Democracia o vida no es el dilema
Unos apelan a la salud comunitaria, otros a la urgencia de cambiar la composici¨®n del Parlament, y otros est¨¢n muy sospechosamente entregados a no demorar el deber y derecho de los ciudadanos
Es obvio que si no hubiera habido pandemia del coronavirus, las elecciones catalanes del 14 de febrero ya tendr¨ªan a los partidos pol¨ªticos engrasando sus maquinarias y puli¨¦ndolas. M¨¢s esto ¨²ltimo, ya que engrasando lo hacen d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n sin necesidad de elecciones a la vista. Pero la realidad es la que es. Hay una pandemia devastadora, en t¨¦rminos sanitarios, epidemiol¨®gicos y s...
Es obvio que si no hubiera habido pandemia del coronavirus, las elecciones catalanes del 14 de febrero ya tendr¨ªan a los partidos pol¨ªticos engrasando sus maquinarias y puli¨¦ndolas. M¨¢s esto ¨²ltimo, ya que engrasando lo hacen d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n sin necesidad de elecciones a la vista. Pero la realidad es la que es. Hay una pandemia devastadora, en t¨¦rminos sanitarios, epidemiol¨®gicos y sociales. Estos d¨ªas todav¨ªa no tenemos noticias muy claras de que la curva de contagios alcance la cima y comience a bajar. A d¨ªa de hoy, los quir¨®fanos est¨¢n a punto de la saturaci¨®n.
La presi¨®n asistencial en las UCI se acerca a lo insoportable. Encima, la variante brit¨¢nica ya causa el 7% de los contagios en Barcelona, seg¨²n an¨¢lisis realizados en el hospital Vall d¡¯Hebron. El paisaje es el que es despu¨¦s de ninguna batalla, porque la batalla es el mismo paisaje. En estas circunstancias, en medio de esta excepcional situaci¨®n, se debate si tienen que celebrarse las elecciones catalanes el 14 de febrero.
El debate est¨¢ en la calle, en la sede de los partidos pol¨ªticos y sus intereses leg¨ªtimamente partidistas (pero partidistas al fin) y unos tribunales de justicia que si no es (y quiero creer que no lo es), dan la impresi¨®n de una connivencia con los intereses de uno de los contendientes en la lucha electoral. Unos apelan a la salud comunitaria, otros a la urgencia de cambiar la composici¨®n del Parlament, y otros est¨¢n muy sospechosamente entregados a no demorar ni un minuto el deber y el derecho de los ciudadanos de Catalu?a de cumplir con un ejercicio democr¨¢tico.
Hace unas semanas el ya exministro de Sanidad Salvador Illa anunciaba su candidatura por el PSC para presidir la Generalitat. A los pocos d¨ªas, algunos sondeos le auguraron resultados alentadores, encaram¨¢ndole a la cabeza de los votos, seguido de ERC. Illa, tambi¨¦n en esas mismas encuestas, obtuvo el reconocimiento como el mejor candidato, incluso entre quienes no son votantes de su partido. El socialista est¨¢ preparado para arrancar votos a diestra y siniestra. As¨ª que est¨¢ claro que cuanto antes se celebren las elecciones, rumian los pilotos en la sala de m¨¢quinas del PSC, el ¡°efecto Illa¡± cristalizar¨¢ en un resultado hist¨®rico. Los partidos que conforman el actual Gobierno, Junts y Esquerra, pero tambi¨¦n Comuns y Ciudadanos, estaban de acuerdo con el aplazamiento. Lo hicieron amparados en la dudosa oportunidad de celebrar unas elecciones en medio de una pandemia de incuestionable letalidad. Y as¨ª lo mostraron con su aplazamiento en el Bolet¨ªn de la Generalitat, hasta el 30 de mayo. Y entonces entr¨® en liza el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a (TSJC), que dict¨® de manera cautelar la celebraci¨®n el d¨ªa 14, aunque no ser¨¢ hasta el pr¨®ximo 8 de febrero, es decir, en plena campa?a, cuando dicte un fallo definitivo sobre el aplazamiento. Se plantea un interrogante, ?qu¨¦ pasar¨ªa si el TSJC decide postergar las elecciones hasta nuevo aviso, congelando la campa?a electoral y dejando fuera de juego a un candidato, Salvador Illa, que dimiti¨® justamente para presentarse a esas elecciones que necesita, como agua de febrero, que se celebren? Y si el TSJC no las suspende, ?no plantear¨ªa una duda razonable sobre su imparcialidad?
Somos muchos los que tenemos ganas de que algo cambie en Catalu?a. Yo el primero. Formo parte de esa enorme porci¨®n de ciudadan¨ªa fatigada de tanta mayor¨ªa independentista (nunca acorde hasta ahora con una mayor¨ªa social en la misma direcci¨®n), incapaz ya no solo de ponerse de acuerdo entre s¨ª, sino de dejar aparcados desacuerdos y metas republicanas por un tiempo y centrarse en la gesti¨®n competente y despolitizada (s¨ª, s¨ª, despolitizada) de la pandemia, la sanitaria y la socioecon¨®mica que nos afecta a todos, a nosotros y a nuestros hijos, sean independentistas o no.
Pero a pesar de esta urgencia de cambio, me sumo a los que est¨¢n a favor de que las elecciones no se celebren el 14 de febrero. Mis reservas responden a los inquietantes indicadores epidemiol¨®gicos y sanitarios, pero tambi¨¦n, adem¨¢s de la necesidad de creer en el TSJC, a la probable abstenci¨®n, sobre todo cuando ya se prev¨¦ que crecer¨¢ respecto a la que se dio en las elecciones de 2017. ?Y si se suspendieran las elecciones hasta pasado el verano, cuando el 70% de la poblaci¨®n ya est¨¦ inmunizada? Recordemos que B¨¦lgica estuvo 650 d¨ªas con un gobierno interino, entre diciembre de 2018 y enero del 2020. Ese gobierno interino no debi¨® hacerlo tan mal, porque la percepci¨®n de la poblaci¨®n belga, franc¨®fonos y flamencos, fue que todo se sigui¨® haciendo igual de bien. En Catalu?a el gobierno de la Generalitat s¨®lo tendr¨ªa que optar por hacer bien aquello que ahora no hace tan bien. No es tan dif¨ªcil.