?De qu¨¦ est¨¢ hecha una ciudad?
Muchos ciudadanos nuevos son personas de paso o visitantes ocasionales, otros prueban vivir en la urbe y lo consiguen, y otros no parecen encontrarse bien, ni sentir ning¨²n afecto por ella
Hace unas semanas, al pasar por la calle en la que no hace mucho viv¨ªa una amiga que se ha instalado en una poblaci¨®n cercana, pens¨¦ en cuantos barceloneses han abandonado la ciudad y en los huecos que han dejado, y que han sido rellenados por nuevos ciudadanos. Muchos son personas de paso o visitantes ocasionales, otros prueban vivir en esta ciudad y lo consiguen y otros no parecen encontrarse bien, ni sentir ning¨²n afecto por ella, ?Qu¨¦ pierde la ciudad y c¨®mo nos afecta, que los que han nacido y vivido aqu¨ª toda la vida, se vayan?
Casi al mismo tiempo, en otro orden de cosas, releyen...
Hace unas semanas, al pasar por la calle en la que no hace mucho viv¨ªa una amiga que se ha instalado en una poblaci¨®n cercana, pens¨¦ en cuantos barceloneses han abandonado la ciudad y en los huecos que han dejado, y que han sido rellenados por nuevos ciudadanos. Muchos son personas de paso o visitantes ocasionales, otros prueban vivir en esta ciudad y lo consiguen y otros no parecen encontrarse bien, ni sentir ning¨²n afecto por ella, ?Qu¨¦ pierde la ciudad y c¨®mo nos afecta, que los que han nacido y vivido aqu¨ª toda la vida, se vayan?
Casi al mismo tiempo, en otro orden de cosas, releyendo los art¨ªculos de Quim Monz¨®, reunidos ahora en un libro, cuya tem¨¢tica gira alrededor de lo que comemos, c¨®mo comemos y donde lo hacemos, se me hizo evidente el hecho de que si cada vez m¨¢s en esta ciudad, se come tan mal, y lo mismo, es porque se ha perdido el gusto y el paladar y hemos construido nuestra cultura culinaria a trav¨¦s de las redes, de Master Chef y de frecuentar malos restaurantes. As¨ª es que comemos mal porque la gente come mal. La comida, como la ciudad, son la expresi¨®n de las personas que comen o viven en ella.
El macrobotell¨®n de las pasadas fiesta de La Merc¨¦ forma parte tambi¨¦n de la expresi¨®n de la capital catalana. Las calles, plazas y parques son tratados por una parte de su juventud mostrando un nulo afecto, dej¨¢ndonos ver cual es su opini¨®n sobre lo que es de todos, sobre lo colectivo y sobre las normas que hemos acordado y escrito, para vivir juntos, ceb¨¢ndose sobre todo tipo de accesorios urbanos. Toda la oposici¨®n municipal se ha quejado de la gesti¨®n del vandalismo, de forma m¨¢s insistente y un¨¢nime que mostr¨® antes frente a la juventud que incendi¨® la ciudad y la saque¨® en varias ocasiones, y aquel ¡°ejemplo¡± ha dado sus frutos. Pero detr¨¢s de estos j¨®venes hay tambi¨¦n presidentes de la Generalitat. Apreteu!, les arengaba el expresident Quim Torra, y las sistem¨¢ticas llamadas a la desobediencia de destacados dirigentes pol¨ªticos ¡°no violentos¡±, que han acarreado esto, y es una flagrante irresponsabilidad por su parte que los hace responsables de lo ocurrido. No educan.
Tambi¨¦n hay unos padres que tal vez no imaginan lo que hacen sus hijos o no son capaces de educarlos de otra manera y tal vez creen que ya no lo pueden corregir o, peor, piensan que tienen raz¨®n. Y debe haber profesores, algunos han tirado la toalla en la tarea de tratar de instruirlos, otros alientan el mal ejemplo, como trascendi¨® hace poco con el caso de una Vicerrectora de la Universitat Polit¨¨cnica de Catalunya, una educadora, que a?oraba el olor a contenedores quemados. Mare, tieta i poca cosa m¨¦s, como ella se defin¨ªa en su perfil de la red social Twitter, y que en mi universidad no ha suscitado ninguna reflexi¨®n. Lo que me trae a la memoria la instalaci¨®n de un texto luminoso en la calle del Carme realizada por Perejaume hace unos a?os: All¨° que devem estar dibuixant amb les nostres formes de viure.
Detr¨¢s de la fotograf¨ªa del v¨¢ndalo en calzoncillos enarbolando una se?al de tr¨¢fico, metido en una de las fuentes de Montju?c ante la complicidad de otros como ¨¦l, est¨¢n probablemente otros tantos pap¨¢s, mam¨¢s y tietas, que despu¨¦s de la resaca piensan que toda la culpa es de ¡°la Colau¡± descalificando el trabajo de la polic¨ªa. La polic¨ªa vela por el orden en el espacio p¨²blico, y ya ser¨ªa hora que consider¨¢ramos serenamente que tiene cuando menos el mismo derecho a sentirse apoyada por parte de instituciones, padres y educadores, que los j¨®venes mimados. Est¨¢ para reprimir leg¨ªtimamente lo que no cabe en la ciudad y de lo que no debe estar hecha, y act¨²a cuando todos los dem¨¢s hemos fracasado. Seguir despreciando su actuaci¨®n es trem¨¦ndamente injusto y no logra corregir el error de pap¨¢s, mam¨¢s, tietas, lideres iluminados y malos presidentes de la Generalitat.
La juventud forma tambi¨¦n parte del cuerpo de la ciudad, define su car¨¢cter, su m¨²sculo y su vocaci¨®n, y dir¨ªa que su forma, tanto la actual como la futura. La gente es la ciudad. Sin ella, hay calles y plazas, edificios y paradas de autob¨²s, pero vac¨ªas, sin gente la ciudad es un cad¨¢ver. El urbanismo puede planear, distribuir y dimensionar espacios, pero sin gente la ciudad no es una polis, no es ¡°la estructura de una comunidad¡±.
Puede haber una v¨ªa para recomponer esto, y esta es que los j¨®venes que no participan de estos fantasmag¨®ricos aquelarres antisociales se dejen ver como parte de la ciudad que son y participen para que estas acciones se disipen. Nos podemos divertir, pero por la ma?ana no debe quedar s¨®lo basura, verg¨¹enza y dolor de cabeza.