Escenograf¨ªa de la investidura
A S¨¢nchez y a Puigdemont les ha tocado buscar el punto de encuentro, sabiendo que tendr¨¢n que cargar con las frustraciones por la l¨®gica distancia entre la ret¨®rica de acompa?amiento y los resultados
La distancia entre las palabras y las cosas est¨¢n grande a la hora de las negociaciones y los pactos pol¨ªticos que ya cansa. En el caso de la investidura de un presidente para evitar la repetici¨®n de las elecciones la realidad est¨¢ pronto descrita.
La derecha est¨¢ pagando una sobreactuaci¨®n electoral, que, en el fondo, era la expresi¨®n de una inseguridad que necesitaba el acompa?amiento permanente de la orquesta medi¨¢tica. Y vive aho...
La distancia entre las palabras y las cosas est¨¢n grande a la hora de las negociaciones y los pactos pol¨ªticos que ya cansa. En el caso de la investidura de un presidente para evitar la repetici¨®n de las elecciones la realidad est¨¢ pronto descrita.
La derecha est¨¢ pagando una sobreactuaci¨®n electoral, que, en el fondo, era la expresi¨®n de una inseguridad que necesitaba el acompa?amiento permanente de la orquesta medi¨¢tica. Y vive ahora en estado de frustraci¨®n agravada. Su tendencia ¨Calimentada por Vox- a apostar siempre por la simplicidad del juego entre buenos y malos le ha dejado sin apenas potenciales socios para echarle una mano. Y al mismo tiempo ha quedado en evidencia que, ahora mismo, sin Vox el PP no es nadie. Y lo ha pagado con el voto democr¨¢tico reactivo que le ha aguado la fiesta.
Al otro lado, el mito del instinto de supervivencia de S¨¢nchez hace imperiosa la reelecci¨®n para sobrevivir, y sus aliados necesitan seguir para no entrar en la destructiva psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias.
El capricho num¨¦rico del reparto de esca?os ha dado al independentismo en horas bajas el premio inesperado del poder de decantar el resultado. Y Puigdemont se ha subido al primer plano, despu¨¦s de seis a?os deambulando por Europa. Es su oportunidad. Alguien ten¨ªa que liderar las negociaciones, en un momento de confusi¨®n entre la prudencia mal comprendida de Esquerra y la inconcreci¨®n de Junts, una mezcla de derecha nacional y nacionalismo fundamentalista. El expresidente ha aportado el valor simb¨®lico que necesita un momento en que entre lo que se diga y lo que se pacte habr¨¢ sensible distancia. Con el aliciente adem¨¢s de poner fin a la pena del exilio. Y volver a casa.
En este contexto, y con Feij¨®o desvariando en la frustraci¨®n, resultan especialmente grotescas las salidas de tono, a uno y otro lado, de los veteranos que no consiguen asumir que su tiempo pas¨®. A ellas se ha referido el expresidente Montilla en El Periodico: ¡°A veces parece que Gonz¨¢lez y Guerra salgan en auxilio del PP¡±. Y a?ade: ¡°Cuando hay un PP que ha pactado con Vox, ha bloqueado la renovaci¨®n del poder judicial, me sorprende que haya voces socialistas que no condenen esta actitud con la misma contundencia con la que hablan de otras cosas¡±. Se entiende el resentimiento de aquellos que en su decadencia echaron a Pedro S¨¢nchez de la direcci¨®n del partido y en pocos meses acab¨® tumb¨¢ndoles. Pero basta con una mirada a Europa para darse cuenta de la triste suerte de los socialistas cuando se arriman a la derecha.
En fin, en el bando independentista no deja de ser chocante que el ex y ef¨ªmero presidente Torra reproche a su antecesor Carles Puigdemont ¡°el grave error¡± (en 2017) de ¡°proclamar la independencia y no aplicarla¡±. Es decir, de que se evitara lo que habr¨ªa sido un suicidio por la incapacidad objetiva de hacerla efectiva.
A Pedro S¨¢nchez y a Carles Puigdemont les ha tocado buscar el punto de encuentro realmente posible. Y sabiendo que evidentemente tendr¨¢n que cargar con las frustraciones por la l¨®gica distancia entre la ret¨®rica de acompa?amiento y los resultados. ?Aguantar¨¢n hasta el final?
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