre¨ªda. La mujer, si es buena periodista, es s¨²per discreta, no sea que alguien nos tome por ambiciosas. No hay nada m¨¢s vulgar, ni m¨¢s de arp¨ªa.
Al final me voy a la exposici¨®n, con la suerte de que me encuentro all¨ª a su comisaria, Elvira Alt¨¦s, que lleva en el Museu d¡¯Hist¨°ria de Catalunya desde las 10 de la ma?ana, me dice. Est¨¢ tentada de citarme para otro d¨ªa porque es casi la una de la tarde. Pero al final le sabe mal y me acompa?a. Me explica que ha estado cuatro a?os investigando para conocer la historia de la mujer en la radio catalana. ¡°Lo he podido hacer porque estoy jubilada¡±, explica, cuando se le pregunta si sigue dando clases en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB).
Menuda, pero en¨¦rgica, feminista, Alt¨¦s tambi¨¦n ha practicado la discreci¨®n en la exposici¨®n. Solo hay una foto de ella, sonriente, jovenc¨ªsima. A sus espaldas tiene una dilatada trayectoria como periodista radiof¨®nica, pionera en R¨¤dio 4 donde dirigi¨® en 1983 Les Dones, un programa con mirada de g¨¦nero en los ochenta. Fue socia fundadora de la Associaci¨® de Dones Periodistes de Catalunya, y tambi¨¦n dirigi¨® la asociaci¨®n. La exposici¨®n, me dice, es solo una de las patas de su investigaci¨®n. Tiene previsto escribir un libro, y ha creado tambi¨¦n un banco de voces impresionante ¡ªjunto a la periodista Sandra Balagu¨¦ y el t¨¦cnico Josep Maria Adell¡ª con archivos sonoros actuales e hist¨®ricos que de no estar ah¨ª posiblemente se perder¨ªan.
Uno de los audios que me llama la atenci¨®n es del consultorio radiof¨®nico de Elena Francis, de los sesenta, que locuta Maruja Fern¨¢ndez. Una mujer le cuenta que ha visto a su marido yendo a un bar con otros hombres. Elena Francis responde as¨ª:
¡°Mi querida se?ora, el problema que me plantea es delicado, pero no imposible de resolver. Usted tiene que tener mucho tacto y delicadeza para saber atraer a su marido de una forma amable y sin que ¨¦l se d¨¦ cuenta. Ya tiene la certeza de que acude a ese bar de mala nota puesto que le ha sorprendido en ¨¦l, pero no haga mucho caso de los rumores y comentarios que escuche porque posiblemente sean exagerados. Usted debe comportarse como si no hubiera ocurrido nada, sin darle importancia, con el fin de que su esposo recobre la confianza perdida[¡]. Sea cari?osa con ¨¦l, cu¨¦ntele sus confidencias[...]. En el momento que le reprochara su supuesta conducta homosexual, le puedo asegurar que el problema adquirir¨ªa caracteres m¨¢s graves y ¨¦l continuar¨ªa en sus trece y quiz¨¢ con m¨¢s afici¨®n que antes. Es cuesti¨®n de sacrificarse un poquit¨ªn para salvar el matrimonio de la ruina¡±.
Los consultorios radiof¨®nicos emergieron durante el franquismo. A trav¨¦s de ellos se difundieron claras consignas para construir a una mujer sumisa. ¡°Fue una c¨®mplice perfecta del patriarcado¡±, explica la exposici¨®n sobre aquel tipo de radio. La muestra repasa c¨®mo la dictadura franquista arras¨® con los proyectos en las ondas desarrollados durante la Rep¨²blica, persigui¨® la lengua y la cultura catalanas y silenci¨® cualquier disidencia, castigando a toda aquella persona que se hubiese significado.
La exposici¨®n avanza en el tiempo, y repasa la radio musical, el entretenimiento, los deportes, la informaci¨®n... hasta llegar hoy. ¡°La historia de las mujeres en la radio es una historia de ¨¦xito, aunque ha costado much¨ªsimo llegar hasta aqu¨ª¡±, asegura Alt¨¦s. Uno de los ejemplos de ese ¨¦xito es que Catalunya R¨¤dio haya apostado de nuevo por una mujer, Laura Rosel, para dirigir su matinal despu¨¦s de la salida por desacuerdos con la direcci¨®n de la periodista M¨°nica Terribas. Seguro que no pocos hombres anhelan ese puesto.
Al final de la muestra, unos paneles informativos recuerdan a las mujeres que actualmente dirigen programas en la radio y describen sus trayectorias. Son muchas, conocidas y menos medi¨¢ticas. Pero me llaman la atenci¨®n algunas ausencias, como la de la periodista Anna Puns¨ª, de la SER, que si no dirige un programa es probablemente porque no quiere. Este a?o ha sido galardonada con el premio a la mejor profesional por R¨¤dio Associaci¨® de Catalunya. Tambi¨¦n echo en falta a Lourdes Lancho, de la misma cadena, que dirige en verano el magazine estrella del fin de semana de la cadena, A Vivir que son dos d¨ªas.
Salgo del museo pensando en la cantidad de historias que cuenta la exposici¨®n: la primera t¨¦cnica de radio, la primera locutora, la primera jefa de un programa informativo, la primera disc jockey¡ Tambi¨¦n destaca el papel esencial en la historia de la radio catalana de emisoras como R¨¤dio Barcelona, de la SER, o R¨¤dio 4, de RNE, ahora que parece que todo se juegue entre Catalunya R¨¤dio y Rac1.
Ya de regreso al encierro del teletrabajo, le doy vueltas al rol de las mujeres en la prensa escrita. Dudo que alguien pueda definirlo como una historia de ¨¦xito, con sueldos y categor¨ªas inferiores, destinadas a engordar la base y ser simb¨®licas en la direcci¨®n. Quiz¨¢ un d¨ªa, alguna periodista dedique cuatro a?os de su vida a investigarlo. Seguro que cuando organice una exposici¨®n no faltar¨¢ el comentario bienintencionado de un hombre sincero: ¡°?Eso no le interesa a nadie!¡±. Bueno, a muchas mujeres, s¨ª.