Escuela de calor

El arte de la negociaci¨®n pol¨ªtica apenas ha cambiado en los ¨²ltimos 2.500 a?os, desde los griegos. Y tiene un pu?ado de reglas que se repiten ¡ªcomo en las canciones de verano¡ª que aqu¨ª resumiremos en tres. Una: cuando llega uno de esos momentos en los que chirr¨ªan los goznes de la historia, el libreto dice que en primer lugar hay que tensar la cuerda al m¨¢ximo; esa puesta en escena se negocia con un silencio herm¨¦tico. Dos: la negociaci¨®n ir¨¢ subiendo de tono, la intranquilidad debe dar paso a la incertidumbre y al desasosiego, con esa apariencia tan de la crisis del euro de estar al borde de...

El arte de la negociaci¨®n pol¨ªtica apenas ha cambiado en los ¨²ltimos 2.500 a?os, desde los griegos. Y tiene un pu?ado de reglas que se repiten ¡ªcomo en las canciones de verano¡ª que aqu¨ª resumiremos en tres. Una: cuando llega uno de esos momentos en los que chirr¨ªan los goznes de la historia, el libreto dice que en primer lugar hay que tensar la cuerda al m¨¢ximo; esa puesta en escena se negocia con un silencio herm¨¦tico. Dos: la negociaci¨®n ir¨¢ subiendo de tono, la intranquilidad debe dar paso a la incertidumbre y al desasosiego, con esa apariencia tan de la crisis del euro de estar al borde del abismo. Y tres: el liderazgo consiste en llegar a la ¨²ltima milla con esa sensaci¨®n de que algo est¨¢ a punto de romperse, pero evitar que nada se rompa, porque esa es a la vez la precondici¨®n para tener posibilidades de ¨¦xito. Los acuerdos se forjan a base de compromisos y renuncias, y nunca es f¨¢cil vender esas renuncias.

A 48 horas de la formaci¨®n de la Mesa del Congreso, la pol¨ªtica espa?ola se encuentra en alg¨²n lugar entre ese primer y el segundo acto. Queda el crescendo final: para llegar al pacto hay que dominar la l¨®gica sin ¨¦pica de las cesiones mutuas, y saber que los desacuerdos son m¨¢s conservadores que los acuerdos, porque, si esa negociaci¨®n es trascendental, obligar¨¢ a esfumarse certidumbres y a violar tab¨²es, a cruzar l¨ªneas rojas y a reescribir las reglas. Junts garantiza el suspense hasta el jueves. Pero en la escena final que se avecina queda lo m¨¢s complicado: hay que conjugar el talento para negociar cesiones sin traspasar ciertos l¨ªmites, y el arte para enmarcarlas en un relato s¨®lido y convincente.

El 23-J dej¨® una investidura endiabladamente compleja, pre?ada de paradojas. Porque el bipartidismo ha vuelto, pero nunca como hoy los partidos minoritarios han sido m¨¢s imprescindibles. Porque el nacionalismo cae, pero los nacionalistas vascos y catalanes son claves. Porque Feij¨®o gan¨® las elecciones, pero su campa?a y sus pactos con Vox son quiz¨¢ el mayor error del PP desde la guerra de Irak y el 11-M: le cierran la puerta a una mayor¨ªa. Y porque S¨¢nchez qued¨® por detr¨¢s del PP, pero tiene una baza por jugar: la coalici¨®n con Sumar, con apoyos externos, es la ¨²nica opci¨®n para evitar elecciones.

Dice Kissinger, uno de los m¨¢s controvertidos estrategas del siglo XX, que un gran liderazgo es el resultado de la colisi¨®n entre lo intangible y lo maleable; de lo que viene dado y de lo que se ejerce. En las pr¨®ximas horas ¡ªy m¨¢s all¨¢ de la Mesa: en los pr¨®ximos meses, cuando llegue la investidura¡ª se ver¨¢ si en Espa?a hay liderazgo o si estamos tratando de escalar grandes paredes pol¨ªticas en chanclas. Porque la aritm¨¦tica electoral es endiablada, pero deja una oportunidad: es posible que la negociaci¨®n termine mal y haya que repetir elecciones, pero tambi¨¦n es probable que se alcance un acuerdo y la legislatura sea corta, ruidosa e inestable. Hay a¨²n una tercera opci¨®n, y es que la combinaci¨®n de cesiones ¡ªsistema de financiaci¨®n, estatutos vasco y catal¨¢n y el nudo gordiano de esta negociaci¨®n: un enjuague jur¨ªdico y ling¨¹¨ªstico que no puede llamarse amnist¨ªa aunque se le parezca y que es la clave de b¨®veda de este acuerdo¡ª abra una v¨ªa pol¨ªtica para redefinir el Estado de las autonom¨ªas, ese constructo capaz de alumbrar un l¨ªo morrocotudo cada 10 a?os. La legislatura m¨¢s dif¨ªcil podr¨ªa darle una patada adelante a ese problema para una generaci¨®n si el nacionalismo es capaz de tener una visi¨®n de Estado (es lo que piden a voces los n¨²meros del 23-J en Catalu?a y Euskadi), y si el bipartidismo es capaz de encajar en el edificio pol¨ªtico los puntos de vista nacionalistas (tal como, de nuevo, se deduce de la melod¨ªa de los resultados electorales).

Frente a la mir¨ªada de apocal¨ªpticos de sof¨¢ y de ap¨®stoles del sentimiento tr¨¢gico de la vida como idea de Espa?a, quiz¨¢ sea el momento de pensar de otra manera, de tener audacia para tratar de deshacer nudos gordianos: de ponerse a pensar c¨®mo puede ser factible dentro del marco constitucional ese alivio jur¨ªdico. Es eso o estancarse en el estado de excepci¨®n permanente de esta pol¨ªtica en la que el volumen est¨¢ demasiado alto. Espa?a est¨¢ a punto de entrar en una nueva etapa. Queda lo m¨¢s interesante: la ¨²ltima milla de la negociaci¨®n para encontrar una melod¨ªa compartida ¡ªsin ella cada cual va a lo suyo, la orquesta es mera cacofon¨ªa¡ª y dejar atr¨¢s esa querencia de la pol¨ªtica de no jugar para ganar, sino para minimizar p¨¦rdidas.