Pol¨ªtica de segmentaci¨®n
Cada usuario conforma con sus elecciones una esfera ideol¨®gico-comunicativa propia sin ser consciente. A medida que se adentra en el uso de las redes sociales sus decisiones est¨¢n cada vez m¨¢s condicionadas
Hace algunos a?os que damos la batalla equivocada. Impelidos por las redes sociales y la expansi¨®n audiovisual, hemos convertido la discrepancia ¡ªpol¨ªtica, social, econ¨®mica¡ª en frentismo desaforado. El fen¨®meno, sin ser nuevo en lo gen¨¦rico, lo es en lo sustancial. De los frentes de anta?o que reforzaba la prensa ideol¨®gica, aunque no sin dificultades, se pod¨ªa salir. De los actuales, debido a la segmentaci¨®n de las audiencias, cada vez menos.
Lo explica el documental El dilema de las redes (2020). Cada usuario conforma con sus elecciones una esfera ideol¨®gico-comunicativa propi...
Hace algunos a?os que damos la batalla equivocada. Impelidos por las redes sociales y la expansi¨®n audiovisual, hemos convertido la discrepancia ¡ªpol¨ªtica, social, econ¨®mica¡ª en frentismo desaforado. El fen¨®meno, sin ser nuevo en lo gen¨¦rico, lo es en lo sustancial. De los frentes de anta?o que reforzaba la prensa ideol¨®gica, aunque no sin dificultades, se pod¨ªa salir. De los actuales, debido a la segmentaci¨®n de las audiencias, cada vez menos.
Lo explica el documental El dilema de las redes (2020). Cada usuario conforma con sus elecciones una esfera ideol¨®gico-comunicativa propia sin ser ¡ªy esa es la clave¡ª consciente de ello. A medida que se adentra en el uso de las redes sociales, sus decisiones est¨¢n cada vez m¨¢s condicionadas. Una vez segmentado en su burbuja, con est¨ªmulos constantes de aquellos con marcos mentales parecidos al suyo, forma con ellos una comunidad de confort.
Por un lado, las redes sociales proyectan la sensaci¨®n en el usuario que todo lo que acontece a su alrededor va a velocidad de v¨¦rtigo y, por tanto, le intranquilizan. Por otro, y como ant¨ªdoto, le ofrecen una sensaci¨®n de seguridad llev¨¢ndole a un entorno virtual donde se refuerzan los criterios propios y que, para simplificar, le da continuamente la raz¨®n. Las dudas sobre las propias reflexiones, caso que las haya, desaparecen para dar paso a las certezas.
Las redes sociales dan derecho a hablar a legiones de idiotas que solo hablaban tras un vaso de vino
Umberto Eco expres¨® (La Stampa, 2015) que ¡°las redes sociales le dan el derecho a hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar tras de un vaso de vino, sin da?ar a la comunidad. Entonces eran silenciados r¨¢pidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel¡± que, a?ado, es probable que no tenga perfil en la red. El semi¨®logo lo defini¨® como ¡°la invasi¨®n de los idiotas¡±, pero es peor. Estos idiotas ¡ªcualquiera de nosotros¡ª, no solamente opinan, sino que se sienten arropados por el jaleo de sus burbujas, que a la vez incrementa su af¨¢n por continuar pontificando.
En el mundo audiovisual sucede algo parecido. En el momento clave de La voz m¨¢s alta (2019), la serie sobre el creador del canal por cable Fox News, Roger Ailes (Russell Crowe) plantea a sus directivos que no deben dirigir la televisi¨®n ¡°a todo el mundo¡±, sino a un nicho. ¡°Tenemos que programar directamente para el espectador que est¨¢ predispuesto a comprar lo que intentamos vender¡±, sostiene. ¡°Si logramos eso, nunca cambiar¨¢n de canal¡±. Dejar¨¢n que otros muchos canales compitan por la audiencia progresista de una mitad de los Estados Unidos mientras ellos son ¡°los amos de la otra mitad¡±.
Las redes y la Fox han consolidado el fen¨®meno trumpista que, pese a su derrota, est¨¢ lejos de agotarse
Por poco al corriente que est¨¦n de la pol¨ªtica norteamericana, sabr¨¢n de la importancia de las redes y de la Fox en la consolidaci¨®n del fen¨®meno trumpista que, pese a su derrota, est¨¢ lejos de agotarse. Como recog¨ªa Kiko Llaneras el 7 de noviembre en este diario, el 96% de los votantes dem¨®cratas y el 89% de los republicanos aseguraba que ¡°sentir¨ªa miedo¡± si ganaba el rival. Reflejo de un fen¨®meno: ciudadanos impermeables a mensajes del exterior de sus respectivas esferas. Esto, muy evidente en Norteam¨¦rica, tambi¨¦n se da en nuestro pa¨ªs. Cada vez m¨¢s partidos pol¨ªticos han apostado por la segmentaci¨®n que permiten redes y audiovisual.
El objetivo no es otro que ganar por la m¨ªnima para aplicar el propio programa o influir en una determinada agenda con una minor¨ªa. Ya no se trata de plantear un programa para el grueso de la sociedad que luego sea validado con mejor o peor fortuna por el elector, sino que directamente se renuncia a una parte sustancial de la misma para consolidar un nicho concreto de votante. El cambio es sustancial.
Dec¨ªa al principio que damos la batalla equivocada. Cada mensaje que lanza la pol¨ªtica planteando opciones a blanco y negro es pernicioso para nuestra democracia porque contribuye a blindar y a alimentar las distintas burbujas ideol¨®gicas en un entorno comunicativo del que no es f¨¢cil escapar. Rehuir la complejidad, los valores de la raz¨®n y de la cr¨ªtica ilustrados por los que durante siglos pelearon y murieron miles de personas y apostar por el confort de los dogmas para defender nuestras posiciones es una equivocaci¨®n. Debemos ir al encuentro de la diferencia y dejar de segmentar o seremos desbordados por aquellos que esperan sacar provecho de nuestros miedos.