Lo moderno se estrella en el jard¨ªn
No solo ha crecido la curiosidad por los ¨¢rboles, las plantas y por lo que llamamos ¡°naturaleza¡±, sino tambi¨¦n de la intuici¨®n de que en ¨¦l podemos encontrar el espejo en el que deber¨ªa mirarse la arquitectura
Hace una semana tuvo lugar un encuentro bajo el t¨ªtulo ?Qu¨¦ define un jard¨ªn del movimiento moderno (1925-1975)? organizado por el Arquinfad y auspiciado por la Fundaci¨®n Docomomo Ib¨¦rico, un organismo que se ocupa de documentar y conservar la arquitectura del Movimiento moderno. El encuentro contaba con la colaboraci¨®n del activo grupo Jardins i Jardiners, la Fundaci¨®n Mies van der Rohe y el COAC. En principio es una buena noticia, porque desde el comienzo del confinamiento los art¨ªculos, discusiones y actividades sobre los jardines, se han ido sucediendo, y esta es una m¨¢s de ellas. S...
Hace una semana tuvo lugar un encuentro bajo el t¨ªtulo ?Qu¨¦ define un jard¨ªn del movimiento moderno (1925-1975)? organizado por el Arquinfad y auspiciado por la Fundaci¨®n Docomomo Ib¨¦rico, un organismo que se ocupa de documentar y conservar la arquitectura del Movimiento moderno. El encuentro contaba con la colaboraci¨®n del activo grupo Jardins i Jardiners, la Fundaci¨®n Mies van der Rohe y el COAC. En principio es una buena noticia, porque desde el comienzo del confinamiento los art¨ªculos, discusiones y actividades sobre los jardines, se han ido sucediendo, y esta es una m¨¢s de ellas. Si algo tiene de positivo este encuentro es que este redescubrimiento de los jardines puede servir para encontrar un lugar de observaci¨®n capaz de crear una atm¨®sfera que contamine todo el espacio que nos rodea.
Ser¨ªa interesante tratar de conferirle un aspecto inclusivo y sanador como exudaba Derek JarmanSer¨ªa interesante tratar de conferirle un aspecto inclusivo y sanador como exudaba Derek Jarman
As¨ª pues, este inter¨¦s por el jard¨ªn, no es solo la expresi¨®n de que ha crecido la curiosidad por los ¨¢rboles y las plantas y, en t¨¦rminos generales, por lo que llamamos ¡°naturaleza¡±, sino tambi¨¦n de la intuici¨®n de que en ¨¦l podemos encontrar el espejo en el que deber¨ªa mirarse la arquitectura. Baste recordar el concurso convocado recientemente por el Ayuntamiento de Barcelona, cuyo proceso, acabe como acabe, ha conducido a una reformulaci¨®n ¡°verde¡± de algunas calles y cruces del ensanche barcelon¨¦s, un ejemplo pues de este renovado inter¨¦s por los jardines y un exponente del descubrimiento de su capacidad para reformar la ciudad. Pero especialmente, lo que este inter¨¦s supone es tener un modelo para pensar de nuevo algunas cosas ligadas a la arquitectura y el urbanismo, lo que invita considerarlo como una escenograf¨ªa que se activa con nuestra presencia.
Sin embargo, no s¨¦ si el inter¨¦s que suscitan los jardines y su potencial para convertirse en un motor de cambio en relaci¨®n a la enorme esfera del espacio que compartimos todos, coincide con la idea de interrogarse sobre lo que de momento ya ha sido nombrado y por tanto ¡°se?alado¡±, como jard¨ªn moderno. ?No pod¨ªa ser esta una ocasi¨®n para olvidarse de lo moderno? Ser¨ªa interesante tratar de conferir al jard¨ªn un aspecto inclusivo y sanador, como exudaba el Prospect Cottage de Derek Jarman, y ayudarse de ¨¦l para tratar de no seguir marcando parcelas, tanto en la arquitectura como en el urbanismo.
Representa un ejemplo de c¨®mo comportarse frente a lo que escapa a nuestro control, porque invita a mirarloRepresenta un ejemplo de c¨®mo comportarse frente a lo que escapa a nuestro control, porque invita a mirarlo
Por expresarlo m¨¢s claramente, estamos frente a la ocasi¨®n de poder corregir vicios que en mi opini¨®n ti?en la actividad clasificadora llevada a cabo por organismos como el Docomomo que, aunque es justo se?alar su labor en denunciar la destrucci¨®n de obras emblem¨¢ticas, sin embargo, pontifican sobre lo moderno y lo convierten en algo parecido a la ¡°arquitectura elegida¡±, impidiendo que se integre en un conjunto arquitect¨®nico m¨¢s amplio. M¨¢s que interrogarnos sobre lo que define un jard¨ªn moderno, podr¨ªamos interrogarnos sobre qu¨¦ pueden aportar los jardines para reconsiderar el papel de la arquitectura y el urbanismo modernos. Comenzando porque en esta parte del mundo, sea cual sea el jard¨ªn es antes mediterr¨¢neo que moderno. El jard¨ªn con su atemporalidad innata, pero con su crecimiento inherente, su subordinaci¨®n a las estaciones, con su elasticidad frente a la contingencia y con su voluntad de disolverse en algo de mayor entidad, como el paisaje, podr¨ªa ayudar a que inventariar las obras de arquitectura moderna tuviera m¨¢s sentido que su clasificaci¨®n. El jard¨ªn invita a considerar la continuidad de los hechos y de las cosas, porque crece, y representa un ejemplo de c¨®mo comportarse frente a lo que escapa a nuestro control, porque no invita a controlarlo, sino a mirarlo, y literalmente a construirlo con la mirada.
Los esfuerzos que algunos participantes del encuentro hicieron por definir el jard¨ªn moderno chocaban, la mayor parte de las veces con los dispares ejemplos mostrados, y entre ellos los m¨¢s bonitos se resist¨ªan a ser clasificados e incluso parec¨ªan escapar e ir al encuentro de los jardines proscritos, mientras que los m¨¢s feos corr¨ªan a mezclarse con los viveros. Las definiciones pon¨ªan el acento en el car¨¢cter anti historicista, en el repudio de la decoraci¨®n, otra obsesi¨®n del ¡°moralismo moderno¡±, haciendo ¨¦nfasis en el car¨¢cter vital ligado al paseo y por tanto al dise?o informal de los caminos, a su vinculaci¨®n con el paisaje o con la aparici¨®n de la conciencia ecol¨®gica, y en alg¨²n caso, hasta su compenetraci¨®n con los que los habitan del modo m¨¢s informal posible, literalmente desnudos. Cuanto m¨¢s atractivos eran los jardines, mayor era su resistencia a ser clasificados de modernos, como el Romeral de san Marcos. Si existe un jard¨ªn moderno ese es sin lugar a dudas el Para¨ªso y ahora necesitamos un jard¨ªn que tambi¨¦n asuma el ¡°pecado¡± y del que nadie pueda ser expulsado porque no sea moderno.