Cacerolada contra S¨¢nchez en las urnas madrile?as
La derecha logra en Madrid el gran desquite contra el Gobierno que buscaba desde hace un a?o
La derecha lo ven¨ªa persiguiendo desde hace un a?o, cuando vio en el virus que se extend¨ªa por Europa la ocasi¨®n de derribar al casi neonato Gobierno de coalici¨®n de izquierdas. La ofensiva se desat¨® en todos los frentes: el Congreso, los medios, las redes sociales y la calle, con aquellas caceroladas que ...
La derecha lo ven¨ªa persiguiendo desde hace un a?o, cuando vio en el virus que se extend¨ªa por Europa la ocasi¨®n de derribar al casi neonato Gobierno de coalici¨®n de izquierdas. La ofensiva se desat¨® en todos los frentes: el Congreso, los medios, las redes sociales y la calle, con aquellas caceroladas que inflamaron el barrio de Salamanca, eterna reserva espiritual del conservadurismo espa?ol. El papel de ariete institucional correspondi¨® a la Comunidad de Madrid, principal basti¨®n de poder del PP. Aunque el intento fracas¨®, un a?o despu¨¦s, la derecha se ha tomado el desquite con una victoria de enormes dimensiones. Y ten¨ªa que ser en Madrid, capital y primera l¨ªnea del frente de batalla.
Isabel D¨ªaz Ayuso ha sido una apisonadora. Con una participaci¨®n masiva, sobrepasa con holgura el 40% de los votos ¡ªen niveles casi de la ¨¦poca del bipartidismo¡ª, supera ella sola a toda la izquierda ¡ªque cae cinco puntos respecto a 2019¡ª y, aun sin mayor¨ªa, tiene al alcance un Gobierno en solitario. Hac¨ªa a?os que en la calle G¨¦nova no se viv¨ªa una noche as¨ª.
Los resultados dejan en estado cr¨ªtico a Ciudadanos, reducido en febrero a la m¨ªnima expresi¨®n en Catalu?a, su lugar de nacimiento, y laminado ahora de la Asamblea de Madrid. La gran noticia para el PP es que se simplifica el bloque de la derecha, que pasa de tres a dos actores, lo que propulsa sus aspiraciones de arrebatar al PSOE el primer puesto en unas elecciones generales. Un logro, s¨ª, pero con efectos secundarios, resumidos en tres letras: Vox.
Sin Ciudadanos, el partido de Santiago Abascal se perfila como el acompa?ante, tan inc¨®modo como ineludible, para que el PP retorne al poder en Espa?a. Y ya no se trata solo del efecto movilizador que la extrema derecha tiene sobre el electorado de izquierdas, ni de las suspicacias internacionales que suscitar¨ªa una alianza as¨ª al frente de la cuarta econom¨ªa del euro. Es que la presencia de Vox cierra la puerta a otros acuerdos. La necesidad de apoyarse en un partido que quiere acabar con las autonom¨ªas parece inviabilizar la b¨²squeda de apoyos en formaciones como el PNV o los grupos regionalistas, incluso los conservadores, potencialmente claves para completar una mayor¨ªa.
Pero eso es el futuro. El presente ha ofrecido al PP una inyecci¨®n de euforia que necesitaba desesperadamente en los ya casi tres a?os transcurridos desde la moci¨®n de censura que devolvi¨® a Mariano Rajoy al registro de la propiedad. En ese tiempo, los populares han perdido dos elecciones generales, unas europeas, unas municipales y unas auton¨®micas celebradas en la mayor¨ªa de Espa?a. Vascos y catalanes votaron por separado con un resultado demoledor para el PP. La ¨²nica satisfacci¨®n la dio en julio pasado, con su cuarta mayor¨ªa absoluta, el presidente gallego, Alberto N¨²?ez Feij¨®o. El gran triunfo de Isabel D¨ªaz Ayuso insufla vitaminas a Casado, aunque tambi¨¦n en esto tendr¨¢ que lidiar con posibles efectos adversos: entre el gallego, que se ha construido una imagen centrista, y la madrile?a, gladiadora de la derecha m¨¢s combativa, el l¨ªder del PP est¨¢ abocado al equilibrismo.
En el campo de la izquierda, el hecho m¨¢s relevante es el ¨¦xito de M¨¢s Madrid, que sobrepasa al PSOE, y el adi¨®s definitivo de Pablo Iglesias. ??igo Errej¨®n, convaleciente tras las ¨²ltimas generales, retoma la iniciativa mientras su antiguo amigo tira la toalla sin haber logrado m¨¢s que salvar a Unidas Podemos del naufragio. En la derecha se simplifica el mapa y en la izquierda se complica m¨¢s: un tercer actor pelea por abrirse paso.
Al desastre del PSOE no hay manera de ponerle pa?os calientes. Ayuso plante¨® las elecciones como un plebiscito contra S¨¢nchez, y el presidente y su equipo se metieron de lleno en el combate. Las urnas madrile?as le han respondido con el clamor de una cacerolada.
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