El final del verano
Seguimos en la estela de los tiempos convulsos. Y nada parece indicar que vayan a tranquilizarse. Al contrario. La acumulaci¨®n de noticias preocupantes no son sino la antesala de las muchas advertencias perdidas
Vamos agotando el verano. Lentamente se desvanecen las vacaciones, la pandemia mantiene su fragor y esta noche desaparece el toque de queda nocturno en toda Catalu?a. Incluso en aquellos municipios donde la estad¨ªstica lo justificar¨ªa. Pero tras un nuevo rev¨¦s judicial, la Generalitat ha desistido seguir aplicando esta medida coercitiva. El Govern sabe que no ha gestionado de manera adecuada la norma extrema porque sali¨® en ayuda de algunos alcaldes que la convirtieron en sin¨®nimo del control que quer¨ªan pero no ten¨ªan. Y presionaron al Govern en defensa de la salud de sus vecinos y visitantes...
Vamos agotando el verano. Lentamente se desvanecen las vacaciones, la pandemia mantiene su fragor y esta noche desaparece el toque de queda nocturno en toda Catalu?a. Incluso en aquellos municipios donde la estad¨ªstica lo justificar¨ªa. Pero tras un nuevo rev¨¦s judicial, la Generalitat ha desistido seguir aplicando esta medida coercitiva. El Govern sabe que no ha gestionado de manera adecuada la norma extrema porque sali¨® en ayuda de algunos alcaldes que la convirtieron en sin¨®nimo del control que quer¨ªan pero no ten¨ªan. Y presionaron al Govern en defensa de la salud de sus vecinos y visitantes cuando se trataba de enfrentarse a un asunto de orden p¨²blico.
Que as¨ª lo haya interpretado el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya no tiene por qu¨¦ ser una malintencionada decisi¨®n. Los l¨ªmites de la libertad son, cuando menos, parejos a los de su intolerancia. Si no menores. As¨ª pues, resulta demasiado f¨¢cil por manido desviar la atenci¨®n de una incapacidad propia con la tendenciosidad de se?alar al ¨¢rbitro reiteradamente acusado de parcial o enemigo. Seguramente porque el independentismo se ha acostumbrado a prescindir de los colegiados para que no les silben sus fuera de juego. Que los tiene. Como cualquier Gobierno de cualquier pa¨ªs.
Se desvanecen las vacaciones, la pandemia mantiene su fragor y esta noche desaparece el toque de quedaSe desvanecen las vacaciones, la pandemia mantiene su fragor y esta noche desaparece el toque de queda
Los censores de balc¨®n, por su parte, acostumbrados al silencio del est¨ªo pasado, hab¨ªan olvidado las noches de juerga, ruido, alboroto, grito, m¨²sica y despelote de veranos anteriores all¨ª donde en este han recuperado los botellones. Es tan f¨¢cil como l¨®gico acostumbrarse a lo bueno cuando acumulas horas de insomnio a causa del tradicional disloque estival. Pero as¨ª era en muchos lugares hasta que el virus lo interrumpi¨®. Que haya resucitado esta lamentable, inc¨ªvica e irrespetuosa tradici¨®n e incluso que se haya disparado a causa del cierre del ocio nocturno no significa que ahora los cuerpos de seguridad vayan a hacer lo que no hac¨ªan entonces. Cuando los castigados llamaban a su correspondiente uniformado y este se limitaba a dar un garbeo por el lugar de la denuncia sin m¨¢s consecuencias que una velada insinuaci¨®n de que fueran despejando la zona de la algarab¨ªa. Y eso, cuando realmente tomaban alguna medida. Porque los mismos vecinos hoy tan agraviados como entonces, acumularon sensaci¨®n de impotencia al ver como los agentes hac¨ªan caso omiso de su sano, respetable y leg¨ªtimo derecho al descanso. No hace falta recuperar de la nube medi¨¢tica las p¨¢ginas de prensa ni las horas de radio y televisi¨®n con las voces de los contendientes insult¨¢ndose a grito pelado. Ni las im¨¢genes de las pancartas que desde los balcones describ¨ªan hartazgo y exig¨ªan silencio.
Escuchar hoy a algunos alcaldes apelar a la pandemia, servirse del miedo a la enfermedad y al riesgo de contagio para justificar la impotencia o ineficacia de sus funciones demuestra que, cerrado el par¨¦ntesis del verano anterior, no se hab¨ªan preparado para recuperar la normalidad que, en algunos casos, iba acompa?ada de manifestaciones inc¨ªvicas impunes. Ser¨ªa bueno tener presente que velar por la salud social es tan importante como respetar la libertad ciudadana. Y que los l¨ªmites de lo uno no pueden pervertir ni alterar permanentemente los de lo otro.
El Gobierno catal¨¢n sabe que no ha gestionado de manera adecuada la restricci¨®n a la movilidad nocturnaEl Gobierno catal¨¢n sabe que no ha gestionado de manera adecuada la restricci¨®n a la movilidad nocturna
A este riesgo apelaban las voces cr¨ªticas y preventivas cuando se acu?¨® el concepto de ¡°nueva normalidad¡±. La que dec¨ªan que iban a imponernos al inicio del a?o y medio del flagelo que nos mantiene ante el peligro acechante del virus, sus mutaciones y sus olas. El tiempo est¨¢ ayudando a entenderlo. Incluso el consejero de Salud se refiere algunas veces a ello alertando del peligro de no recuperar lo mucho que como sociedad hemos cedido. Y ante la aceptaci¨®n de los temerosos resignados se alza la voz de los disconformes porque la historia aporta demasiadas muestras de lo dif¨ªcil que resulta recuperar una libertad usurpada. Y as¨ª es como aquel conflicto entonces apuntado hoy se nos aparece enmascarado con excusas de poder que ni la justicia puede aceptar. Ah¨ª es donde tambi¨¦n reaparece la ineficiencia de un legislativo que, a diferencia de algunos hom¨®logos europeos, no aprovech¨® el confinamiento para adaptar el c¨®digo a las circunstancias excepcionales y clarificar las normas para una efectividad con menos fisuras. Recogemos lo que se sembr¨®. Incluso por omisi¨®n.
Seguimos en la estela de los tiempos convulsos. Y nada parece indicar que vayan a tranquilizarse. Al contrario. La acumulaci¨®n de noticias preocupantes y desesperanzadoras no son sino la antesala de las muchas advertencias perdidas. Probablemente porque el abuso de las tendencias apocal¨ªpticas acaba por relativizar la gravedad de los hechos y la irreversibilidad de lo que nos espera. Sirva de ejemplo la pandemia o Afganist¨¢n, el cambio clim¨¢tico o el Bar?a arruinado. En esto consisten las crisis. En acumular tragedias y percatarse de que ni siquiera queda el consuelo de tener por s¨®lidas la mayor¨ªa de las voces de nuestros representantes elegidos esperanzadora y libremente pero democr¨¢ticamente desilusionantes.