Un submundo de cart¨®n y madera devorado por el fuego
El inmueble, que fue ocupado en 2008, estaba sin agua y con la luz pinchada
La nave de la calle Guifr¨¦ de Badalona era desde 2008 un submundo donde viv¨ªan amontonados quienes la burocracia no legalizaba.
Ndi¨¦me Ndao tiene 47 a?os, trabaja como controlador de accesos y ya es ¡°legal¡±, como dice ¨¦l mismo. Pero nadie le alquila un piso. Originario de Senegal, dice que es por el color de su piel. Hasta el mi¨¦rcoles viv¨ªa en la nave que ocup¨® junto a otros nueve compatriotas en 2008. ¡°Empezaba la crisis y muchos no ten¨ªamos ni permiso de trabajo ni lugar donde vivir. Unos amigos me dijeron que hab¨ªa ...
La nave de la calle Guifr¨¦ de Badalona era desde 2008 un submundo donde viv¨ªan amontonados quienes la burocracia no legalizaba.
Ndi¨¦me Ndao tiene 47 a?os, trabaja como controlador de accesos y ya es ¡°legal¡±, como dice ¨¦l mismo. Pero nadie le alquila un piso. Originario de Senegal, dice que es por el color de su piel. Hasta el mi¨¦rcoles viv¨ªa en la nave que ocup¨® junto a otros nueve compatriotas en 2008. ¡°Empezaba la crisis y muchos no ten¨ªamos ni permiso de trabajo ni lugar donde vivir. Unos amigos me dijeron que hab¨ªa una nave con un cartel que dec¨ªa que se vend¨ªa. A nadie le gusta hacer ilegalidades. No tuvimos otro remedio¡±, confiesa Ndao. Durante a?os fueron solo una decena de sin papeles los que malviv¨ªan en la nave y com¨ªan de lo que sacaban recogiendo chatarra o trabajando como manteros. ¡°En 2012 fue brutal, empezaron a venir paisanos desesperados. Llegamos a ser entre 100 y 150. Cada uno se constru¨ªa su habitaci¨®n con madera y cartones y luego, si ven¨ªan compatriotas, les dejabas compartir la zona.
El mi¨¦rcoles en la primera planta hab¨ªa seis habitaciones, en la segunda 12 y en la tercera, 11. En otro espacio hab¨ªa entre 10 y 12 habitaciones. En cada habitaci¨®n entre cinco y siete personas. La mayor¨ªa de Senegal pero tambi¨¦n de Guinea, Mali, Marruecos. Tambi¨¦n hab¨ªa espa?oles, pero estos se fueron pronto porque les dieron pisos sociales¡±, asegura Ndao.
Antes de la pandemia les cortaron el agua. ¡°?bamos con garrafas a la fuente. Nos ase¨¢bamos con agua fr¨ªa¡±, asegura. Intentaron hablar con el Ayuntamiento de Badalona para que, de alguna manera, volviera el agua. No lo consiguieron. Nadie quer¨ªa poner a su nombre un nuevo contador. De forma espont¨¢nea algunos se dedicaban a gestionar la limpieza de los espacios comunes o a implementar las sugerencias de entidades como Cruz Roja que les proporcion¨® a los okupas un botiqu¨ªn comunitario.
Ndao recuerda que al principio, en 2008, cocinaban ¡ªlos pocos habitantes de la nave¡ª juntos. ¡°Ahora en cada habitaci¨®n hab¨ªa un fog¨®n el¨¦ctrico y en cada habit¨¢culo hac¨ªamos llegar los cables con la luz que estaba pinchada en la calle. El cable se nos hab¨ªa quemado muchas veces. No s¨¦. No somos electricistas. Nadie nos ayud¨®¡±, explica.