Elogio del gestor
Pasar de la gesti¨®n a las transformaciones exige ir m¨¢s all¨¢ de las definiciones te¨®ricas, y ah¨ª est¨¢ el gran reto de Salvador Illa
¡°Si usted me dice, ?c¨®mo quiere ser recordado? Pues como un buen gestor¡±. Hasta d¨®nde llegar¨¢ la voluntad de Salvador Illa de ejercer una presidencia de la Generalitat sin sobresaltos, y presumir de ello, que en la tribuna del Parlament ha reivindicado la figura del pol¨ªtico gestor. Nos est¨¢ acostumbrando el nuevo presidente de la Generalitat a combinar anuncios concretos ¡ªel plan para las 50.000 viviendas p¨²blicas¡ª con definiciones te¨®ricas: socialdem¨®crata, gradualista, humanista cristiano, tarradellista¡ Y este mi¨¦rcoles ha incorporado a la lista esa reivindicaci¨®n del gestor. Del gestor pol¨ªtico, se entiende, no del que te hace la renta. Ciertamente, es posible atribuirle a la palabra una acepci¨®n positiva, simbolizando el tipo de pol¨ªtico que no malversa, que cuida con esmero de contable de mercer¨ªa novecentista el dinero p¨²blico y que mantiene los servicios en funcionamiento. Lo que no s¨¦ es si el tipo de pol¨ªtica prudente que trata de no romper los cristales de las ventanas se corresponde con algunas de esas otras definiciones que gusta de atribuirse Illa. Pongamos por caso la socialdemocracia.
S¨¦ que en las ¨²ltimas d¨¦cadas los socialdem¨®cratas se han alejado un poquito de Rosa Luxemburg o Largo Caballero al abrazar los postulados del liberalismo, por impotencia o por comodidad, pero cuando se esgrime la definici¨®n te¨®rica, seguimos hablando de una pol¨ªtica que, por la v¨ªa reformista ¡ªel gradualismo del que tambi¨¦n presume el president¡ª trata de reducir las desigualdades sociales (no r¨ªan, pero con el horizonte ¨²ltimo y ut¨®pico de la superaci¨®n de las clases). Todo eso va algo m¨¢s all¨¢ de la gesti¨®n, aunque, es cierto, con la simple gesti¨®n se puede hacer funcionar mejor Rodalies, que ya ser¨ªa un hito.
Pasar de la gesti¨®n a las transformaciones exige ir m¨¢s all¨¢ de las definiciones te¨®ricas, y ah¨ª est¨¢ el gran reto de Salvador Illa, si quiere mantener el apoyo de sus aliados de izquierdas y cumplir sus promesas, y al mismo tiempo mantener ese pie que el socialismo catal¨¢n tiene siempre metido en el mundo del poder econ¨®mico. El l¨ªder del PP, Alejandro Fern¨¢ndez, ocurrente como nadie en el Parlament, ha acu?ado la expresi¨®n de ¡°yerno ideal¡± para un Illa al que acusa de querer contentar a unos y otros. Y la diputada de la CUP Laure Vega ha menospreciado ese concepto de ¡°gobernar para todos¡±, cuando ese ¡°todos¡± incluye a las personas sin acceso a vivienda y a los superpropietarios de pisos. Hay que elegir. Y en esa elecci¨®n se juega el Govern la credibilidad.
No parece que Salvador Illa est¨¢ muy inquieto por esa posible contradicci¨®n. De momento. Sigue presumiendo de su alianza de izquierdas, que puede apoyarle en el proyecto de vivienda p¨²blica o mientras siga asegurando que la financiaci¨®n singular se va a cumplir. Pero un d¨ªa tendr¨¢ que presentar su proyecto de ampliaci¨®n del aeropuerto, y entonces se ver¨¢ si echa mano de la geometr¨ªa variable y se acerca a Junts per Catalunya: por de pronto, se intuye una cierta sinton¨ªa personal entre el portavoz juntero Albert Batet y el president, algo que ni de lejos exist¨ªa en tiempos de Pere Aragon¨¨s.