Bajo la explosi¨®n del edificio del centro de Madrid: el ruido deja paso al silencio
Los muros vuelan y una cortina de polvo y humo hace desaparecer la calle unos treinta metros durante varios segundos
Primero, el ruido. Luego, la fachada principal del edificio de siete alturas se ha desplomado sobre la calzada. Los muros vuelan y una cortina de polvo y humo hace desaparecer la calle unos treinta metros durante varios segundos. No se puede ver el final de la cuesta abajo, que acaba en la Puerta de Toledo. El estallido ha roto la normalidad. Estamos inm¨®viles tratando de entender qu¨¦ ha pasado a 50 metros de nosotros. La posibilidad de un atentado se ha vuelto imposible, sobre todo para alguien que ha vivido en los noventa en una de las zonas de Madrid m¨¢s torturadas por ETA. La nube se despe...
Primero, el ruido. Luego, la fachada principal del edificio de siete alturas se ha desplomado sobre la calzada. Los muros vuelan y una cortina de polvo y humo hace desaparecer la calle unos treinta metros durante varios segundos. No se puede ver el final de la cuesta abajo, que acaba en la Puerta de Toledo. El estallido ha roto la normalidad. Estamos inm¨®viles tratando de entender qu¨¦ ha pasado a 50 metros de nosotros. La posibilidad de un atentado se ha vuelto imposible, sobre todo para alguien que ha vivido en los noventa en una de las zonas de Madrid m¨¢s torturadas por ETA. La nube se despeja poco a poco y nos llena los abrigos y las mascarillas de una ceniza blanquecina. Un fogonazo de memoria recuerda las fotograf¨ªas de los supervivientes de los atentados contra las Torres Gemelas, en Nueva York hace casi 20 a?os. [Informaci¨®n en directo sobre la explosi¨®n en el centro de Madrid | Las im¨¢genes de la explosi¨®n]
Avanzamos calle abajo. No creo haber visto ning¨²n coche en la calzada de una v¨ªa muy transitada, que comunica los arrabales con el centro comercial y tur¨ªstico de la ciudad. Son poco m¨¢s de las tres de la tarde y la calle anda m¨¢s solitaria de lo normal. Seg¨²n nos acercamos hacia el foco del humo negro que cubre el edificio nos cruzamos con un repartidor tumbado en el suelo quej¨¢ndose de una pierna y preguntando por su bicicleta. Dos personas lo atienden y tratan de calmarlo. Le acercan la bicicleta, a varios metros de ¨¦l. Aparecen los primeros cascotes a 30 metros del lugar de la explosi¨®n.
El ruido ha dejado paso al silencio. Y en el silencio se escuchan romperse los cristales con las pisadas de las personas que se han librado la explosi¨®n y de los trabajadores y trabajadoras que van y vienen llorando y lament¨¢ndose por un da?o que todav¨ªa desconocen. Las alarmas de los establecimientos han saltado, tambi¨¦n todos los cristales de los escaparates. Todav¨ªa hay montones de ¨¢rboles troceados en las aceras y nieve sucia del temporal Filomena que se confunden con la cerrajer¨ªa, la argamasa y los ladrillos que se han soltado de la estructura del edificio. Hemos llegado hasta la puerta de la parroquia de La Paloma y la explosi¨®n no ha pillado a ning¨²n autob¨²s ni a coches. La acera demasiado estrecha para la era del coronavirus tambi¨¦n parece libre de v¨ªctimas. Miro hacia arriba, veo el humo y el esqueleto de las tres ¨²ltimas plantas del edificio. No queda nada, vigas a la vista y el suelo cubierto por los materiales del derribo. La memoria devuelve ahora las fotos que conservamos de la Guerra Civil en la ciudad, donde las bombas del ej¨¦rcito franquista desnudaban las casas de un zarpazo y dejaban a la vista las tripas de lo que antes era un hogar.
Han pasado unos minutos y empiezan a sonar las sirenas de la polic¨ªa a lo lejos. La explosi¨®n no ha pillado autobuses, ni autom¨®viles. No consigo ver qu¨¦ ha pasado en el patio del colegio adyacente al edificio destruido, pero s¨ª asoman varios impactos y agujeros en la fachada de otro edificio colindante. Entre los escombros y las estructuras met¨¢licas de dos de las buhardillas de la ¨²ltima planta veo a una persona tendida que es socorrida por otras dos. Se lleva las manos a la cabeza, pero parece que reacciona bien. Alguien chilla que apesta a gas, que lo mejor es salir de la zona. Tambi¨¦n huele a algo parecido al pl¨¢stico quemado y se cuela por la mascarilla. Lo ¨²nico que permanece intacto de la parroquia es una gran lona atada a la fachada, que anuncia las catequesis con las palabras que el evangelio seg¨²n san Mateo dedica a los que est¨¢n ¡°cansados y agobiados¡±: ¡°Venid a m¨ª¡±.
Las im¨¢genes de la explosi¨®n
Un repaso en im¨¢genes a la fuerte explosi¨®n que ha afectado a cuatro plantas de un inmueble del centro de Madrid sobre las tres de la tarde de este mi¨¦rcoles.