Imitaci¨®n de Italia
La f¨®rmula del presidente alpino Mario Draghi aplicada en Catalu?a no es el Gobierno independentista, que ya ha demostrado su esterilidad y su capacidad divisiva
Bajo la fascinaci¨®n de la destrucci¨®n, Donald Trump era hasta hace poco una figura inspiradora m¨¢s o menos oculta. Para unos, los que m¨¢s se le parecen, y para los otros, los que sin aparentes semejanzas mejor sintonizan con sus instintos contra el status quo, el deep state y los m¨¦todos disruptivos. Para nuestros trumpistas de derechas, los aut¨¦nticos, y para los excelentes emuladores que son nuestros trumpistas de izquierdas. Los resultados est¨¢n a la vista. El trumpismo destruye las instituciones y la democracia y acabar¨¢ destruy¨¦ndose a s¨ª mismo, despu¨¦s de dividir y hundir e...
Bajo la fascinaci¨®n de la destrucci¨®n, Donald Trump era hasta hace poco una figura inspiradora m¨¢s o menos oculta. Para unos, los que m¨¢s se le parecen, y para los otros, los que sin aparentes semejanzas mejor sintonizan con sus instintos contra el status quo, el deep state y los m¨¦todos disruptivos. Para nuestros trumpistas de derechas, los aut¨¦nticos, y para los excelentes emuladores que son nuestros trumpistas de izquierdas. Los resultados est¨¢n a la vista. El trumpismo destruye las instituciones y la democracia y acabar¨¢ destruy¨¦ndose a s¨ª mismo, despu¨¦s de dividir y hundir en la violencia a la sociedad que lo ha hecho nacer.
Ahora, frente a Trump, respiramos aliviados cuando Mario Draghi se convierte en la nueva figura inspiradora para abordar la doble emergencia, la sanitaria y la econ¨®mica de la reconstrucci¨®n. El Gobierno italiano que preside es el de m¨¢s amplia base desde los tiempos de la unidad nacional antifascista en las postrimer¨ªas de la guerra. Draghi no quiere ponerle adjetivos. Es ¡°simplemente un gobierno de pa¨ªs¡±. ¡°El crecimiento de una econom¨ªa ¡ªadvierte¡ª no depende s¨®lo de factores econ¨®micos, sino de las instituciones y de que la confianza de los ciudadanos, de las esperanzas y los valores compartidos¡±.
El momento italiano, como el momento espa?ol y catal¨¢n, es de una emergencia extrema, que Draghi compara con los a?os de la reconstrucci¨®n despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. La sociedad italiana, nuestras sociedades, se enfrentan a una emergencia, la m¨¢s severa de los ¨²ltimos 80 a?os, en la que se juega el futuro. En el caso catal¨¢n, a la emergencia sanitaria y de la reconstrucci¨®n econ¨®mica se a?ade una emergencia de pa¨ªs. Una parte de la c¨²pula dirigente nacionalista est¨¢ en prisi¨®n o en el extranjero. Y las instituciones de autogobierno han sido maltrechas y paralizadas por unas pol¨ªticas divisivas, err¨®neas en todo, que han fracasado en el an¨¢lisis del que part¨ªan, en las estrategias y en su aplicaci¨®n. Catalu?a no sabe a d¨®nde va.
La emergencia de la pandemia y de la recesi¨®n, exigen lo m¨¢s parecido a un Ejecutivo de unidad
Si hay una sociedad europea que necesita pol¨ªticas de unidad e incluso un gobierno con la base parlamentaria m¨¢s ancha posible, tal vez incluso de unidad nacional, este es nuestro caso. Las palabras de Draghi sobre la relaci¨®n entre Italia y Europa, dedicadas a desvanecer las tentaciones euroesc¨¦pticas y las ideas de abandonar el euro, las podemos aplicar al caso catal¨¢n en su relaci¨®n con Espa?a. Como los italianos, los catalanes tenemos que estar orgullosos de la contribuci¨®n al crecimiento y los avances de la UE, y en nuestro caso de Espa?a. Sin Catalu?a no hay Espa?a, pero fuera de Espa?a no hay Catalu?a.
Exactas tambi¨¦n son las sentencias m¨¢s universales: ¡°No hay soberan¨ªa en la soledad. Solo hay el enga?o de lo que somos, el olvido de lo que hemos sido y la negaci¨®n de lo que podr¨ªamos ser¡±. Plenamente aplicables aqu¨ª: no haremos nada nosotros solos, con la soledad est¨¦ril de nuestro trumpismo. Nada haremos tampoco con una identidad est¨¢tica que es mentirosa y paralizante. Ni con la tergiversaci¨®n revisionista del camino extraordinario que hemos recorrido todos juntos, catalanes, espa?oles, europeos, los ¨²ltimos 50 a?os. As¨ª no nos atreveremos a recuperar la prosperidad, la estabilidad y la convivencia que nuestras sociedades se merecen.
?Qui¨¦n puede hacer esta tarea en Catalu?a? ?Cu¨¢l es el gobierno que levante tanta esperanza como el de Draghi entre los catalanes? Debe ser, ante todo, un gobierno que no persista en la divisi¨®n de la sociedad en dos hemisferios incompatibles, definidos por los vetos y las l¨ªneas rojas. No podr¨ªa ser, aunque lo permitieran las urnas, un gobierno constitucionalista, que invirtiendo su definici¨®n ser¨ªa el Gobierno del 155. Pero tampoco un Gobierno independentista, definido precisamente por el programa y la estrategia que no han conseguido la secesi¨®n de Espa?a pero han llevado a la secesi¨®n interior de los catalanes.
Sus tareas son bien claras. La pandemia ante todo. No hay duda de que un Gobierno de ancho base, sin rivalidades internas como las que tenemos hasta ahora, podr¨ªa gestionar mejor el combate contra el virus. Lo mismo se puede decir de la reconstrucci¨®n, centrada sobre todo en el fondo europeo de la pr¨®xima generaci¨®n, de gesti¨®n centralizada en La Moncloa, que requerir¨¢ la autoridad y la capacidad de di¨¢logo que s¨®lo un amplio acuerdo entre las fuerzas pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales catalanas puede dar.
La comunidad aut¨®noma se enfrenta a una reconstrucci¨®n, econ¨®mica pero tambi¨¦n social y pol¨ªtica
La tarea m¨¢s propia de este gobierno italiano de los catalanes es la superaci¨®n de la divisi¨®n y la reconciliaci¨®n. La mitad de los catalanes apoyan a quienes dicen que solo se puede conseguir con la amnist¨ªa y el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, mientras que la otra mitad piensa que es exactamente lo contrario: solo ser¨¢ posible con la lealtad a la Constituci¨®n, el respeto a la divisi¨®n de poderes y la renuncia a toda unilateralidad. Hay, por tanto, un Gobierno con capacidad de hacer las dos cosas contradictorias: vaciar las c¨¢rceles de pol¨ªticos catalanes y de abrir de nuevo las puertas del pa¨ªs al libre retorno de los dirigentes que huyeron, paso previo a la apertura de la mesa de di¨¢logo dentro de la legalidad constitucional ya acordada en el pacto de investidura del presidente Pedro S¨¢nchez entre el PSOE e Izquierda.
No es f¨¢cil dibujar el gobierno italiano para Catalu?a. Dentro de cada uno de los hemisferios separados en que se constituye la sociedad catalana hay dos polos extremos demasiado fuertes y paralizados por la inercia y el trauma de los ¨²ltimos diez a?os. Pero dentro tambi¨¦n hay dos polos, a¨²n m¨¢s fuertes, que lo ser¨ªan m¨¢s si fueran unidos. En lugar del Gobierno de unidad independentista que ha demostrado ya su esterilidad y divide la sociedad catalana, hay un Gobierno de unidad nacional efectiva, basado en la amplia mayor¨ªa del tripartito, Esquerra, Comunes y PSC, la base parlamentaria m¨¢s pr¨®xima a la que Draghi ha aplicado en Italia.
Deber¨ªamos hacer caso al premier italiano: ¡°La unidad no es una opci¨®n, es un deber¡±.