Cuando la funeraria avisa de la muerte

Marta Chiguasuque visit¨® a su madre esa ma?ana. La vio a trav¨¦s de un cristal en la planta del hospital Quir¨®n sur de Alcorc¨®n (Madrid), en el que hab¨ªa ingresado grave. En solo tres d¨ªas, el virus hab¨ªa apagado a una mujer activa y vitalista de 73 a?os. La hija se despidi¨® de ella agitando la mano y lanz¨¢ndole un beso. Unas horas despu¨¦s, en su casa de Legan¨¦s recibi¨® una llamada de tel¨¦fono. Era la funeraria.

Chiguasuque supo por medio de la empresa Interfuneraria que su madre acababa de morir. En las dos horas siguientes, un comercial le envi¨® un pantallazo al WhatsApp con el presupu...

Marta Chiguasuque visit¨® a su madre esa ma?ana. La vio a trav¨¦s de un cristal en la planta del hospital Quir¨®n sur de Alcorc¨®n (Madrid), en el que hab¨ªa ingresado grave. En solo tres d¨ªas, el virus hab¨ªa apagado a una mujer activa y vitalista de 73 a?os. La hija se despidi¨® de ella agitando la mano y lanz¨¢ndole un beso. Unas horas despu¨¦s, en su casa de Legan¨¦s recibi¨® una llamada de tel¨¦fono. Era la funeraria.

Chiguasuque supo por medio de la empresa Interfuneraria que su madre acababa de morir. En las dos horas siguientes, un comercial le envi¨® un pantallazo al WhatsApp con el presupuesto y el ata¨²d ecol¨®gico en el que iban a guardar el cad¨¢ver. Le dijo que la crisis del coronavirus hab¨ªa rebasado las incineradoras de Madrid y que la opci¨®n m¨¢s r¨¢pida era llevar el cuerpo a Ja¨¦n. Aqu¨ª el proceso se alargar¨ªa m¨¢s de tres semanas. En cambio, hacerlo en Andaluc¨ªa significar¨ªa que en cinco d¨ªas recibir¨ªa la urna con las cenizas.

Aturdida por una muerte tan r¨¢pida e inesperada, mientras afloraba un sentimiento de culpa por haberse tra¨ªdo a su madre hace 14 meses desde Colombia, dice que firm¨® los papeles que le pusieron delante. No le hab¨ªa dado tiempo a contratar para su madre una p¨®liza de defunci¨®n. Pensaba que la muerte no era algo que fuera a aparecerse de pronto.

Tras un par de d¨ªas, con la mente m¨¢s despejada, Marta y su hermana Patricia revisaron la factura de 2.893 euros. Solo el concepto de ¡°servicio incineraci¨®n completo fuera de la Comunidad de Madrid¡± costaba m¨¢s de 900 euros. Era una cantidad que les iba a costar mucho afrontar en un solo pago. Las hermanas escribieron a los servicios sociales del Ayuntamiento de Legan¨¦s, pero ya era tarde. El contrato estaba firmado y el cad¨¢ver, en alg¨²n lugar de una ciudad que a esas alturas estaba sumida en el caos que trajo consigo el coronavirus.

En esas fechas, la semana del 7 de abril, la incineradora del cementerio de Legan¨¦s ten¨ªa un retraso de tres d¨ªas. El tanatorio Nuestra Se?ora de Butarque, un espacio con jardines y r¨¦plicas escult¨®ricas de La Piedad o La Victoria de Samotracia en tama?o real, solo ten¨ªa cuatro cad¨¢veres. Podr¨ªa albergar un n¨²mero cinco veces mayor. "Es intolerable que esto ocurra. Que se aprovechen de las familias, que lo hagan en momentos en los que est¨¢n en shock. Nosotros como municipio nos sentimos desprotegidos e indefensos. Lo hemos puesto en conocimiento de las autoridades sanitarias y nadie da respuesta. Entendemos que est¨¢n aprovech¨¢ndose de estas circunstancias y las autoridades sanitarias deber¨ªan investigar qu¨¦ ocurre¡±, explica el alcalde de Legan¨¦s, Santiago Llorente (PSOE).

En ese caso, las hermanas Chiguasuque podr¨ªan haber asistido a la incineraci¨®n de su madre. El decreto permite asistir a tres familiares en estas circunstancias excepcionales. Los d¨ªas previos podr¨ªan haber estado seguras de que el cad¨¢ver se guardaba en un entorno respetuoso con su memoria, y al lado de casa. Las hermanas llevan m¨¢s de una d¨¦cada en Espa?a, pero creen que durante este proceso burocr¨¢tico no han tenido la informaci¨®n suficiente para actuar de la manera m¨¢s razonable. En servicios como Incenit, lo mismo les hubiera costado 1.990 euros.

Jos¨¦ Luis Manzano, presidente de la asociaci¨®n Contra Abusos Funerarios, critica el proceso desde el principio. ¡°La mujer recibe la llamada de la funeraria, que es quien le avisa de la muerte. Alguien del hospital les tuvo que dar su tel¨¦fono. Eso vulnera por completo la ley de protecci¨®n de datos. Despu¨¦s se le ofrece a toda prisa unos servicios y un precio que los deudos es dif¨ªcil que rechacen. En ese momento solo quieren llevar a cabo ese momento¡±, explica por tel¨¦fono. Fuentes del hospital dicen que el centro inform¨® a las hermanas de la muerte de su madre. ¡°Eso s¨ª, desconozco si antes o despu¨¦s de la funeraria¡±, a?aden.

Manzano cree que las autoridades deber¨ªan proporcionar a las familias un cat¨¢logo de opciones, con precios, servicios, comparativas. Seg¨²n su investigaci¨®n, en Francia un entierro cuesta entre 800 y 900 euros, y 1.200 en Alemania. 3.000 parece la tarifa est¨¢ndar en Espa?a, incluso ahora que ya no hay velatorios ni ceremonias. El servicio se ha reducido, pero los gastos siguen siendo los mismos.

Interfunerarias asegura no conocer los problemas de esta familia para afrontar el pago del entierro. En sus archivos no aparece abierta ninguna incidencia al respecto. En caso de que las hermanas se lo hubieran comunicado, una portavoz explica que se habr¨ªan puesto en contacto con los servicios sociales del Ayuntamiento de Legan¨¦s para tratar de encontrar una soluci¨®n, como hacen en otros casos. ¡°No se le ha cobrado m¨¢s a una familia por una incineraci¨®n fuera de Madrid. Se han cobrado los importes de los crematorios, no el kilometraje ni el transporte¡±. Y a?ade: ¡°La semana del fallecimiento de esta se?ora no hab¨ªa incineradoras disponibles en Madrid. Pr¨¢cticamente todas las funerarias han recurrido a servicios de fuera. El uso del Palacio de Hielo como morgue demuestra que hab¨ªa un colapso real¡±.

Las hijas no pudieron despedirse del cuerpo de su madre. Sin embargo, en su piso de Legan¨¦s le han levantado un hermoso altar iluminado en medio del sal¨®n. A un lado, han colocado un vaso de agua que ayude al alma de la se?ora ¡°a curar sus penas¡±, unas flores ¡°que demuestren el cari?o que se le ten¨ªa¡±, y unas velas para que la gu¨ªen ¡°hasta la luz eterna¡±, ahora que ha cerrado los ojos para siempre. Entre dos v¨ªrgenes hay una Biblia abierta. Sara Rocha, que as¨ª se llamaba, siempre quer¨ªa que en su hogar hubiera una Biblia abierta por cualquier pasaje.

¡°Es muy duro saber que la madre de uno se muere y que uno no puede ir a darle el ¨²ltimo adi¨®s. Nos enviaron el presupuesto. Lo aceptamos. Nos enviaron documentos que hab¨ªa que firmar de pu?o y letra. Se comunicaron despu¨¦s con nosotros y ese mismo d¨ªa recogieron a mi madre del hospital. Todo fue muy r¨¢pido. Ahora que lo vemos con calma, no deber¨ªa haberse hecho as¨ª. Fruto del dolor actuamos mal¡±, lamenta Patricia. Las hermanas creen que el Ayuntamiento deber¨ªa hacerles alguna aportaci¨®n.

Los servicios sociales, en mitad del proceso, les ofrecieron una soluci¨®n: desistir por carta, poner una denuncia e iniciar de nuevo el proceso. Mover el ata¨²d de un lugar a otro preocupaba a las hermanas. Creen que a los muertos hay que dejarlos descansar. ¡°Era una tortura para todos. Ya est¨¢, as¨ª qued¨®. Intentaremos recaudar el dinero, aunque cuesta¡±, a?ade Marta. La funeraria, en vez de cinco d¨ªas, tard¨® dos semanas en entregarles la urna.

El funerario Carlos Montero, uno de los empresarios m¨¢s longevos de este negocio, explica que en ese momento ¡°la familia firma lo que sea¡±. Montero llev¨® durante d¨¦cadas la funeraria que lleva su apellido hasta que la vendi¨® a otra empresa. Se ha quedado a cargo del tanatorio donde sus antepasados, carpinteros, comenzaron a fabricar ata¨²des con cajas de pino hace 120 a?os. En plena crisis por el coronavirus est¨¢ casi vac¨ªo. A Montero le duele que los f¨¦retros tengan que guardarse en almacenes, pistas de hielo y naves industriales cuando ¨¦l tiene un mausoleo con ventanales y luz natural. ¡°Esos precios no se pueden cobrar, y menos ahora¡±, se queja. ?l tiene experiencia en situaciones excepcionales: sepult¨® a 65 fallecidos en los atentados del 11-M. Asegura que no cobr¨® ni un duro a las familias. ¡°Ahora habr¨ªa hecho lo mismo. No es el momento de hacer negocio¡±.

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