De la Diada que suma a la Diada que resta
La convocatoria de este a?o es a cara de perro, con amenazas y una actitud de chantaje emocional que solo buscan intimidar
La gran manifestaci¨®n que sigui¨® a la sentencia del Estatut del 2010 marc¨® el punto de partida de una gran movilizaci¨®n que tuvo en la Diada de los siguientes a?os su punto culminante. El movimiento independentista demostr¨® a partir del 11 de septiembre de 2012 una enorme capacidad de convocatoria y la Diada se convirti¨®, a?o tras a?o, en una demostraci¨®n de fuerza que no dej¨® de sumar adeptos hasta alcanzar el punto culminante en el oto?o de 2017. Cinco a?os despu¨¦s, la Diada ya no suma sino que resta. La convocatoria de este a?o no solo evidencia las fracturas internas del independentismo si...
La gran manifestaci¨®n que sigui¨® a la sentencia del Estatut del 2010 marc¨® el punto de partida de una gran movilizaci¨®n que tuvo en la Diada de los siguientes a?os su punto culminante. El movimiento independentista demostr¨® a partir del 11 de septiembre de 2012 una enorme capacidad de convocatoria y la Diada se convirti¨®, a?o tras a?o, en una demostraci¨®n de fuerza que no dej¨® de sumar adeptos hasta alcanzar el punto culminante en el oto?o de 2017. Cinco a?os despu¨¦s, la Diada ya no suma sino que resta. La convocatoria de este a?o no solo evidencia las fracturas internas del independentismo sino que esta vez la convocatoria se dirige contra los partidos en general pero particularmente contra ERC, a quien se atribuye una actitud claudicante. El manifiesto y las declaraciones de la presidenta de la Assemblea Nacional Catalana bordean la antipol¨ªtica, con la amenaza de formar una candidatura civil que aglutine a los descontentos con los partidos. Es decir, convertirse en un partido m¨¢s. Esta es la raz¨®n por la que el presidente Aragon¨¨s ha declinado asistir. La Diada ha dejado de sumar.
Si en el momento ascendente de la movilizaci¨®n soberanista los convocantes de la Diada se beneficiaban del clima de euforia que genera crecer de forma exponencial, ahora, la divisi¨®n interna puede tener justo el efecto contrario. All¨ª donde predominaba el sentimiento de comuni¨®n y hasta de coerci¨®n emocional que empujaba a los tibios a adherirse, el resquemor y la desconfianza que ahora se observan pueden derivar f¨¢cilmente en desafecci¨®n.
Teniendo en cuenta que en 2020 no hubo Diada y que en 2021 estuvo todav¨ªa marcada por la pandemia, esta ser¨¢ la primera convocada con normalidad despu¨¦s de la de 2019, que todav¨ªa ten¨ªa como aglutinador el hecho de que los principales l¨ªderes independentistas estuvieran en prisi¨®n. Ya en la Diada del a?o pasado afloraron las diferencias, y eso se tradujo en que de los 1.200 autocares fletados a Barcelona en 2019 se pasara a 215. Pero todav¨ªa fue una convocatoria unitaria convertida en homenaje a los presos reci¨¦n liberados.
La de este a?o es una Diada a cara de perro, con amenazas y una actitud de chantaje emocional que solo buscan intimidar. Tambi¨¦n Junts ha lanzado contra ERC la amenaza de que si el Gobierno catal¨¢n no ¡°endereza el rumbo¡± hacia la secesi¨®n, se plantear¨¢n su permanencia en ¨¦l. Es dif¨ªcil saber qu¨¦ tipo de c¨¢lculos hacen Jordi Turull y Laura Borr¨¤s de cara a las elecciones municipales, pero la amenaza solo funciona si el destinatario se arruga. Y ERC no parece dispuesta a arrugarse. A poco que la mesa de di¨¢logo salga adelante, esta podr¨ªa ser la ocasi¨®n que ERC espera para desprenderse de la r¨¦mora que representa el independentismo unilateralista. Que ERC represente ahora el posibilismo no deja de ser un obst¨¢culo para la reubicaci¨®n del postpujolismo, que no acaba de encontrar ni la posici¨®n ni la identidad.
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