Aitana seduce y Sen Senra enamora en Valencia
La catalana y el gallego ofrecieron las mejores dos actuaciones de la primera jornada del festival Bigsound que se celebra en la Ciutat de les Arts i les Ci¨¨ncies
Su escala de popularidad es distinta, porque una actuaba en el escenario principal ante decenas de miles de personas y el otro lo hac¨ªa en el escenario secundario ante algunos miles (aunque era enga?oso porque ya luce alg¨²n Wizink en el curr¨ªculo), pero tanto Aitana Oca?a como Christian Senra ofrecieron los dos conciertos m¨¢s proteicos de la primera de las dos tardes noches del Bigsound, el festival pop ¨C orientado a los sonidos denominados urbanos y tambi¨¦n algo caribe?os: reguet¨®n, dancehall, trap o hyperpop ¨C que a punto est¨¢ de celebrar su quinto aniversario en la Ciutat de les Arts...
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Su escala de popularidad es distinta, porque una actuaba en el escenario principal ante decenas de miles de personas y el otro lo hac¨ªa en el escenario secundario ante algunos miles (aunque era enga?oso porque ya luce alg¨²n Wizink en el curr¨ªculo), pero tanto Aitana Oca?a como Christian Senra ofrecieron los dos conciertos m¨¢s proteicos de la primera de las dos tardes noches del Bigsound, el festival pop ¨C orientado a los sonidos denominados urbanos y tambi¨¦n algo caribe?os: reguet¨®n, dancehall, trap o hyperpop ¨C que a punto est¨¢ de celebrar su quinto aniversario en la Ciutat de les Arts i les Ci¨¨ncies. Algo les diferencia: lo de Aitana es un c¨²mulo de apuntes, un combinado de ejercicios de estilo que, junto al determinante giro en su propuesta esc¨¦nica (apenas queda nada de aquella joven c¨¢ndida que pis¨® Viveros hace cinco a?os), evidencia que tiene una direcci¨®n musical algo veleta, como ocurre con la mayor¨ªa de ex concursantes de talent shows televisivos en sus primeros a?os en el negocio, mientras que lo de Sen Senra brinda un lenguaje propio y plenamente reconocible. Las herramientas tambi¨¦n son distintas, l¨®gicamente. O al menos lo fueron anoche.
M¨¢s enfocada en su papel de nueva diva disco pop (los tema de su ¨²ltimo ¨¢lbum, alpha) que en la gesti¨®n del pop afable, romo y abiertamente mainstream de sus anteriores trabajos (aunque no faltaron cosas como 11 razones o el recuerdo a sus duetos con Zoilo ¨C Mon amour ¨C y Sangiovanni ¨C Mariposas ¨C ), Aitana desvel¨® un espect¨¢culo intachable, con una coreograf¨ªa exuberante y extenuante de solo mirarla, formada por cerca de una decena de bailarines (se mov¨ªan tan r¨¢pida y coordinadamente que a uno, de mente de letras puras, le costaba contarlos), y ella destilando un aplomo en escena y un dominio del show que era dif¨ªcil de imaginar hace unos a?os. Tuvo guasa su retorno a Valencia, la ciudad en la que brot¨® (fue en noviembre del a?o pasado, primer bolo de la gira) aquella artificiosa pol¨¦mica por su forma de agitar la pelvis y retorcerse sobre la tarima durante la interpretaci¨®n de miamor: enfundada en una camiseta negra con la frase I love paella valenciana, Aitana repiti¨® el culebreo (como en cualquier concierto) justo despu¨¦s de que la pantalla mostrase los titulares de prensa del d¨ªa despu¨¦s de aquello, haci¨¦ndose eco del risible esc¨¢ndalo. Una estupenda forma, la verdad, de darle la vuelta al asunto, muy swiftiana. Si alguien en 2024 a¨²n se escandaliza por algo as¨ª y cree que su prole va a salir perturbada de la experiencia, es que vive en el siglo XIX o no ha visto en su vida un concierto de la ex Disney Miley Cyrus. Seguramente ambas cosas a la vez. A Aitana le aguarda, por cierto, un Bernab¨¦u a final de a?o.
Sen Senra, quien precisamente hizo dueto con Aitana en su ¨²ltimo single, publicado hace solo un mes, se quej¨® (y con raz¨®n) de que la m¨²sica que emanaba del bolo de los colombianos Cali y El Dandee (quienes compartieron escenario luego unos minutos con Aitana en su set) desde el escenario principal se mezclaba con la suya. Pero m¨¢s all¨¢ de eso ofreci¨® un set impecable, sobrado de estupendas canciones pop, carisma, un punto de sofisticaci¨®n sin llegar a resultar inaccesible para nadie y esa peculiar habilidad para surcar estilos colindantes sin dejar de sonar siempre a s¨ª mismo y con vocaci¨®n transversal, convenciendo a generaciones muy distintas. Merece petarlo a la altura de un C. Tangana, aunque sean talentos distintos. Su concierto me record¨® al que dio otro Christian hace un a?o en el mismo escenario: Alizzz.
El momento verbena de la noche hab¨ªa llegado antes con la aparici¨®n por sorpresa de King ?frica al ritmo, c¨®mo no, de Paquito el Chocolatero y su inenarrable Bomba. Aunque el pase del reguetonero dominicano Henry M¨¦ndez (no pod¨ªa faltar El Tibur¨®n, entre multitud de gui?os a material ajeno que hubieran supuesto un apasionante curro para cualquier gestor de derechos de autor) no le anduvo muy a la zaga. Otra fiesta dentro de la fiesta. Hay momentos en los que suenan los viejos ¨¦xitos de Daddy Yankee o Don Omar por la ambientaci¨®n musical del festival entre concierto y concierto y uno hasta desear¨ªa una vuelta de aquella vieja escuela. Tampoco me dijeron gran cosa los sets del coru?¨¦s Orslok y del madrile?o Love Yi, pero s¨ª encontr¨¦ m¨¢s interesante la propuesta de la sevillana Juicy Bae, aunque me recuerde demasiado a Bad Gyal. Juan Mag¨¢n, por cierto, sucedi¨® a Aitana en el escenario principal con el electrolatino (no lo digo yo, que la etiqueta le puede aburrir hasta a ¨¦l, es que fue la primera palabra que reson¨® en su bolo) de Ella no sigue modas, Te voy a esperar o Rueda, a pi?¨®n y sin contemplaciones, igual de eficaz en un gran recinto ahora que hace doce o trece a?os.