Fantasmas culturales
Parece no existir m¨¢s la sociedad civil en la cultura, sus trabajadores viven al raso de la pandemia, algunos empiezan a no tener un plato en la mesa
Tiempos fantasmales, las cosas est¨¢n y no est¨¢n a la vez. Un amigo me cuenta que cada d¨ªa se acerca a la playa para ver si el mar sigue all¨ª o ha desaparecido. Es una de sus iron¨ªas, una broma seria. Le argumento justo lo contrario. El mundo ¡ªla materialidad hipn¨®tica de todo alrededor¡ª no ha desaparecido sino que se ha vuelto brutal y presente como nunca. Tan cruel que da miedo mirarlo. Porque esto que sigue sucediendo, sin final, se est¨¢ llevando mucho por delante, y lo que sea que est¨¦ naciendo ¡ªpuesto que ya me dir¨¢s t¨² c¨®mo se arregla quien est¨¢ perdiendo el trabajo, la casa y la comida¡ª,...
Tiempos fantasmales, las cosas est¨¢n y no est¨¢n a la vez. Un amigo me cuenta que cada d¨ªa se acerca a la playa para ver si el mar sigue all¨ª o ha desaparecido. Es una de sus iron¨ªas, una broma seria. Le argumento justo lo contrario. El mundo ¡ªla materialidad hipn¨®tica de todo alrededor¡ª no ha desaparecido sino que se ha vuelto brutal y presente como nunca. Tan cruel que da miedo mirarlo. Porque esto que sigue sucediendo, sin final, se est¨¢ llevando mucho por delante, y lo que sea que est¨¦ naciendo ¡ªpuesto que ya me dir¨¢s t¨² c¨®mo se arregla quien est¨¢ perdiendo el trabajo, la casa y la comida¡ª, los apa?os nuevos, hay poca manera de verlos. Parece una contradicci¨®n, y debe de serlo: de tan visible no lo vemos. No lo miramos porque el primer deber ciudadano es no dejarse decaer. El mar sigue en su sitio. Eso parece. Si tienes plato en la mesa.
M¨¢s all¨¢ de lo que poqu¨ªsimo que est¨¢n haciendo las administraciones, ?no hay sociedad civil en la cultura?
Los trabajadores culturales empiezan a no tener plato en la mesa. Estos d¨ªas he vuelto a ver por la tele un reparto de comida de Act¨²a Ayuda Alimenta. Comida para gentes del espect¨¢culo, mayormente. En Catalu?a y en Madrid. Es el brazo alimentario de la Asociaci¨®n Cultura a la Carta, plataforma fundada de urgencia este a?o por Sergi Cochs y Adam Colyer, que tambi¨¦n llevan Djs contra la Fam, y la actriz Nora Navas. En Catalu?a ya hicieron repartos en junio y en julio. Las cajas de comida provienen del Banc dels Aliments, que justo acaba de iniciar el Gran Recapte 2020, a trav¨¦s como siempre de los s¨²pers y, este a?o pand¨¦mico, tambi¨¦n por la red. El Banc alerta que con las reservas actuales no llegar¨¢ a finales de a?o.
Y, como si esta fuera la primera vez que lo preguntara, me da por pensar d¨®nde est¨¢ la tan en otros tiempos tra¨ªda y llevada sociedad civil, muy en particular la sociedad civil cultural. Catalu?a es de estos rincones del mapa del mundo <CW-2>mundial que presume de tener sociedad civil, para todo, y m¨¢s en el campo de la cultura. El Liceo, el Palau de la M¨²sica, Gaud¨ª y sus mecenas, la Mancomunitat, el Institut-Escola, los ateneos populares. Siempre llorando la Rep¨²blica (con perd¨®n) y hasta los tiempos de ¡°quan mataven pels carrers¡± (otro perd¨®n) por su dinamismo. ?Y ahora? Vuelvo a escribir sobre la indigencia a que se est¨¢ sometiendo a la creaci¨®n ahora mismo. La m¨¢s joven sobre todo. Claro que se inventan cosas, para paliarla, las gentes del teatro y del cine, del circo, de la danza y de la m¨²sica, del dise?o y del verso y la letra impresa, todos: los creadores y los equipos que hacen posible la creaci¨®n. Pero se espera que lo hagan gratis. Que no se quejen demasiado, ni levanten la voz.
La creaci¨®n est¨¢ sometida a la indigencia. Se espera que se haga gratis. Que no se quejen demasiado, ni levanten la voz
M¨¢s all¨¢ de lo que est¨¢n haciendo los gobiernos (tenemos varios), que es poqu¨ªsimo, ?no hay sociedad civil en la cultura? Han surgido mecenas para librer¨ªas en Barcelona. Tatxo Benet ha levantado la nueva Ona y Sergi Ferrer Salat espera abrir la Finestres en marzo. No es sin embargo suficiente para creer que estamos ante una sociedad civil cultural, ni para el mundo del libro. Menos a¨²n para el conjunto de los colectivos culturales, variados y en constante mutaci¨®n y hasta reproducci¨®n. Museos y galer¨ªas y centros de arte y de cultura est¨¢n estabornits, me reconoci¨® hace poco un directivo. Est¨¢n sin horizonte, como todos, claro, pero sobre todo est¨¢n sin interlocutores en la cosa p¨²blica. Tambi¨¦n como todos, pero con la salvedad de que estamos hablando de centros p¨²blicos que se financian con dinero de todos. Y de lo p¨²blico se espera que piense m¨¢s y m¨¢s r¨¢pido en una crisis. En este desistimiento gubernamental acompa?ado de restricciones pand¨¦micas no siempre claras, puede cocerse, si no lo est¨¢ haciendo ya, una desconfianza monumental de los vecinos hacia las instituciones culturales (p¨²blicas, insisto), cree mi interlocutor. Lo considera porque ya lo est¨¢ viviendo, porque las puertas abiertas culturales son espacios de relaci¨®n que, si no reaccionan ante el presente, dejar¨¢n de serlo, se momificar¨¢n. No se lo puedo negar ni ponerle pa?os calientes.
Otra plataforma, Actua Cultura, se moviliza para lograr un mayor presupuesto de la Generalitat. El CoNCA (Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes) acaba de presentar su tremendo informe de la pandemia cultural. Qu¨¦ es la sociedad civil y qu¨¦ debiera ser ahora, que se lo pregunten a la fundaci¨®n Arrels, que no para de desgranar cifras de pobreza y de personas durmiendo en las calles de Barcelona cada vez mayores, o a Caritas. Para el mundo de la cultura, de la que tanto se alardea, tambi¨¦n empieza a ser urgente lo mismo: un plato en la mesa, un techo donde dormir cuando no puedes pagar el alquiler.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y cr¨ªtica cultural.