De los errores se aprende, pero de las negligencias se dimite
No todos los pol¨ªticos son iguales, como algunos quieren hacernos creer: hay pol¨ªticos que tienen las botas manchadas de barro mientras otros no son capaces de salir a la calle
Resulta muy doloroso que, un mes despu¨¦s de la DANA, Carlos Maz¨®n siga siendo presidente de la Generalitat Valenciana. Es incomprensible que quien ha menospreciado sistem¨¢ticamente a las v¨ªctimas y se ha burlado de todos los valencianos contin¨²e al frente del gobierno auton¨®mico. Cada d¨ªa que pasa Maz¨®n en el Palau es una derrota democr¨¢tica y una humillaci¨®n colectiva.
La miseria moral que ha exhibido Carlos Maz¨®n desde entonces no hace sino certificar que el president es peor persona que pol¨ªtico, algo que parec¨ªa dif¨ªcil y que sin embargo ha demostrado sobradamente. Incapaz de mostrar dolor por lo sucedido y arrepentimiento por las decisiones que no tom¨® y pod¨ªan haber salvado decenas de vidas humanas, s¨®lo se le ha visto emocionarse al hablar de s¨ª mismo, como acertadamente recogi¨® Pablo Ordaz en la cr¨®nica de su intervenci¨®n parlamentaria del 15 de noviembre.
Tiene m¨¦rito haberse convertido, en poco m¨¢s de un a?o, en el peor presidente valenciano de la democracia. Hemos sufrido a corruptos, ineptos y mediocres, pero jam¨¢s a alguien con los evidentes rasgos de psicopat¨ªa de Maz¨®n, quien adem¨¢s se ha revelado como un mentiroso compulsivo. Esto nos obliga a proclamar con m¨¢s convicci¨®n que nunca que no todos los pol¨ªticos son iguales, como algunos quieren hacernos creer. La antipol¨ªtica se nutre de este t¨®pico pantanoso, un lugar com¨²n que no se ajusta en absoluto a la realidad. Hay pol¨ªticos que tienen las botas manchadas de barro mientras otros no son capaces de salir a la calle un mes despu¨¦s de la tragedia. Hay pol¨ªticos que entienden que su lugar es un puesto de mando y no el reservado de un restaurante mientras sus conciudadanos luchan por su vida. No son iguales. Nunca lo fueron.
Pero no nos fijemos ¨²nicamente en Maz¨®n. Debe extenderse la responsabilidad a quienes han aceptado compartir andadura pol¨ªtica con ¨¦l. No me refiero ¨²nicamente a las conselleras cesadas, cuya humanidad y capacidad brilla por su ausencia. Tampoco al codicioso y desnortado Gan Pampols, al desaparecido y cobarde Rovira o al negacionista clim¨¢tico, tiktoker frustrado y adalid del ladrillo Mart¨ªnez Mus. Todos y cada uno de los cargos que forman parte del Consell son corresponsables del desastre y participan del desprecio a nuestro dolor. Su silencio es c¨®mplice y su puesto est¨¢ manchado de fango. Si tienen una pizca de dignidad, que se vayan, pero no sin antes pedir perd¨®n.
Esta no ha sido una tragedia clim¨¢tica, por mucho que el calentamiento global est¨¦ detr¨¢s de unas precipitaciones de r¨¦cord. Con la misma lluvia y un gobierno competente se habr¨ªan salvado gran parte de las vidas perdidas, quiz¨¢s casi todas. Como muchos han repetido, ha sido un problema de incompetencia, no de competencias. Incompetencia manifiesta de un presidente fr¨ªvolo, un indigente intelectual incapaz de entender ni leer las se?ales de alarma que eran evidentes para todos menos para ¨¦l. Incompetencia de un Consell paralizado en un momento cr¨ªtico, resultado de la asignaci¨®n de cargos clave a personas sin ning¨²n tipo de cualificaci¨®n, experiencia ni preparaci¨®n.
Carlos Maz¨®n cargar¨¢ el resto de su vida, por su inacci¨®n, su despreocupaci¨®n y su chuler¨ªa, con el peso de m¨¢s de doscientos muertos e incontables vidas truncadas. El lodo se ir¨¢, pero su rostro y su voz seguir¨¢n siendo el s¨ªmbolo de la ignominia y del abandono, de la dejaci¨®n de funciones y la ineptitud. De los errores se aprende, pero de las negligencias se dimite.
Y luego, que no se nos olvide, se responde ante la justicia.