Econom¨ªa feminista para salir de la crisis
Hay que plantear otra forma de organizar el sistema para que los procesos que sostienen la vida est¨¦n en el centro
La neozelandesa Marilyn Waring fue la primera en plantear en 1988 que la econom¨ªa de mercado ignora el trabajo no remunerado de las mujeres. Lo hizo en un libro, Si las mujeres contaran (Vindicaci¨®n Feminista), que constataba la necesidad de colectivizar las tareas que permiten el mantenimiento de la vida y que no se reflejan en el PIB porque desde siempre las han hecho las mujeres de forma gratuita.
La llegada de la covid ha hecho que, por primera vez, hablemos de estas cosas en serio. El confinamiento y el teletrabajo, pero tambi¨¦n los empleos que se han revelado como esenciale...
La neozelandesa Marilyn Waring fue la primera en plantear en 1988 que la econom¨ªa de mercado ignora el trabajo no remunerado de las mujeres. Lo hizo en un libro, Si las mujeres contaran (Vindicaci¨®n Feminista), que constataba la necesidad de colectivizar las tareas que permiten el mantenimiento de la vida y que no se reflejan en el PIB porque desde siempre las han hecho las mujeres de forma gratuita.
La llegada de la covid ha hecho que, por primera vez, hablemos de estas cosas en serio. El confinamiento y el teletrabajo, pero tambi¨¦n los empleos que se han revelado como esenciales, han dejado al descubierto un modelo insostenible. Las mujeres no pueden seguir cargando con el peso de los cuidados y otras tareas indispensables sin cobrar por ello.
En Catalu?a las cifras son elocuentes. La mayor¨ªa de los contratos a tiempo parcial corresponden a mujeres y el 97% de ellas reconoce que no tiene alternativa porque necesita tiempo para cuidar de ni?os, ni?as o personas dependientes. Los recortes en guarder¨ªas y dependencia han obligado a miles de mujeres a abandonar el mercado laboral para asumir tareas de cuidados y las que tienen un empleo es en los sectores m¨¢s precarios y peor remunerados.
Desde los noventa, la econom¨ªa feminista denuncia estas contradicciones ¨ªntimamente vinculadas al sistema capitalista y alerta que no es sostenible mantener un modelo basado en la invisibilizaci¨®n de tareas esenciales. Nos propone desplazar el centro de inter¨¦s desde los mercados a las personas, recuperando como objetivo econ¨®mico el bienestar y no el crecimiento por el crecimiento.
Este 8 de marzo nos encontramos m¨¢s que nunca ante este debate porque hacemos frente a una crisis multidimensional en que se superponen, como mu?ecas rusas, distintas crisis como la sanitaria, la ecol¨®gica, la alimentaria, la social y la de cuidados, todas vinculadas con el devenir del sistema capitalista y las consecuencias m¨¢s negativas que ha tenido para la humanidad. Plantear otra forma de organizar la econom¨ªa, en la que los procesos que sostienen la vida est¨¦n en el centro y la norma sea la igualdad, aparece como una alternativa.
Ante la desigualdad creciente, la econom¨ªa feminista propone una transformaci¨®n radical de la sociedad porque vivir en igualdad significa dar vuelta a un mundo en que la norma es la desigualdad. Significa trabajar por un horizonte donde todas las personas, no solo las mujeres, tengan las mismas posibilidades. Esto supone un doble reto: buscar soluciones econ¨®micas y pol¨ªticas que socaven las brechas sociales y de g¨¦nero y que esas soluciones revaloricen el papel de las mujeres y otros colectivos discriminados.
La fil¨®sofa y escritora feminista, Nancy Fraser, sostiene que el feminismo no puede consistir en que algunas mujeres ocupen posiciones de poder y privilegios dentro de las jerarqu¨ªas existentes sino en superar esas jerarqu¨ªas. Esto implica desafiar la divisi¨®n entre producci¨®n y reproducci¨®n que define a la sociedad capitalista e impulsar un nuevo modelo que permita reducir el sesgo de g¨¦nero y la desigualdad. Es el momento de trabajar por ello.
Beatriz Silva es periodista y diputada del PSC.