Un confinamiento cinco estrellas en La Moraleja
El barrio con la renta m¨¢s alta de Espa?a permanecer¨¢ cerrado dos semanas por el aumento de los casos de covid
Si en alg¨²n lugar te tienen que encerrar la verdad es que este no parece un mal sitio. La Moraleja, el barrio con la renta media m¨¢s alta de toda Espa?a, se cerrar¨¢ perimetralmente a partir del lunes al superar el umbral m¨¢ximo de casos acumulados de covid-19 por 100.000 habitantes. Alguna de la gente m¨¢s rica del pa¨ªs permanecer¨¢ confinada durante dos semanas en esta c¨¢rcel de oro.
Nacho Jim¨¦nez, due?o de una agencia de marketing, lleva viviendo aqu¨ª a?o y medio. ¡°Esto es un micromundo, una burbuja perfecta. Tienes casas grandes, jardines, supermercado, restaurantes, farmacia, lo que te haga falta. ?Me quieres encerrar aqu¨ª? Pues perfecto. Encantado¡±, dice Jim¨¦nez, feliz.
Est¨¢ de sobremesa con sus amigos. Uno de ellos cuchichea para que no se informe al visitante, como si dar a conocer los secretos de este mundo exclusivo fueran a acabar con su encanto. Pero Jim¨¦nez ignora las advertencias, se trata de un hombre libre: ¡°No va a influir mucho la medida. Creo que no va a cambiar nada. Seguiremos haciendo nuestra vida tal cual¡±.
A Nuria, su pareja, le sorprende el dato tan alto de contagios, una tasa de incidencia de 403,75. 3,75 m¨¢s del l¨ªmite para confinar un ¨¢rea. ?Por qu¨¦ aqu¨ª, si hay campo, espacios vastos, 300 metros cuadrados para una familia de cinco y los desplazamientos se hacen en coche? A pie o esperando en la parada del autob¨²s solo se ve al personal de limpieza o a los jardineros. ¡°Me sorprende porque aqu¨ª no hay tanta acumulaci¨®n social. No puedo dar una explicaci¨®n¡±, dice con el mismo estupor que invade al resto de espa?oles desde que comenz¨® la pandemia.
Eduardo, de 48 a?os, no parece estar tan de acuerdo en que nada va a cambiar. ?l juega una vez en semana en la Real Sociedad H¨ªpica Espa?ola Club de Campo, junto al r¨ªo Jarama. No podr¨¢ entrenar el drive durante dos semanas. Ni ir a cenar a Madrid en los mejores restaurantes. Sin embargo, no hay ninguna muestra de rebeld¨ªa en ¨¦l. ¡°Se asume y ya est¨¢. Ser¨¢ justo. Mala suerte. Nos adaptamos¡±, concede.
Cruzar los muros de la Moraleja, que pertenece al municipio de Alcobendas, supone entrar en un mundo de calles empedradas, coches caros, restaurantes con men¨²s poco asequibles y muchos trabajadores al servicio de los m¨¢s pudientes. En la primera rotonda hay guardas de seguridad y coches de vigilancia. Hombres con petos amarillos buscan aparcamiento a conductores que tienen una cita. Justo ah¨ª se levanta un peque?o centro comercial donde hacen vida los habitantes del gueto. Mar¨ªa Dolores cree que aqu¨ª se promueve la endogamia y cierto aislamiento social.
Ella trat¨® de romper con eso comprando una casa en la costa de Levante, en vez de Marbella, que en verano parece una extensi¨®n de La Moraleja. Los mismos rostros que se saludan, aunque con moreno de playa. En este factor, el de la segunda residencia, cree Mar¨ªa Dolores que est¨¢ la clave. ¡°Nos cierran porque los de aqu¨ª tienen dos casas, y se van. No todo el mundo tiene d¨®nde ir. Es una forma de evitar que viajemos por ah¨ª¡±, explica con una bandeja de pasteles de Embassy, una tienda gourmet.
¡°Aqu¨ª la gente es m¨¢s sencilla que en el barrio de Salamanca¡±, sentencia Piedad Perea, de 71 a?os. Sabe de lo que habla. Antes viv¨ªa all¨ª. Para gestionar con m¨¢s comodidad el estanco que abri¨® su hija en el barrio se alquil¨® un apartamento peque?o en El Soto de la Moraleja, una urbanizaci¨®n con viviendas m¨¢s asequibles en la que vive una clase media acomodada. Ante el estanco estacionan porsches, mercedes todoterreno, descapotables. ¡°Esto es una jugada pol¨ªtica para contentar a los de Vallecas, que dicen que solo encierran a los pobres. El Gobierno est¨¢ en contra de la gente que mantiene el pa¨ªs, de los capitalistas¡±, se acalora.
Un rico encerrado no menea la cartera. Y eso lo van a notar los negocios que colindan con el barrio, de cuya gente obtienen muchos beneficios. O al menos eso piensa Arantxa, de 48 a?os, due?a de una tienda de ropa en un centro comercial cercano. Licenciada en Ciencias Pol¨ªticas, todo lo ve desde una perspectiva de adoctrinamiento y manipulaci¨®n. Aunque en este caso no sabemos de qu¨¦ clase. ¡°La gente de aqu¨ª no va a salir y perderemos clientes. De m¨ª dependen cuatro familias. Parece que nadie entiende esto¡±, se queja, en medio de la oscuridad. La noche se ha echado encima. Las luces de La Moraleja se encienden de golpe. De fondo se escuchan risas de la gente que atesta las terrazas. Nada parece preocupar a los pr¨®ximos prisioneros de una celda de algod¨®n.
Un sal¨®n, un bar y una clase: as¨ª contagia el coronavirus en el aire
Los interiores son m¨¢s peligrosos, pero es posible minimizar los riesgos si se ponen en juego todas las medidas disponibles para combatir el contagio por aerosoles. Estas son las probabilidades de infecci¨®n en estos tres escenarios cotidianos dependiendo de la ventilaci¨®n, las mascarillas y la duraci¨®n del encuentro.
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