Nostalgia del catalanismo
La figura de Josep Piqu¨¦ serv¨ªa para unir en vez de separar y para dialogar en vez de enmudecer de estupefacci¨®n
Repudiado en casa y culpable fuera. Pantalla pasada, a la que pocos quieren regresar entre los independentistas, y origen de todos los males secesionistas para quienes siempre albergaron sospechas hacia tales ideas y actitudes.
Sucede ahora y ya sucedi¨® antes. Pero siempre ha regresado, bajo una forma u otra. Sobran explicaciones esencialistas y metaf¨ªsicas nacionalistas. El hecho indiscutible de la lengua, ante todo. Una cultura y una literatura. La fuerza de Barcelona. La larga historia de continuidades pol¨ªticas, sociales e institucionales. Una vaga conciencia transmitida de generaci...
Repudiado en casa y culpable fuera. Pantalla pasada, a la que pocos quieren regresar entre los independentistas, y origen de todos los males secesionistas para quienes siempre albergaron sospechas hacia tales ideas y actitudes.
Sucede ahora y ya sucedi¨® antes. Pero siempre ha regresado, bajo una forma u otra. Sobran explicaciones esencialistas y metaf¨ªsicas nacionalistas. El hecho indiscutible de la lengua, ante todo. Una cultura y una literatura. La fuerza de Barcelona. La larga historia de continuidades pol¨ªticas, sociales e institucionales. Una vaga conciencia transmitida de generaci¨®n en generaci¨®n. Y sobre todo, la persistente vocaci¨®n de autogobierno democr¨¢tico.
As¨ª ha sido hasta ahora. ?Suceder¨¢ de nuevo? En el camino, algunas bazas ha perdido esa nebulosa ideolog¨ªa que un¨ªa a casi todos, tambi¨¦n a los reci¨¦n llegados, en torno a valores vinculados a la lengua y a un cierto sentido de pa¨ªs. Se han desperdiciado las energ¨ªas de una d¨¦cada entera, concentrada en un empe?o in¨²til y equivocado. Y se ha perdido consistencia. El pa¨ªs ha resultado dividido. Las pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas se han convertido en instrumentos partidistas, de unos y de otros y en direcciones opuestas. Solo faltaba la corrupci¨®n para dejar la moral por los suelos.
Instituciones que fueron de todos han sido patrimonializadas por unos pocos. Ha salido da?ado su prestigio, y no solo por los desperfectos del unilateralismo secesionista. Impresiona la lista de esc¨¢ndalos que han ensuciado las joyas m¨¢s preciadas del edificio institucional. Es ocioso enumerarla, pero no lo es constatar la reiteraci¨®n de las mismas malas excusas y argumentos victimistas con los que sus dirigentes se sacuden las responsabilidades y las endosan a una secular conspiraci¨®n. Tras tan tediosa y fraudulenta historia, apenas queda confianza ni capacidad de reacci¨®n.
No ser¨¢ f¨¢cil salir del laberinto. La lengua sigue requiriendo el m¨¢ximo cuidado. En nada ayudan las visiones apocal¨ªpticas. Menos a¨²n la politizaci¨®n y el radicalismo. Si es un instrumento para la independencia, si vale el argumento de que solo la secesi¨®n asegura su futuro, entonces est¨¢ asegurado el negro horizonte. No se garantiza su unidad con quim¨¦ricos proyectos que suscitan resquemor en todas partes, el Pa¨ªs Valenciano, Baleares, Arag¨®n... Nada se avanzar¨¢ en ning¨²n sentido sin amigos ni aliados, sin capacidad de di¨¢logo y de pacto, sin consideraci¨®n y respeto por la otra lengua oficial, que es tambi¨¦n la de una parte sustancial de los catalanes.
Todo esto que ahora se echa en falta funcion¨® razonablemente en alg¨²n momento, antes de que se echara a perder, cuando el catalanismo pod¨ªa contar a Josep Piqu¨¦ en sus filas, serv¨ªa para unir en vez de separar y para dialogar en vez de enmudecer de estupefacci¨®n. No hay que insultar al futuro, siempre por escribir, ni quedarse en la nostalgia. Y una vez m¨¢s, como siempre, hay que persistir.
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