El derecho al karaoke
La democracia es el derecho a torturar los o¨ªdos de tus semejantes sin que te arresten
Hay que rendirse ante la fabulosa factor¨ªa de producci¨®n de v¨ªdeos de la presidenta madrile?a. En solo unos minutos en la Asamblea, esta semana nos ha dejado dos memorables. Con una particularidad genial, porque una de las performances era puramente imaginaria. El v¨ªdeo real perdurar¨¢ en la memoria: la presidenta exhibiendo un adoqu¨ªn que dijo traer de la Puerta del Sol tras el paso de la vand¨¢lica tropa que protestaba por el encarcelamiento de un rapero. La otra escena, la que simplemente se sugiri¨® para que nuestra imaginaci¨®n la componga a gusto, tambi¨¦n tardar¨¢ en borrarse: la presi...
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Hay que rendirse ante la fabulosa factor¨ªa de producci¨®n de v¨ªdeos de la presidenta madrile?a. En solo unos minutos en la Asamblea, esta semana nos ha dejado dos memorables. Con una particularidad genial, porque una de las performances era puramente imaginaria. El v¨ªdeo real perdurar¨¢ en la memoria: la presidenta exhibiendo un adoqu¨ªn que dijo traer de la Puerta del Sol tras el paso de la vand¨¢lica tropa que protestaba por el encarcelamiento de un rapero. La otra escena, la que simplemente se sugiri¨® para que nuestra imaginaci¨®n la componga a gusto, tambi¨¦n tardar¨¢ en borrarse: la presidenta con dos cubatas cantando en un karaoke, imagen escogida por ella misma para definir el talento art¨ªstico de Pablo Has¨¦l.
Seg¨²n cuentan los peri¨®dicos, Has¨¦l ha escrito versos ensalzando al Camarada Arenas, sumo sacerdote de aquella secta sangrienta llamada GRAPO, un tipo que en los a?os ochenta proclamaba que los Rolling Stones eran un ¡°v¨®mito de la burgues¨ªa¡±. Con eso me puedo hacer una idea de sus cualidades art¨ªsticas. Ahora bien, tampoco es cuesti¨®n de invocar que sea -al parecer- un cantante p¨¦simo para justificar que lo hayan metido en la c¨¢rcel. Hay otros muchos de su gremio que habitan en esas mismas profundidades art¨ªsticas y no solo no los enchironan, sino que los acogen en los plat¨®s y alguno hasta consigue llegar a Eurovisi¨®n.
A la gente no la suelen mandar al trullo por cantar mal y se supone que tampoco por decir burradas en las letras.
A la gente no la suelen mandar al trullo por cantar mal y se supone que tampoco por decir burradas en las letras. O por lo menos eso no suced¨ªa hasta hace poco. En los ochenta, Siniestro Total cantaba ¡°hoy voy a asesinarte, nena, te quiero, pero no aguanto m¨¢s¡± y a nadie se le ocurr¨ªa decir que estaban alentando el crimen machista. A saber c¨®mo se tomar¨ªa hoy.
La izquierda atribuye el encarcelamiento de Has¨¦l a las leyes promovidas por la derecha para perseguir a ETA. Pero tampoco el universo progresista es inocente en la creaci¨®n de este clima en el que cualquier colectivo se da por ofendido y te coloca a merced de los jueces y de la polic¨ªa. De buenas intenciones est¨¢n los juzgados llenos de casos absurdos. Empiezas tipificando delitos de odio para proteger a las minor¨ªas y acabas con un c¨®mico imputado por sonarse con una bandera o por decir ¡°me cago en Dios¡±. Claro que la libertad de expresi¨®n no es ilimitada, ni tampoco el derecho a ofender, y que hay manifestaciones que deben ser sancionables. Mandar a la gente a la c¨¢rcel es otra cosa. Incluso a los participantes en el aquelarre neonazi del otro d¨ªa en La Almudena.
Nos cuesta acostumbrarnos a que la gente puede ser imb¨¦cil, friki o despreciable sin que haya que perseguirla penalmente. Ni siquiera por cantar mal. La democracia es tambi¨¦n el derecho a torturar los o¨ªdos de tus semejantes con dos cubatas en un karaoke sin temor a que la polic¨ªa te lleve arrestado.