Ucrania y la agon¨ªa nacional
La guerra lo cambia todo. Al independentismo catal¨¢n le ha relativizado lo que vivi¨® como su oto?o heroico
La guerra cambia muchas cosas. Lo remueve todo, incluso percepciones que cre¨ªamos ajustadas a los hechos. El independentismo catal¨¢n se ha visto a s¨ª mismo la ¨²ltima d¨¦cada como un peque?o y heroico David que desaf¨ªa a un enorme y monstruoso Goliat. Como Ucrania ante Rusia. En Catalu?a, el enfrentamiento no ha finalizado como en el relato b¨ªblico, sino al rev¨¦s, con el peque?o aplastado por el grande. Pese a ello, los entusiastas derrotados se han gustado, se gustan, en ese papel. Esta vez no hemos podido, se dicen todav¨ªa, per...
La guerra cambia muchas cosas. Lo remueve todo, incluso percepciones que cre¨ªamos ajustadas a los hechos. El independentismo catal¨¢n se ha visto a s¨ª mismo la ¨²ltima d¨¦cada como un peque?o y heroico David que desaf¨ªa a un enorme y monstruoso Goliat. Como Ucrania ante Rusia. En Catalu?a, el enfrentamiento no ha finalizado como en el relato b¨ªblico, sino al rev¨¦s, con el peque?o aplastado por el grande. Pese a ello, los entusiastas derrotados se han gustado, se gustan, en ese papel. Esta vez no hemos podido, se dicen todav¨ªa, pero vendr¨¢ otra ocasi¨®n y entonces s¨ª, entonces la pedrada derribar¨¢ al gigante. Ese es el sentido del ¡°volveremos a hacerlo¡± de Jordi Cuixart con el que tanto se identifican los independentistas.
Este a?o, sin embargo, la guerra de Putin contra Ucrania, tan lejana y tan pr¨®xima, lo ha relativizado todo. Las brutalidades policiales del 1 de octubre de 2017 en Catalu?a parecen caricias comparadas con las bombas y los misiles que destruyen Mariupol, Jarkov y otras ciudades de Ucrania. Las brigadas policiales espa?olas jaleadas en aquel oto?o caliente por los ultras como fuerzas de ocupaci¨®n al grito de ¡°a por ellos¡± en su salida hacia Catalu?a parecen alegres r¨²as de carnaval comparadas con la columna de 60 kil¨®metros de tanques y artiller¨ªa pesada dirigi¨¦ndose a Kiev.
S¨ª, lo que est¨¢ sucediendo en Ucrania desde el 24 de febrero relativiza todo lo dem¨¢s. La lucha nacional ucraniana despierta todas las simpat¨ªas, la embestida del nacionalismo ruso recibe todas las condenas. En todo el mundo, con contadas excepciones. Tambi¨¦n en Catalu?a. Las generaciones europeas que han vivido a este lado del tel¨®n de acero durante largas d¨¦cadas desde el fin de la II Guerra Mundial cre¨ªan que el occidente liberal se enfrentaba al comunismo sovi¨¦tico. Creyeron, no sin razones, que era una lucha entre modelos pol¨ªticos y econ¨®micos antag¨®nicos. Pero, 30 a?os despu¨¦s de la disoluci¨®n de la URSS, el nacionalismo ruso reaparece como lo que hab¨ªa debajo del mundo sovi¨¦tico. Es lo que hab¨ªa detr¨¢s de la definici¨®n de Guerra Patri¨®tica que Stalin dio a la II Guerra Mundial. El amplio espacio que en 1945 Stalin gan¨® en el este europeo, ?era el mundo comunista o era el imperio ruso? La pregunta acaba de tener su respuesta.
El sentimiento ag¨®nico del catalanismo ante la reducci¨®n de su peso demogr¨¢fico, la provincializaci¨®n del autogobierno y las insidiosas dificultades para la recuperaci¨®n del uso social de su lengua est¨¢ justificado, surge de hechos ciertos y graves. Sus derrotas pol¨ªticas han dado paso a una gran desorientaci¨®n y un comprensible pesimismo. Pero, ?qu¨¦ es eso ante la arremetida a sangre y fuego del ej¨¦rcito ruso dirigido por un pol¨ªtico que niega a Ucrania la mera existencia como naci¨®n? Para agon¨ªa nacional justificada, la que estos d¨ªas vive Ucrania. La guerra lo cambia todo. Al independentismo catal¨¢n le ha relativizado lo que vivi¨® como su oto?o heroico.