Amar y comer en el Celler de Can Roca
Sea un ¨ªmpetu de juventud, un afecto tranquilo o un cari?o blanco, el amor lo gobierna todo. Desde una comida en un restaurante de tres estrellas Michelin al mayor desastre de Renfe en Catalu?a
Las miradas se cruzan solo bajar del taxi y, al instante, las fotograf¨ªas de las b¨²squedas en Google se tornan de carne y hueso. Es ella. Con la cabeza gacha, y casi a la carrera, huye hasta la recepci¨®n para aferrarse a la copa de cava y buscar a esa amiga, siempre perfecta, siempre dispuesta. A su lado se est¨¢ a salvo porque su belleza indolente lo colma todo, sin esfuerzo. Ya solo es cuesti¨®n de esperar y pasar desapercibida hasta que empiece el ansiado banquete en el Celler de Can Roca.
Una vez en la mesa, el momento no puede postergarse m¨¢s. El amor pasado y el amor presente de un hombre que no est¨¢ se saludan. Dos besos fr¨ªos, dos sonrisas c¨¢lidas. El amor rom¨¢ntico, en los mejores a?os de la vida, cara a cara con el amor s¨®lido, en los a?os m¨¢s previsibles. La obsesi¨®n apasionada de la juventud frente a la fijaci¨®n tranquila de la madurez¡ Un maridaje que acompa?a toda la velada.
Pero no es el ¨²nico amor que salpica el encuentro. Nueve a?os antes, otro hombre ausente y otra ruptura marcaron la aventura gastron¨®mica del Celler de esa misma mesa. El final abrupto de una relaci¨®n transform¨® una cena rom¨¢ntica en una conjura obligada entre amigas. ¡°Prefer¨ª comer, aunque fuese llorando¡±, recuerda la apol¨ªnea protagonista, sentada all¨ª mismo casi una d¨¦cada despu¨¦s, con la misma amiga huidiza. Debe ocurrir a diario en un restaurante donde se reserva con un a?o de antelaci¨®n. Juntas ven pasar de nuevo los platos, fugaces, mientras el camarero se apresura para acabar el relato del ¡°libro viejo¡± comestible antes de que sea devorado.
En la mesa 5 son seis personas en total, unidas por el tercer amor de la jornada. En este caso, uno blanco y leal: el de la amistad, que se limita a ofrecer un kleenex cuando se llora. Al reducido grupo de afortunados invitados al restaurante de tres estrellas Michelin les cohesiona la devoci¨®n al explosivo organizador del encuentro. Bajo su batuta, se ha gestado una comida variopinta, donde los comensales han sido ordenados por galones en distintas mesas. La 5 mezcla periodismo, marketing y literatura, en una paridad ¨¢urea. La excusa de la celebraci¨®n es presentar los Roca Awards, unos novedosos premios literarios gastron¨®micos a los que se desea larga vida.
La uni¨®n fraternal de los tres hermanos Roca es el cuarto amor del fest¨ªn, que sella el baile constante de platos. ¡°El pato curado es de Joan, el consom¨¦ es de Pitu y el xuixo es de Jordi¡±, acierta un integrante de la mesa 5 que ha salido a hablar por tel¨¦fono y se ha perdido la explicaci¨®n del camarero, que tampoco necesitaba. ?l no lo sabe a¨²n, pero est¨¢ ligado indirectamente a sus dos compa?eras de men¨² de lujo por otro amor m¨¢s. Un conocido en com¨²n con el que vivieron historias de juventud entusiasta, con tramas y subtramas ligeras que dar¨ªan para tres novelas rom¨¢nticas de Julia.
¡°El amor se ha comparado, en todas las ¨¦pocas, con el mar, con la inconstancia del mar, las molestias que produce, la agon¨ªa que a menudo proyecta. Esta comparaci¨®n ya significa, por ella misma, que el amor es, de manera general, un desastre muy vasto, origen, en cualquier sitio, de incontables miserias¡±, escribe Josep Pla en sus notas dispersas. Defiende un ¡°amor real¡±, f¨ªsico, frente al amor rom¨¢ntico. Aunque Xavier Pla (no son familia), autor de la biograf¨ªa m¨¢s extensa sobre el empordan¨¨s, lo atribuye a un desdoblamiento del autor: ¡°Si como hombre es un sentimental, como escritor defiende la desafecci¨®n sentimental¡±.
Ya sea un ¨ªmpetu de juventud, un afecto tranquilo o un cari?o blanco, el amor lo gobierna todo. Incluso el mayor desastre en la red ferroviaria de Renfe en Catalu?a, que ha dejado a miles de personas tiradas en los andenes y que no prev¨¦ una soluci¨®n a corto plazo. La madrugada del 12 de mayo, d¨ªa de las elecciones catalanas, una pareja -¨¦l de 52 y ella de 24 a?os- agarraron una p¨¦rtiga de madera, de tres o cuatro metros, le pegaron una radial al final con cinta americana, cortaron 60 metros de cobre doble (120 en total) y desataron el caos.
En apenas un mes hicieron lo mismo seis veces (tres en Renfe y tres en Ferrocarriles de la Generalitat), seg¨²n los Mossos. Seis ocasiones en las que se jugaron el pellejo, no es el primer ladr¨®n de cobre que muere electrocutado. ?Y cu¨¢l era su coartada cuando alg¨²n vigilante los sorprend¨ªa merodeando de madrugada por lugares solitarios, cerca de cualquier v¨ªa? El amor: solo eran dos furtivos en busca de un lugar tranquilo donde quererse.
La despedida en el Celler de Can Roca es cordial. ¡°Recuerdos¡±, encomienda el amor del pasado al amor del presente de ese hombre que no est¨¢. El gozo de un d¨ªa excepcional contin¨²a varias horas despu¨¦s pegado a la piel. Porque, siguiendo con Pla, ¡°los hombres y las mujeres se aburren de una manera literal e impresionante¡± y se morir¨ªan ante la ¡°tensi¨®n insoportable que produce la realidad¡±, de no ser por el arte al que da pie tanto tedio. Como la gastronom¨ªa. O de no ser por el amor, a?ado. Una tem¨¢tica abandonada en la letra impresa diaria. Ahora que luce el sol, y que el calor dora la piel, lo m¨ªnimo ser¨ªa dedicarle una serie de verano. Una columna como Modern love, del The New York Times. ?Por qu¨¦ no? Mucho m¨¢s saludable que el true crime.
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