La sorpresa de ?balos y los tiros al aire de Ximo Puig
El tiempo concretar¨¢ las aspiraciones del exministro que algunos cen¨¢culos ya sit¨²an en la alcald¨ªa de Valencia mientras que el presidente del Consell env¨ªa esta intensa semana avisos a S¨¢nchez
Tres fotos ilustran la semana pol¨ªtica valenciana. Sus protagonistas son Ximo Puig y el ya ex ministro valenciano Jos¨¦ Luis ?balos. En la primera, fotograf¨ªa grupal del Gobierno, la figura de ?balos aparece distinguida con un punto rojo, al igual que las del resto de miembros del Gabinete cesados ayer, s¨¢bado, por Pedro S¨¢nchez. Conmoci¨®n en el socialismo valenciano. Nadie esperaba la defenestraci¨®n de ?balos, considerado el m¨¢s puro ...
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Tres fotos ilustran la semana pol¨ªtica valenciana. Sus protagonistas son Ximo Puig y el ya ex ministro valenciano Jos¨¦ Luis ?balos. En la primera, fotograf¨ªa grupal del Gobierno, la figura de ?balos aparece distinguida con un punto rojo, al igual que las del resto de miembros del Gabinete cesados ayer, s¨¢bado, por Pedro S¨¢nchez. Conmoci¨®n en el socialismo valenciano. Nadie esperaba la defenestraci¨®n de ?balos, considerado el m¨¢s puro ¡°sanchista¡± valenciano de la primera hornada y miembro destacado del ¨ªntimo c¨ªrculo de confianza de S¨¢nchez. Hace menos de un mes, en respuesta a mi informaci¨®n sobre un probable distanciamiento entre ?balos y S¨¢nchez, me respondi¨® con soltura: ¡°Olv¨ªdate. ?balos ser¨¢ lo que quiera ser. Si quiere seguir de ministro, seguir¨¢, y si quiere permanecer como secretario de Organizaci¨®n del PSOE, permanecer¨¢¡±. Las aspiraciones de nuestro protagonista, por lo visto, son otras. El tiempo las ir¨¢ concretando. De momento, ayer los chats de whatsApp del PSPV-PSOE echaban humo con la conjetura del futuro desembarco en Valencia de ?balos como candidato socialista a la alcald¨ªa de Valencia en 2023.
En la segunda imagen, con el mar Mediterr¨¢neo de fondo, aparece el presidente del Consell, Ximo Puig, con su hom¨®loga balear, Francina Armengol, en la cumbre protagonizada por ambos dirigentes socialistas en Mallorca. En la tercera, un Puig visiblemente cansado, con gesto serio y circunspecto, desgrana desde el patio g¨®tico del Palau de la Generalitat las nuevas restricciones dispuestas para frenar esta quinta ola pand¨¦mica que nos pilla a todos hastiados y superados. Ambas fotos contienen mensajes subliminales dirigidos a Pedro S¨¢nchez, presidente del Gobierno y secretario general del PSOE.
En la capital mallorquina Puig, acompa?ado de Armengol, ha lanzado un tiro al aire, una bengala, un aviso al navegante S¨¢nchez. Ambos dirigentes auton¨®micos, en contraposici¨®n a otros barones socialistas de tierra adentro, cerraron filas con la concesi¨®n de los indultos a los presos secesionistas catalanes decidida por el ejecutivo espa?ol. La ayuda prestada en mitad de la tempestad no es ni a fondo perdido ni a cambio de nada. Si separamos el polvo de la paja, apreciaremos que la llamada ¡°cumbre¡± entre la Comunidad Valenciana y Baleares es un recordatorio a Pedro S¨¢nchez de que los territorios perif¨¦ricos mediterr¨¢neos gobernados por socialistas no van a transigir con una mesa de negociaci¨®n bilateral entre el Gobierno de Espa?a y el ejecutivo catal¨¢n que se traduzca en capazos de dinero e inversiones para Catalu?a -poco m¨¢s se puede ofrecer a los vecinos del norte dentro del marco legal- mientras la Comunidad Valenciana y, en menor medida, Baleares, siguen siendo territorios sometidos a una infrafinanciaci¨®n por mor de un modelo caduco, injusto e insuficiente para cubrir sus necesidades. Ximo Puig ha advertido en varias ocasiones que ¡°lealtad no es sumisi¨®n¡±. Esta cumbre a dos bandas es la escenificaci¨®n de lo dicho.
Le seguir¨¢n otras cumbre bilaterales con el mismo aroma de advertencia. En unos d¨ªas el conseller de Hacienda valenciano, Vicent Soler, se reunir¨ªa con sus sosias andaluz, Juan Bravo, para preparar el encuentro que juntar¨¢ en septiembre en Sevilla a Puig con el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Juan Manuel Moreno, del PP. Si en Mallorca la reuni¨®n se ha sazonado con discursos emotivos sobre la cultura compartida, la lengua que nos une y la cercan¨ªa geogr¨¢fica por v¨ªa mar¨ªtima que teje y facilita intercambios comerciales, en Andaluc¨ªa el asunto es m¨¢s prosaico: fijar un frente de presi¨®n para reclamar una reforma del reparto de recursos para las autonom¨ªas. Este segundo tiro al aire que lanzar¨¢ Puig en septiembre tiene el valor de forjar alianza con un dirigente del principal partido de la oposici¨®n que gobierna en un territorio que fue basti¨®n socialista durante casi cuatro d¨¦cadas. Si el presidente de la Generalitat gobierna la autonom¨ªa m¨¢s importante en manos del PSOE, lo mismo se puede decir de Juan Manuel Moreno respecto al PP. Comunidad Valenciana y Andaluc¨ªa suman cerca de trece millones y medio de ciudadanos.
No es Puig un dirigente de ¨¢nimo exaltado ni levantisco; al contrario, su mesura y contenci¨®n enervan, en ocasiones, a quienes le rodean y asesoran. La bandera de la financiaci¨®n ha sido su reclamo electoral en la oposici¨®n y desde que lleg¨® a la Presidencia del Consell. No se lo est¨¢ poniendo f¨¢cil el gobierno de Pedro S¨¢nchez, por m¨¢s que Puig y Soler se desga?iten en explicar que vale, no hay nuevo modelo, pero s¨ª son atendidas las reclamaciones econ¨®micas del Consell para compensar las deficiencias del obsoleto reparto de los dineros auton¨®micos. Puig sabe, ya lo est¨¢ experimentando, que sus socios de Gobierno, Comprom¨ªs fundamentalmente, van a dar esa batalla en lo que resta de legislatura para desgastar al PSPV-PSOE por la v¨ªa de los incumplimientos del ejecutivo central. El enfrentamiento directo con Pedro S¨¢nchez no se contempla; la estrategia de Puig es otra: mancomunar el problema de la financiaci¨®n para no ser el ¨²nico dirigente auton¨®mico d¨ªscolo. Tras ver el trato recibido por Susana D¨ªaz en Andaluc¨ªa, lo ¨²ltimo que quiere Ximo Puig es enrarecer el ambiente de cara al Congreso que el PSPV-PSOE celebrar¨¢ en noviembre y en el que aspira a renovar su liderazgo org¨¢nico sin candidatos alternativos improvisados que desluzcan su reelecci¨®n.
En la segunda imagen de la semana, los gestos y el tono de la voz delatan el cansancio del titular del Consell tras m¨¢s de quince meses de pandemia y en mitad de una quinta ola que devuelve la incertidumbre al primer plano y desplaza el optimismo desatado por la campa?a de vacunaci¨®n y tras el anuncio del fin de la obligatoriedad de las mascarillas en los espacios p¨²blicos al aire libre. La prudencia y la mesura que han caracterizado la gesti¨®n pand¨¦mica del Gobierno valenciano, tras la lecci¨®n aprendida de la Comunidad Valenciana como una de las regiones de la UE m¨¢s castigadas por el virus durante el pasado invierno, se han diluido en la ligereza con que el Gobierno de S¨¢nchez dej¨® decaer el estado de alarma y la frivolidad con que anunci¨®, por segunda vez consecutiva, que hab¨ªamos vencido al virus y que fuera las mascarillas.
Puig, como otros dirigentes auton¨®micos, tiene que bregar ahora, en esta nueva crisis generada por la variante Delta y con la cepa andina o Lambda acechando, con las limitaciones de no disponer de un instrumento legal que permita aplicar restricciones que afectan a derechos como la libertad de movimiento o reuni¨®n. Queda expensa la gesti¨®n pol¨ªtica a lo que decidan los tribunales. Por eso, cuando el pasado jueves el titular del Consell hablaba de responsabilidad y prudencia a los ciudadanos, pens¨¦ que era otro mensaje subliminal dirigido a S¨¢nchez: nos pide a nosotros lo que este no ha sido capaz de aplicar en los ¨²ltimos meses a la gesti¨®n Covid.
Tambi¨¦n esta semana, el director adjunto de La Vanguardia, Enric Juliana, vino a Valencia a presentar su ¨²ltima obra, Aqu¨ª no hemos venido a estudiar (Editorial Arpa). Dijo el periodista catal¨¢n el jueves que ¡°el sentimiento de cat¨¢strofe se ha instalado entre nosotros¡±. Y un escalofr¨ªo recorri¨® la espina dorsal de los all¨ª reunidos. Al d¨ªa siguiente se anunciaron las nuevas restricciones, en medio de unas cifras de contagio que cre¨ªamos superadas. Juliana renunci¨® a los mensajes subliminales. El libro promete.