Turner, naturaleza, asombro y alegr¨ªa
Hombre de car¨¢cter y artista controvertido, combin¨® de manera decidida y precisa el retrato de la naturaleza en acci¨®n revuelta
Vaya por delante que la alegr¨ªa es pasearse por la exposici¨®n de Turner (1775-1851) en el Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC). Sea entre semana, sea en domingo, los visitantes muestran su apego a la, en apariencia, visi¨®n rom¨¢ntica del pintor, acuarelista y grabador ingl¨¦s, ...
Vaya por delante que la alegr¨ªa es pasearse por la exposici¨®n de Turner (1775-1851) en el Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC). Sea entre semana, sea en domingo, los visitantes muestran su apego a la, en apariencia, visi¨®n rom¨¢ntica del pintor, acuarelista y grabador ingl¨¦s, paisajista incuestionable. Hombre de car¨¢cter, artista controvertido, absolutamente cierto de su genio y de su visi¨®n, combin¨® de manera decidida y precisa el retrato de la naturaleza en acci¨®n revuelta, su mitolog¨ªa y papel en la historia del arte, y las invenciones tecnol¨®gicas de Newton, entre otros. ?Es eso lo que sienten sus admiradores hoy, aqu¨ª, en estas salas? As¨ª parece. Nada del silencio que a menudo acompa?a a las exposiciones. Murmullos y br¨ªo, comunicaci¨®n entre unos y otros, incluso espont¨¢nea. Aunque tal vez este fervor sea motivado por el recelo y atracci¨®n del abismo.
Porque este hombre se abismaba en la naturaleza. Aguaceros, tempestades, la mar encabritada, lo que fuera que se manifestara con pasi¨®n, era donde quer¨ªa estar. Le¨ª que, un d¨ªa o m¨¢s, se at¨® a lo alto del m¨¢stil de un barco para poder ver el mar desatado. Un visitante con el que he coincidido en la cola de entrada se me acerca en la sala y, tras decir que ¨¦l mismo es pintor, amablemente se ofrece a relatar una an¨¦cdota. ?rase dos seguidores de Turner y uno dice: ¡°Es admirable c¨®mo retrata a la naturaleza¡±, a lo que el otro responde: ¡°?La naturaleza tiene mucho que aprender todav¨ªa de Turner!¡±. Algo as¨ª, pens¨¦, es lo que sucede en la sala. Esto es un di¨¢logo de artista y naturaleza, una competici¨®n de buena ley entre lo visible y lo invisible, sin dar lecciones. Turner ofrece lo que la naturaleza se esfuerza por hacer comprender: naturaleza y humanidad podemos ser buenas amigas, si nos respetamos mutuamente.
Esto es abismo y es comprensi¨®n, es sublime y es ultrarealista. Que la luz es color es una evidencia, pero Turner tuvo que insistir una vez y otra ante sus contempor¨¢neos para ser comprendido y seguido, sin demasiado ¨¦xito entonces. ¡°El sol es Dios¡±, fueron sus ¨²ltimas palabras seg¨²n se cuenta. El paisajismo era considerado un g¨¦nero menor, un tel¨®n de fondo, una suerte de aprendizaje art¨ªstico sin m¨¢s. Le dio la vuelta y lo transform¨® en meditaciones sobre la luz y el color que expresan ideas y valores. Otro coet¨¢neo fue el alem¨¢n Friedrich, pero Turner no pone la figura humana en el centro, su misticismo es otro, m¨¢s sensorial, m¨¢s cient¨ªfico, atento a los avances de Newton y las teor¨ªas del color de Goethe. Sus figuras humanas y de animales son peque?as, en los bordes, y es hermoso verlas vivir tranquilas en la luz inmensa de la vida material de la naturaleza. Hoy no somos capaces de ver tanto. Ver ya no es creer. La desconfianza es mucho mayor que nuestro respeto, por m¨¢s que la naturaleza se desga?ite desesperada ante nosotros. Y qu¨¦ decir de nuestras vistas adocenadas, en fotos y pantallas: provocar¨ªan en Turner una m¨¢s de sus c¨®leras furiosas contra la miop¨ªa y la ganduler¨ªa humanas.
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