Pol¨ªtica entre palabras y pir¨®manos
La fuerza, mal usada, del vocablo democracia es tal que convierte en cenizas todo lo que toca: la Constituci¨®n, el Estatut, las leyes, los reglamentos y lo que haga falta
El l¨²cido periodista Jaume Barber¨¤ nos ahorra repetir el c¨¢lculo num¨¦rico. El 14-F pod¨ªan votar 5.368.881 electores, pero lo hicieron un total de 2.874.610, con 24.021 votos en blanco y 40.996 nulos. Es decir que vot¨® el 53,54% del censo. Los partidos independentistas obtuvieron 1.494.382 votos, el 47,33% del total. Bien, si sumamos los votos del PDeCAT (que no obtuvo ning¨²n esca?o), alcanzamos la cifra del 51,14% del total. Y al final vot¨® por la independencia el 26,98% del censo electoral de Catalu?a. Para verificar todo esto basta la calculadora de un tel¨¦fono m¨®vil. Y el domingo pudimos ve...
El l¨²cido periodista Jaume Barber¨¤ nos ahorra repetir el c¨¢lculo num¨¦rico. El 14-F pod¨ªan votar 5.368.881 electores, pero lo hicieron un total de 2.874.610, con 24.021 votos en blanco y 40.996 nulos. Es decir que vot¨® el 53,54% del censo. Los partidos independentistas obtuvieron 1.494.382 votos, el 47,33% del total. Bien, si sumamos los votos del PDeCAT (que no obtuvo ning¨²n esca?o), alcanzamos la cifra del 51,14% del total. Y al final vot¨® por la independencia el 26,98% del censo electoral de Catalu?a. Para verificar todo esto basta la calculadora de un tel¨¦fono m¨®vil. Y el domingo pudimos ver a la Sra. Paluzie, l¨ªder de la ANC, afirmar que se dan las condiciones para proclamar la independencia, o, cuidado con el matiz, para ¡°avanzar hacia¡± la independencia. La bandera espa?ola sigue en lo alto del Palau de la Generalitat, como siempre, sin que ning¨²n president, ni Mas, ni Puigdemont, ni Torra, la haya descolgado o haya salido al balc¨®n a proclamar lo que fuese. ?La Sra. Paluzie se cree lo que dice? Es un caso muy claro de ¡°disociaci¨®n cognitiva¡±. Las cifras te dicen una cosa, y responden a la realidad. Como dice el dicho: ¡°Los hechos o han sucedido o no han sucedido¡±, en cuanto a sus causas y sobre todo sus efectos, los debates dan para mucho, cierto. Y aqu¨ª estamos, ante un caso flagrante de pretender colarnos unos alternative facts (hechos alternativos) que no pueden existir. Hasta aqu¨ª, las cifras, como medio de anclarnos en la realidad.
En el largo proc¨¦s todo y cualquier cosa pod¨ªa ser legitimada por derivarse de un ¡°mandato democr¨¢tico¡±
Pero el problema se desliza a otro territorio, el de la relaci¨®n entre las palabras y la realidad, y esto ya es harina de otro costal. Es decir, el lenguaje. La pol¨ªtica se lleva mal, demasiado a menudo, con el principio de veracidad, por esto las ciencias sociales nos dan tan mala vida. Llama la atenci¨®n la p¨¦sima reputaci¨®n que tiene la palabra pol¨ªtica (y por derivaci¨®n ¡°los pol¨ªticos¡±) en el lenguaje popular. Tal pol¨ªtico es pillado en plena G¨¹rtel (o cualquier otra causa de parecida naturaleza) y dir¨¢ que es v¨ªctima de una ¡°maniobra pol¨ªtica¡±; o detr¨¢s de tal o cual iniciativa gubernamental o de uno u otro partido pol¨ªtico, se nos dir¨¢ que hay ¡°intereses pol¨ªticos¡±. Y, en cambio, la palabra democracia (y sus derivados: democr¨¢tico, democratizaci¨®n, etc.) goza de excelente salud, de inmejorable reputaci¨®n. Nadie acusa a sus adversarios pol¨ªticos de moverse por ¡°intereses democr¨¢ticos¡±, o cosas as¨ª. Al contrario, aqu¨ª hemos tenido un largo proc¨¦s en el que todo y cualquier cosa pod¨ªa ser legitimada por derivarse de un ¡°mandato democr¨¢tico¡±. ?De qui¨¦n? ?De los electores? ?Del derecho de participaci¨®n pol¨ªtica a trav¨¦s de elecciones en el marco legal previsto a tal efecto? Ni pensarlo; la fuerza, mal usada, del vocablo democracia es tal que convierte en cenizas todo lo que toca: la Constituci¨®n, el Estatut, las leyes, los reglamentos y lo que haga falta. Como el ¡°derecho a decidir¡±, seg¨²n sus promotores.
La pol¨ªtica se lleva mal con el principio de veracidad, por esto las ciencias sociales nos dan tan mala vida
Ahora bien, el salto del ¨¢ngel de esta distorsi¨®n entre palabras y hechos la hemos visto en las ¨²ltimas dos semanas, entre incendios, destrucciones y un intento de homicidio de un agente de la Guardia Urbana. Nuestra clase pol¨ªtica se ha dividido en dos, los que est¨¢n condenando los hechos (pero con retraso de muchos d¨ªas) y los que siguen haciendo contorsiones ling¨¹¨ªsticas inveros¨ªmiles (campe¨®n de los pesos pesados, la CUP) en su ¡°pol¨ªtica-vud¨²¡±. Como somos ¡°revolucionarios¡± (la CUP), no podemos decir que la culpa no es del ¡°sistema¡±. ?Ah! Otra palabra maldita que goza de excelente salud¡ Ciudadano, debes saber que la palabra sistema te proveer¨¢ de un placebo de teor¨ªa social, vale para un zurcido y un fregado, y te permite entender que puedes quemar media Barcelona, pero esto no es nada comparado con ¡°la insufrible injusticia que padecen los j¨®venes¡±. ?Cu¨¢les? Una nueva versi¨®n de la canci¨®n ¡°no nos representan¡±, como excusa para asaltar instituciones, estas s¨ª, democr¨¢ticas. Yo puedo saber cu¨¢nta gente representa a cada uno de los ocho partidos presentes en el Parlament, con total exactitud, y volvemos a la realidad de las cifras. Luego, noche tras noche, primero se manifiestan unos miles (no muchos m¨¢s) y al final, barra libre de violencia. Una chica italiana ha intentado (?presuntamente?) quemar a un agente policial dentro de su veh¨ªculo, pudimos verlo en televisi¨®n. De los otros detenidos, tres italianos m¨¢s y una francesa, esto se llama ¡°turismo revolucionario¡±. Pasa aqu¨ª y en muchas otras partes. Nuestras democracias no gozan de buena salud.