Desconfinar la libertad de expresi¨®n
Me parece una barbaridad que Pablo Has¨¦l haya sido condenado a prisi¨®n por las cosas que ha cantado y, por tanto, hay que hacer lo posible para que salga ya
La condena, detenci¨®n y encarcelamiento del rapero Pablo Has¨¦l ha puesto de relieve, una vez m¨¢s, el problema que tiene Espa?a con la libertad de expresi¨®n. Es esta una pieza articular de la democracia, baremo de su calidad, y protegerla es obligaci¨®n primordial de las instituciones. Si el Gobierno de izquierdas no es capaz de cambiar las inercias de los ¨²ltimos a?os, vamos a acabar enfilando el pat¨¦tico destino de las democracias iliberales del Este.
El poder, por naturaleza, tiende siempre a creer que se habla demasiado y a pensar que si acomoda el espacio de lo que se puede decir se ...
La condena, detenci¨®n y encarcelamiento del rapero Pablo Has¨¦l ha puesto de relieve, una vez m¨¢s, el problema que tiene Espa?a con la libertad de expresi¨®n. Es esta una pieza articular de la democracia, baremo de su calidad, y protegerla es obligaci¨®n primordial de las instituciones. Si el Gobierno de izquierdas no es capaz de cambiar las inercias de los ¨²ltimos a?os, vamos a acabar enfilando el pat¨¦tico destino de las democracias iliberales del Este.
El poder, por naturaleza, tiende siempre a creer que se habla demasiado y a pensar que si acomoda el espacio de lo que se puede decir se le allanar¨¢ el camino, pero precisamente porque sabemos lo que les pide el cuerpo a los poderosos hay que trabajar para que no se perpet¨²en las pol¨ªticas restrictivas. La historia pesa y en un pa¨ªs que viene de una tradici¨®n autoritaria, cuya alargada sombra sigue planeando sobre determinados sectores sociales e institucionales (el mapa electoral de Vox es muy ilustrativo en este sentido), parece que es dif¨ªcil que se entienda que los l¨ªmites a la libertad de expresi¨®n deben ser m¨ªnimos y que toda restricci¨®n acaba haciendo gangrena. Los a?os de Gobierno del PP han complicado el problema. Con la coartada del terrorismo y con tab¨²s como la patria y la Corona, la legislaci¨®n se ha ido radicalizando, hasta llegar al absurdo del delito subjetivo que castiga con prisi¨®n ¡°ep¨ªtetos, calificativos o expresiones que contienen un mensaje de odio que se transmite de forma gen¨¦rica¡±.
El caso de Pablo Has¨¦l ha coincidido con la irrupci¨®n en escena de Isabel Medina Peralta, convertida en figura estelar de un ominoso acto de homenaje a la Divisi¨®n Azul, en el que se autoproclam¨® fascista y concluy¨® su arenga con la terror¨ªfica consigna: ¡°El jud¨ªo es culpable¡±. Algunos piden la intervenci¨®n judicial, aunque con cierto escepticismo, porque las actuaciones en esta materia acostumbran a estar decantadas, y la extrema derecha sale a menudo de rositas. Es dif¨ªcil construir una frase m¨¢s abominable que la de Isabel Medina.
Me parece una barbaridad que Pablo Has¨¦l haya sido condenado a prisi¨®n por las cosas que ha cantado y, por tanto, hay que hacer lo posible para que salga ya. Y lo digo sin ninguna simpat¨ªa por las palabras del rapero, a menudo contaminadas de una inquietante querencia por la violencia. Pero al mismo tiempo, a pesar del asco que me provoca la se?ora Medina, tampoco me gustar¨ªa que la mandaran a la c¨¢rcel por lo que ha dicho (otra cosa ser¨ªa por lo que pueda hacer).
Limitar la libertad de expresi¨®n no ayuda a resolver los problemas y en cambio puede servir para construir siniestras figuras de h¨¦roes, que en algunos casos, como Medina, no lo ser¨¢n de la libertad sino del mal. Que cada cual diga las barbaridades que quiera es garant¨ªa de que todos podamos decir lo que queremos.
La democracia representa exactamente lo contrario de cualquier r¨¦gimen autoritario: todo ciudadano puede expresarse libremente. La negaci¨®n de la palabra, la condena del discrepante (al modo Nalvani) est¨¢n contraindicadas. A la extrema derecha hay que combatirla, no establecer complicidades con ella (como hace la derecha espa?ola), ni prohibirla. Y, en lo posible, ningunearla. Es la fortaleza de la cultura democr¨¢tica la que nos salvar¨¢ y pasa por la libertad de expresi¨®n. Y por eso es urgente liberalizar la legislaci¨®n espa?ola.
Un cantante entrando en la c¨¢rcel por la letra de sus canciones no es precisamente un buen mensaje que la justicia espa?ola da al mundo. Hemos aplicado la ley, dicen. Pues que se cambie ya. Todo derecho tiene sus l¨ªmites en los derechos de los dem¨¢s. Hay mecanismos legales suficientes para que las personas que se puedan sentir afectadas por las palabras de otro act¨²en en defensa de sus intereses. Las palabras pronunciadas, como todo acto social, tienen efectos y es sobre ellos que, si es necesario, habr¨¢ que actuar. Prohibir la palabra es dar por supuestos los efectos antes de que se produzcan, reduciendo un derecho fundamental de los ciudadanos.
Cuando Sartre fue acusado por distribuir la ilegalizada ¡±Cause du peuple¡±, el general De Gaulle le exculp¨® diciendo: ¡±No se puede condenar a Voltaire¡±. Ni a Voltaire, ni a los militantes que compart¨ªan la pac¨ªfica protesta con Sartre, la libertad de expresi¨®n es un derecho de todos, no es un privilegio de los sabios de la naci¨®n. El Gobierno de izquierdas no puede dilatar m¨¢s su compromiso de cambiar las leyes en materia de libertad de expresi¨®n.