Nogueras y el tufo a mot¨ªn

Hay un tufillo a mot¨ªn en la agitaci¨®n de las derechas para evitar la reelecci¨®n de Pedro S¨¢nchez como presidente del Gobierno. En un v¨ªdeo de EL PAIS sobre las manifestaciones de estos d¨ªas en Madrid ante la sede central del PSOE aparece un hombre con ese aire de vecino del barrio de Salamanca, bien vestido, bien peinado, digno, con aspecto de alto funcionario jubilado o militar retirado, que lo dice muy claro: ¡°Estamos esperando a ver qu¨¦...

Hay un tufillo a mot¨ªn en la agitaci¨®n de las derechas para evitar la reelecci¨®n de Pedro S¨¢nchez como presidente del Gobierno. En un v¨ªdeo de EL PAIS sobre las manifestaciones de estos d¨ªas en Madrid ante la sede central del PSOE aparece un hombre con ese aire de vecino del barrio de Salamanca, bien vestido, bien peinado, digno, con aspecto de alto funcionario jubilado o militar retirado, que lo dice muy claro: ¡°Estamos esperando a ver qu¨¦ hacen las fuerzas armadas y el Rey¡±. Eso suced¨ªa al mismo tiempo que centenares de jueces, magistrados, fiscales y abogados se concentraban ante los edificios de los juzgados en varias capitales de provincia para pronunciarse contra la anunciada amnist¨ªa de los condenados o encausados por la revuelta catalana de octubre de 2017.

Este tufo golpista ha sido alimentado descaradamente por Vox y sus terminales ultraderechistas, por la prensa reaccionaria y por los llamamientos de Aznar a la movilizaci¨®n general de sus seguidores. A todo ello se ha sumado el manifiesto de 50 militares retirados que reclaman a las Fuerzas Armadas que destituyan a S¨¢nchez, a menos de 24 horas de ser investido como presidente por el Congreso de los Diputados y la misma ma?ana en que prestaba juramento del cargo ante el Rey. Piden un golpe de Estado. Este es el clima del 20 de noviembre de 2023.

Las fuerzas conservadoras viven en Espa?a inmersas desde hace m¨¢s de un siglo en una placenta ideol¨®gica empe?ada en presentar al catalanismo como la causa de los males de Espa?a. Si, por resumir, alguien lleva a?os leyendo cada ma?ana el diario Abc, oyendo a Jim¨¦nez Losantos por la radio o la televisi¨®n, votando al partido de Fraga o Aznar, y est¨¢ acostumbrado a ver como la cosa m¨¢s normal que en el centro de Madrid, por ejemplo, se reparta propaganda falangista entre los tranquilos paseantes domingueros, ese alguien tiene por fuerza que considerar a Carles Puigdemont como la encarnaci¨®n del mal.

Este no es el clima general de Espa?a, pero s¨ª de partes de ella muy importantes y muy influyentes, porque est¨¢n incrustadas en los ¨®rganos del poder. La votaci¨®n de la investidura de S¨¢nchez lo indica sin maquillaje. Hay 11,2 millones de electores detr¨¢s de los 171 esca?os que votaron contra esta investidura. Los que votaron a favor son m¨¢s, 12,6 millones, y tienen m¨¢s esca?os, 179, cierto. Pero la diferencia es relativamente corta.

Esta es la raz¨®n que convierte en incomprensible la actitud con la que Junts, por boca de su portavoz, M¨ªriam Nogueras, se ha enfrentado a la situaci¨®n en el Congreso de los Diputados en esta legislatura y la anterior. Nogueras y su partido han alimentado sistem¨¢ticamente la tesis de que, respecto a Catalu?a y el catalanismo, el progresismo espa?ol es lo mismo que el conservadurismo nacionalista heredero del franquismo. No han dejado de descalificar rotundamente a quienes han apostado por el di¨¢logo, tanto desde Catalu?a como desde el Gobierno de S¨¢nchez. Ahora se empe?an en la impostura de desmerecer insensatamente su propia renuncia al unilateralismo presentando la amnist¨ªa pactada como una gran victoria del independentismo. Como si en vez de una rendici¨®n fuera el inicio de una nueva etapa en pos del objetivo al que en realidad est¨¢n renunciando. Desmienten con su actitud lo que a la hora de la verdad han votado. Aportan argumentos que refuerzan a sus adversarios y ni siquiera se dan cuenta de que lo hacen.

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