El linchamiento de un ministro
La pol¨¦mica generada por la recomendaci¨®n de Alberto Garz¨®n de reducir el consumo de carne ilustra sobre la dificultad de abordar verdades inc¨®modas que afectan a grandes intereses econ¨®micos
Vamos a tener que acostumbrarnos a que nos digan cosas que no queremos o¨ªr. Por ejemplo, que comemos demasiada carne roja. Esta es una verdad inc¨®moda que no solo atenta contra gustos muy arraigados, sino que pone en cuesti¨®n el modelo de producci¨®n ganadera y su impacto ecol¨®gico. Solo hay que acudir a la obra de la fil¨®sofa india Vandana Shiva para observar las consecuencias que el cambio de modelo alimentario implica para la salud de las personas y la del planeta.
Lo ocurrido a ra¨ªz de un video del ministro de Consumo Alberto Garz¨®n ilustra bien el tipo de dificultades que entra?a en...
Vamos a tener que acostumbrarnos a que nos digan cosas que no queremos o¨ªr. Por ejemplo, que comemos demasiada carne roja. Esta es una verdad inc¨®moda que no solo atenta contra gustos muy arraigados, sino que pone en cuesti¨®n el modelo de producci¨®n ganadera y su impacto ecol¨®gico. Solo hay que acudir a la obra de la fil¨®sofa india Vandana Shiva para observar las consecuencias que el cambio de modelo alimentario implica para la salud de las personas y la del planeta.
Lo ocurrido a ra¨ªz de un video del ministro de Consumo Alberto Garz¨®n ilustra bien el tipo de dificultades que entra?a enfrentar verdades inc¨®modas a intereses econ¨®micos, incluso cuando, como en este caso, lo ¨²nico que ha hecho el ministro es difundir simples y prudentes consejos. Los mismos que cualquiera puede encontrar en una gu¨ªa sobre alimentaci¨®n saludable o cualquier congreso m¨¦dico sobre nutrici¨®n. La campa?a #MenosCarneM¨¢sVida ha suscitado ataques y reacciones exageradas, comenzando por su colega, el ministro de Agricultura Luis Planas, que ha demostrado gran celo en la defensa del sector c¨¢rnico pero nulo rigor cient¨ªfico.
Garz¨®n ha sido objeto de un feroz linchamiento por haber afirmado exactamente lo mismo que dice la OMS, lo mismo que sostiene el IPCC (el panel cient¨ªfico de NNUU sobre cambio clim¨¢tico) y la Agencia Espa?ola de Seguridad Alimentaria. La Escuela de Salud P¨²blica de Harvard estableci¨® en los a?os noventa la relaci¨®n entre el excesivo consumo de carne roja con el c¨¢ncer y las patolog¨ªas cardiovasculares y abundan los estudios que lo corroboran.
El impacto sobre el cambio clim¨¢tico no se limita al metano que emiten las flatulencias de los rumiantes, sino que incluye la huella ecol¨®gica que implica la forma de producir la carne que nos llevamos a la boca. Es decir, la deforestaci¨®n de tierras, los abonos y el agua necesarios para cultivar los forrajes y los piensos con los que se alimentan los animales, y el modelo de explotaci¨®n ganadera en el que se cr¨ªan, que est¨¢ sufriendo un r¨¢pido proceso de concentraci¨®n. Cada vez m¨¢s tierras de pa¨ªses en desarrollo que serv¨ªan para proporcionar alimentos a su poblaci¨®n, son adquiridas ahora por grandes fondos de inversi¨®n para cultivar cereales destinados a engordar animales que se consumen en el primer mundo. Para obtener un kilo de carne de ternera se precisan 15.000 litros de agua. La producci¨®n ganadera es responsable, seg¨²n NNUU, del 14,5% de los gases de efecto invernadero. En Espa?a, donde afortunadamente todav¨ªa hay una importante presencia de ganader¨ªa extensiva en forma de peque?as explotaciones familiares, ese porcentaje se reduce al 7,8%.
Entre las reacciones airadas a las palabras del ministro figuran las asociaciones de peque?os ganaderos. Se equivocan de enemigo. No es la alimentaci¨®n saludable la que amenaza sus explotaciones, sino el proceso de concentraci¨®n productiva y control de la distribuci¨®n que hace que su trabajo est¨¦ cada vez peor retribuido y tenga menos valor en la cadena alimentaria. El modelo de las macroexplotaciones est¨¢ penetrando con rapidez en Espa?a. La granja de Caparroso, en Navarra, ocupa medio mill¨®n de metros cuadrados, alberga 5.200 cabezas de vacuno y produce 160.000 litros de leche diarios. Esta granja ha obtenido, contra el criterio del Gobierno navarro, autorizaci¨®n judicial para ampliar hasta 7.200 cabezas mientras cada a?o cierran cientos de peque?as explotaciones. En Almacelles se encuentra la segunda gran macrogranja de Espa?a, con m¨¢s de 4.000 cabezas, que produce el 40% de todos los l¨¢cticos de la marca ATO.
A diferencia de la ganader¨ªa extensiva, que convierte el esti¨¦rcol en abono para los campos, las granjas de producci¨®n intensiva plantean un grave problema de gesti¨®n de residuos, especialmente en el caso de las granjas porcinas, cuyos purines contamina los suelos y los acu¨ªferos con nitratos y otras sustancias t¨®xicas. El sector porcino es el prototipo del modelo de integraci¨®n que se extiende a todo el sector ganadero. Es el m¨¢s saturado y tambi¨¦n el que m¨¢s exporta. La saturaci¨®n de granjas en Catalu?a ha desplazado una parte de las inversiones a Arag¨®n y a provincias como Palencia y Soria, donde han generado conflictos con la poblaci¨®n. Las macrogranjas porcinas amenazan la calidad de vida del entorno y limitan el desarrollo del turismo rural.
Todo esto es lo que subyace en la brusca y airada reacci¨®n a las palabras del ministro Garz¨®n. Y es un anticipo del tipo de controversias que vendr¨¢n cuando otras verdades inc¨®modas nos obliguen a replantear un modelo productivo insostenible que exige sacrificar la salud colectiva.