Mesa y amnist¨ªa para un ¡®milhomes¡¯
Las bravuconadas a veces funcionan. Provocan al adversario, que las compra enteras si se trata de polarizar y llamar a la guerra santa
Junts ya ha enfilado la recta final del viaje de regreso, tras el periplo que llev¨® a Converg¨¨ncia i Uni¨® a su desintegraci¨®n. Otra vez rumbo a la moderaci¨®n. Aqu¨ª ya se pacta. Con la izquierda de momento. Sin ocultar la pulsi¨®n ¨ªntima, inscrita en los or¨ªgenes del nacionalismo anta?o moderado. Tambi¨¦n habr¨¢ que pactar con la derecha espa?ola.
Se mantienen las apariencias. Permanece imperturbable el relato dichoso. Gracias a la persistencia de la ficci¨®n, siguen las enormes reivindicaciones que jam¨¢s encontrar¨¢n refugio en la realidad. La mesa secreta e invisible permite aguantar el tip...
Junts ya ha enfilado la recta final del viaje de regreso, tras el periplo que llev¨® a Converg¨¨ncia i Uni¨® a su desintegraci¨®n. Otra vez rumbo a la moderaci¨®n. Aqu¨ª ya se pacta. Con la izquierda de momento. Sin ocultar la pulsi¨®n ¨ªntima, inscrita en los or¨ªgenes del nacionalismo anta?o moderado. Tambi¨¦n habr¨¢ que pactar con la derecha espa?ola.
Se mantienen las apariencias. Permanece imperturbable el relato dichoso. Gracias a la persistencia de la ficci¨®n, siguen las enormes reivindicaciones que jam¨¢s encontrar¨¢n refugio en la realidad. La mesa secreta e invisible permite aguantar el tipo, marcar la diferencia con Esquerra, que quiere tambi¨¦n una y en Ginebra, y retar al espa?olismo m¨¢s excitado.
Tres mesas, sin que se sepa muy bien para qu¨¦. La de Junts la m¨¢s ruidosa, adem¨¢s de ofensiva y humillante al decir de muchos. Por bilateral, por secreta, por reunirse en el extranjero, por la mediaci¨®n de un diplom¨¢tico salvadore?o. Por rid¨ªcula e in¨²til, en cualquier caso. Aunque sea nulo su contenido, o precisamente porque se sospecha que ser¨¢ nulo su contenido.
O quiz¨¢s no tan nulo. Esa mesa, que ya no se reunir¨¢ hasta 2024, mantiene un aire de familia que viene de su matriz fundacional. Todo en ella es fruto de la victimizaci¨®n arrogante y amenazadora de quien la ha dise?ado. Las aportaciones de Puigdemont a toda esta larga historia son notables: todav¨ªa es parte del pollo que prometi¨® montar cuando huy¨®. Pero hay algo que no es suyo si no que viene del fundador, Jordi Pujol, aquel presidente que Josep Pla calific¨® de ¡°milhomes de ambici¨®n desmesurada¡± en sus Notes del capvesprol.
Con frecuencia las mayores virtudes son los defectos. Las bravuconadas a veces funcionan. Provocan al adversario, que las compra enteras si se trata de polarizar y llamar a la guerra santa. Pujol fue un maestro en esta t¨¦cnica en tiempos m¨¢s propensos al acuerdo que los actuales y Puigdemont, su alumno, sobresale gracias a la ¨¦poca turbulenta e hiperb¨®lica que estamos atravesando.
El sigilo de la mesa internacional es la sordina que se ha impuesto el milhombres a s¨ª mismo. Si se pasa de la raya se estrechar¨¢ el camino del retorno hasta abrir las puertas a quienes quieren mantenerlo en el limbo de por vida. Nadie ha cre¨ªdo la fanfarronada de una moci¨®n de censura con Vox y el PP si S¨¢nchez no le hace suficiente caso. Sus diputados votar¨¢n todo lo que le convenga a Puigdemont, que puede ser mucho, hasta que salga la ley de amnist¨ªa, la ¨²nica sustancia tangible del acuerdo.
Mejor que no invente nuevos obst¨¢culos, cuando tiene tantos en casa, m¨¢s separados que juntos. De un lado, el sector institucional, de pedigr¨ª pactista y otra vez amigo de los negocios (businessfriendly), y del otro, el fundamentalismo indepe e izquierdista encabezado por Laura Borr¨¤s, que obliga a feminizar el sustantivo: mildones (?mildue?as?) contra milhomes.
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