No hay billetes para los trenes que han pasado
El discurso pol¨ªtico en Catalu?a gira en torno a la imposibilidad de progresar por falta de soberan¨ªa, pero no se aprovecha la capacidad de autogobierno para lograr las soberan¨ªas posibles, entre ellas la energ¨¦tica
En diciembre de 2012, el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas (CiU), y el l¨ªder de ERC, Oriol Junqueras, firmaron un pacto de gobernabilidad que ha marcado la pol¨ªtica hasta ahora. Coincidiendo con el auge del soberanismo, una parte del nacionalismo catal¨¢n convertido al independentismo encontr¨® en el agravio nacional la gran tapadera para la corrupci¨®n que se hab¨ªa protagonizado desde el Gobierno de la Generalitat y la gran excusa para camuflar las carencias y falta de proyecto en ¨¢mbitos esenciales de la acci¨®n de gobierno. No podemos hacer m¨¢s porque no nos dejan. Estos eran los...
En diciembre de 2012, el entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas (CiU), y el l¨ªder de ERC, Oriol Junqueras, firmaron un pacto de gobernabilidad que ha marcado la pol¨ªtica hasta ahora. Coincidiendo con el auge del soberanismo, una parte del nacionalismo catal¨¢n convertido al independentismo encontr¨® en el agravio nacional la gran tapadera para la corrupci¨®n que se hab¨ªa protagonizado desde el Gobierno de la Generalitat y la gran excusa para camuflar las carencias y falta de proyecto en ¨¢mbitos esenciales de la acci¨®n de gobierno. No podemos hacer m¨¢s porque no nos dejan. Estos eran los efluvios que emanaban del discurso nacionalista, trufado de tanto en tanto con derivas supremacistas a veces subliminales, a veces expl¨ªcitas: somos mejores (que ellos) pero no podemos demostrarlo porque tenemos las manos atadas a la espalda.
Cuando se haga el inventario, la d¨¦cada que se inici¨® con el detonante de la sentencia del Estatut ser¨¢ contemplada por muchos como la etapa en la que el independentismo ha estado m¨¢s cerca de lograr su objetivo, pero tambi¨¦n puede ser vista como una d¨¦cada perdida para el gobierno de lo concreto. Una d¨¦cada de decadencia, marcada por dos grav¨ªsimas crisis, la financiera de 2008 y la del coronavirus de 2020, en la que Catalu?a ha sufrido las consecuencias de la falta de gobierno y de liderazgo justo cuando m¨¢s falta hac¨ªa.
Era m¨¢s f¨¢cil vender un discurso victimista que afrontar el acelerado proceso de desindustrializaci¨®n y terciarizaci¨®n de la econom¨ªa. Era m¨¢s f¨¢cil culpar a Madrid de todas las inercias y los vac¨ªos, que afrontar pol¨ªticas inc¨®modas que obligan a tomar decisiones dif¨ªciles, como las que se necesitan para ordenar y reconducir el turismo o afrontar la transici¨®n energ¨¦tica. Y era m¨¢s f¨¢cil recortar y apretar las tuercas de un sistema sanitario sometido a un sobreesfuerzo permanente que aplicar reformas y buscar recursos para mejorarlo, por citar un ¨¢mbito en el que el deterioro es especialmente evidente. Siempre es m¨¢s c¨®modo no hacer que hacer, pero eso suele pagarse caro, porque el reloj no se para y cuando se dan cuenta, ya no se expenden billetes para los trenes que han pasado.
Se ha hablado mucho de soberan¨ªa en los ¨²ltimos 10 a?os, un concepto de soberan¨ªa decimon¨®nico, vinculado a la creaci¨®n del Estado naci¨®n, y muy poco de las soberan¨ªas concretas que, en el mundo interdependiente y globalizado, se conquistan con el gobierno de cada d¨ªa. La soberan¨ªa energ¨¦tica, por ejemplo, de la que depende no solo la prosperidad sino el equilibrio ambiental y social de las pr¨®ximas d¨¦cadas. Ahora resulta que, con las mismas reglas, cors¨¦s y constre?imientos que el resto de autonom¨ªas, estamos peor que las dem¨¢s. Y aqu¨ª no vale decir que la culpa, como siempre, es de Madrid. Fue culpa del Gobierno central, efectivamente, tener una regulaci¨®n tan desastrosa que no solo no promov¨ªa las energ¨ªas renovables, sino que las lastraba con una fiscalidad adversa, como el impuesto al sol que fren¨® en seco la autoproducci¨®n con placas fotovoltaicas. Eso nos ha colocado por detr¨¢s de Alemania por ejemplo en producci¨®n de energ¨ªa solar. Pero esas reglas reg¨ªan para todos, y por tanto, alguien deber¨ªa explicar por qu¨¦ Catalu?a, despu¨¦s de haber sido punta de lanza en innovaci¨®n tecnol¨®gica, est¨¢ ahora a la cola de Espa?a en producci¨®n de energ¨ªa de origen renovable. Con apenas 3.500 megavatios de potencia instalada, aporta poco m¨¢s del 7% de la que se produce en el conjunto de Espa?a, cuando el PIB catal¨¢n representa el 19%. En 2019 no llegaba al 10% la energ¨ªa consumida que proced¨ªa de fuentes renovables. No cumplimos las recomendaciones de la UE y estamos lejos de poder alcanzar los 10.000 megavatios instalados que deber¨ªamos tener dentro de 10 a?os.
En 2020 la Generalitat declar¨® la emergencia clim¨¢tica, pero eso debe traducirse en pol¨ªticas concretas. Hay que ponerse las pilas, en el sentido m¨¢s literal del t¨¦rmino, en tres ¨¢mbitos decisivos. El primero es la electrificaci¨®n de la movilidad. El coche el¨¦ctrico est¨¢ aqu¨ª pero no disponemos de una red de recarga que permita un salto cualitativo. El transporte es responsable de la mayor parte de contaminaci¨®n y las emisiones de CO2, y los veh¨ªculos de combusti¨®n deben desaparecer, pero de poco servir¨¢ introducir el coche el¨¦ctrico, si la energ¨ªa con la que se recargan las bater¨ªas procede de centrales de ciclo combinado. Hay que intervenir tambi¨¦n sobre la edificaci¨®n. Se ha de lograr que los nuevos edificios sean, como marcan las directivas de la UE, de consumo casi 0, pero el gran cambio deber¨ªa venir de programas ambiciosos de ayudas a la rehabilitaci¨®n. El 70% de los edificios de Catalu?a se construyeron cuando todav¨ªa no hab¨ªa normas de aislamiento t¨¦rmico y eficiencia energ¨¦tica. En 2014 la Generalitat aprob¨® la Estrategia Catalana de Renovaci¨®n Energ¨¦tica de Edificios: solo ha cumplido el 14% de los objetivos marcados.
Y, por supuesto, hay que intervenir sobre la producci¨®n el¨¦ctrica. Deber¨ªamos estar promoviendo parques e¨®licos respetuosos con el medio, huertos fotovoltaicos de peque?o tama?o, comunidades energ¨¦ticas locales y agregadores de demanda el¨¦ctrica. En lugar de eso, el pacto de gobierno que se est¨¢ negociando apunta a una moratoria en la implantaci¨®n de energ¨ªa e¨®lica y solar que nos har¨¢ perder m¨¢s tiempo. Si no se aumenta la capacidad de producir energ¨ªas renovables, la mayor parte de la energ¨ªa que consuma no se producir¨¢ en Catalu?a. Esta es la soberan¨ªa de la que tenemos que hablar, de la soberan¨ªa energ¨¦tica, alimentaria, industrial, la que se conquista d¨ªa a d¨ªa.