El regreso de las bandas latinas en Catalu?a: entre la inquietud y el escepticismo
Diversas operaciones policiales apuntan a un posible resurgimiento de los pandilleros, aunque sin el nivel de organizaci¨®n y violencia de hace dos d¨¦cadas
Las gorras, las camisetas y los collares lucen expuestos junto a los machetes y los bates de b¨¦isbol en una mesa montada para la ocasi¨®n. Los investigadores de la Guardia Civil la miran a la espera de la rueda de prensa, la primera en mucho tiempo en la comandancia de Travessera de Gr¨¤cia, en Barcelona, del instituto armado. ¡°La noticia es que no hay noticia¡±, repetir¨¢ en diversas ocasiones el general de la Guardia Civil Pedro Pizarro, en su intervenci¨®n sobre la operaci¨®n en la que han detenido a 32 supuestos Latin Kings. El logro, insistir¨¢ el m¨¢ximo responsable de la Guardia Civil en Catalu...
Las gorras, las camisetas y los collares lucen expuestos junto a los machetes y los bates de b¨¦isbol en una mesa montada para la ocasi¨®n. Los investigadores de la Guardia Civil la miran a la espera de la rueda de prensa, la primera en mucho tiempo en la comandancia de Travessera de Gr¨¤cia, en Barcelona, del instituto armado. ¡°La noticia es que no hay noticia¡±, repetir¨¢ en diversas ocasiones el general de la Guardia Civil Pedro Pizarro, en su intervenci¨®n sobre la operaci¨®n en la que han detenido a 32 supuestos Latin Kings. El logro, insistir¨¢ el m¨¢ximo responsable de la Guardia Civil en Catalu?a, es haber evitado una venganza que hubiese ocasionado males mayores. Todos los detenidos, a excepci¨®n de dos menores y otros dos adultos que ya estaban encarcelados, quedaron en libertad despu¨¦s del primer gran operativo contra los Latin Kings desde 2015 en la regi¨®n. El debate est¨¢ abierto: ?han vuelto las bandas latinas a Catalu?a?
La Polic¨ªa Nacional, junto a la Guardia Urbana, tambi¨¦n detuvo hace un a?o a 14 personas en Barcelona, acusadas de pertenecer a otra banda, la Mara 18. Aseguraban que los l¨ªderes estaban intentando captar a j¨®venes para formar una clica (una agrupaci¨®n local). En aquella ocasi¨®n, tambi¨¦n salieron libres del juzgado, en causas que siguen su curso. Las operaciones de los dos cuerpos estatales chocan con el abordaje de los Mossos d¡¯Esquadra, que por ahora manejan con frialdad la hip¨®tesis de que las bandas supongan un problema de seguridad en Catalu?a. As¨ª qued¨® reflejado en un tuit de la polic¨ªa catalana, durante un operativo policial conjunto con la Guardia Civil la semana pasada, en el que aseguraba que actuaban contra una organizaci¨®n de ¡°inspiraci¨®n grupal latina¡± por diversos delitos, como tr¨¢fico de drogas, robos, lesiones, tenencia de armas o estafa bancaria. Las precauciones de los Mossos fueron acogidas en la red social con mofas y escepticismo.
Fuentes de la polic¨ªa catalana insisten en que las alarmas no han saltado en las comisar¨ªas, que es donde llegan las denuncias por peleas graves de territorialidad, o por amenazas cuando alguien quiere dejar el grupo. ¡°Estamos muy lejos de 2011 o 2012, cuando se mataban entre ellos¡±, coinciden otras fuentes policiales, que atribuyen a la competici¨®n policial el hacer resurgir fen¨®menos que, a su criterio, no existen ahora mismo en Catalu?a. A pesar de eso, mandos de la polic¨ªa catalana est¨¢n sopesando recuperar la antigua unidad que investigaba exclusivamente delitos cometidos por las bandas, y que desmantelaron en 2018. Considera que, a pesar de que el fen¨®meno de la banda, como cobijo y estructura criminal, no puede decirse que haya renacido, s¨ª que detectan que algunas personas se han unido m¨¢s all¨¢ del mero inter¨¦s en delinquir. ¡°Forman parte de un grupo, que se sienten como propio¡±, explican, en referencia a la decena de detenidos la semana pasada en L¡¯Hospitalet.
¡°Hace 20 a?os que escuchamos que han desmantelado una banda y luego vuelve a nacer. Alguien deber¨ªa aprender que esa estrategia no sirve¡±, ironiza el catedr¨¢tico en antropolog¨ªa Carles Feixa, que considera que cuando se presiona a las bandas, como mucho, pasan a la clandestinidad y se cierran en s¨ª mismas. El problema, explica este experto que lleva media vida implicado en el estudio del comportamiento de los j¨®venes unidos en estos grupos, es la asimilaci¨®n con la delincuencia. ¡°Se criminaliza la pura pertenencia a la banda¡±, lamenta, y pone como ejemplo de ello el bodeg¨®n de la ¨²ltima operaci¨®n de la Guardia Civil, en el que ¡°se mezclan armas con la Biblia o los collares, que son cosas muy distintas¡±. Para Feixa, se produce un ¡°dej¨¤ vu¡± de las pol¨ªticas de mano dura en Catalu?a, en referencia a la etapa en la que los Mossos pasaron de mediar con los j¨®venes a catalogarlos de organizaci¨®n criminal. La estrategia conllev¨® algunas condenas (casi 9 a?os de c¨¢rcel para el denominado Baby White, como l¨ªder de una facci¨®n de los Latin Kings) y otras absoluciones (como la de la mayor¨ªa de los detenidos en la ¨²ltima macrorredada de los Mossos en 2015).
¡°No parece que detr¨¢s de las ¨²ltimas operaciones haya la verdadera criminalidad, las aut¨¦nticas bandas son las de narcotraficantes¡±, opina Feixa, despu¨¦s de leer el auto judicial de la operaci¨®n contra los Latin, liderada por un juzgado de Reus, y que supuso la puesta en libertad de la mayor¨ªa de los arrestados. ¡°Les gusta m¨¢s la liturgia que lo que hacen¡±, aseguran fuentes judiciales, sobre el perfil de los j¨®venes, la mayor¨ªa de entre 25 y 30 a?os. Fuentes de los Mossos insisten en que no se puede abordar como banda cualquier grupo de chavales que delinca. ¡°?Son bandas los que roban m¨®viles en grupo en Barcelona?¡±, se preguntan de manera ret¨®rica. ¡°Es que no hay bandas¡±, sentencian otras fuentes policiales, preguntadas al respecto.
El antrop¨®logo Carles Feixa argumenta que hay una evoluci¨®n en las bandas en Catalu?a, que diferencia de la situaci¨®n en Madrid, donde han repuntado los enfrentamientos. ¡°Ya no estamos en la primera generaci¨®n, es una segunda y posteriores. Los m¨¢s veteranos ya no tiene la necesidad de control sobre los j¨®venes¡±, explica, y destaca las virtudes de los procesos de inscripci¨®n como asociaciones culturales de hace casi dos d¨¦cadas, alentados por la Generalitat, que se dieron en Catalu?a, para concienciar y erradicar los castigos a quienes quer¨ªan dejar el grupo. Tambi¨¦n inciden en que si hay j¨®venes que siguen queriendo formar parte de ellas es porque ¡°cubren necesidades que nadie m¨¢s cubre¡±. Feixa no niega que puntualmente puedan darse rituales violentos, o que algunos de sus miembros delincan. Pero insiste en las consecuencias negativas de un abordaje meramente punitivo: ¡°Si se los persigue, es posible que se refuerce una cultura m¨¢s tradicional y un sentimiento de cerrarse¡±.
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