Ayuda a Ucrania: ¡°La gente empez¨® a traer cosas. No tuvimos ni que pedir¡±
La solidaridad con los ucranios ha hecho brotar espont¨¢neamente cadenas humanitarias para enviarles medicinas, comida y ropa donadas por vecinos de toda Espa?a
Traj¨ªn de cajas y bolsas llenas hasta arriba en el popular barrio de Aluche de Madrid. Tres hombres las cargan en una furgoneta desde una tienda de productos ucranios, Sokalskiy. Van llenas de medicamentos, comida envasada, abrigos, mantas, incluso cascos y chalecos antibalas para el pueblo ucranio, bajo ataque ruso desde hace ocho d¨ªas. ¡°La gente empez¨® a traer cosas el fin de semana de forma espont¨¢nea. No tuvimos ni que pedir¡±, cuenta Nicol¨¢s Bastyutak, mientras coloc...
Traj¨ªn de cajas y bolsas llenas hasta arriba en el popular barrio de Aluche de Madrid. Tres hombres las cargan en una furgoneta desde una tienda de productos ucranios, Sokalskiy. Van llenas de medicamentos, comida envasada, abrigos, mantas, incluso cascos y chalecos antibalas para el pueblo ucranio, bajo ataque ruso desde hace ocho d¨ªas. ¡°La gente empez¨® a traer cosas el fin de semana de forma espont¨¢nea. No tuvimos ni que pedir¡±, cuenta Nicol¨¢s Bastyutak, mientras coloca las cajas con rigor geom¨¦trico. En otras ciudades como Barcelona, Valencia, Castell¨®n, A Coru?a y Sevilla la solidaridad con los ucranios tambi¨¦n ha hecho brotar espont¨¢neamente cadenas humanitarias para enviar a Ucrania medicinas, comida y ropa donadas por vecinos de toda Espa?a. Del dolor y la rabia, a la acci¨®n.
Bastyutak, ucranio de Lviv (721.000 habitantes), cerca de la frontera con Polonia y destino de la furgoneta, lleva 20 a?os en la capital. ¡°El lunes vino una abuela de 80 a?os con una bolsa llena de medicamentos que fatigaba de verla. Me qued¨¦ llorando¡±, relata. En la capital hay empadronados 24.136 ucranios, el mayor n¨²mero de Espa?a. Desde que estall¨® la guerra, aqu¨ª la respuesta no se hizo esperar. Las tiendas de comida t¨ªpica colgaron carteles, centenares de mensajes empezaron a rodar por las redes sociales y WhatsApp y hay quien us¨® hasta el portal de su casa.
Es el caso de Anna Nohovska, de 33 a?os, que puso el lunes en el rellano de su edificio, en Puente de Vallecas, una lista en la que ped¨ªa medicamentos, ropa y equipamiento para los soldados con un mensaje: ¡°Mi pa¨ªs est¨¢ siendo invadido por un loco y sus tropas¡±. Nohovska naci¨® en Cherkassy (273.000 habitantes, en el centro de Ucrania), pero vive desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas en Madrid, donde tiene marido y un hijo. En 24 horas reuni¨® 900 euros para mascarillas, gasas, pa?ales, medicamentos, botes de conserva... Cargada con las bolsas, se dirig¨ªa el martes a la Iglesia Ucraniana Salvaci¨®n de Dios, en este mismo distrito del sureste de Madrid. De una pared del templo, convertido en almac¨¦n, cuelga un mapa con todas las iglesias evang¨¦licas de Espa?a, desde donde llegan las cajas, que env¨ªan en camiones de 20 toneladas a Varsovia. En la capital de Polonia, se clasifica para trasladarlo a Ucrania en un cami¨®n que sale una vez por semana.
Tres camiones desde el domingo
Roman Zaitsev, comercial de 33 a?os, ha creado Juntos con Ucrania, una plataforma para canalizar la ayuda. Re¨²ne cajas en los puntos de recogida de Madrid: ¡°Hay mucha gente que se organiza por su cuenta. Ellos me avisan y yo voy¡±. Este ucranio, que lleg¨® hace 14 a?os, no pod¨ªa quedarse de brazos cruzados: ¡°No puedo dormir mientras bombardean mi ciudad. Si fuera necesario no dudar¨ªa en irme a luchar, como muchos conocidos¡±. A trav¨¦s de sus redes, actualiza cada hora los puntos de recogida y los productos esenciales: ¡°Ahora hacen falta medicamentos, art¨ªculos para ni?os y equipamiento militar¡±. Una vez retirados de tiendas, asociaciones y particulares de municipios madrile?os como M¨®stoles, Parla, Coslada y Alcobendas se mandan a la ciudad fronteriza de Przemysl (Polonia) y, de all¨ª, al noreste de Ucrania. Empezaron el domingo y ya llevan tres camiones.
Al quinto d¨ªa de colecta en otra tienda ucrania, Ucramarket, cerca de la estaci¨®n de Atocha, las donaciones se desbordan y ocupan la acera de enfrente. Decenas de voluntarios ayudan a los trabajadores a catalogar el material. En un almac¨¦n improvisado, ordenan cajas por contenido y destino y una vecina enfermera separa los medicamentos para civiles y soldados. Mar¨ªa Mor¨®n, Teresa Bueno y Lola Heredero son tres amigas del barrio que fueron a donar y se quedaron a ayudar. ¡°La guerra no se deber¨ªa permitir en ning¨²n lugar. Y que vuelva a pasar en Europa es impensable¡±, critica Mor¨®n.
En Barcelona han reconvertido en punto de recogida un almac¨¦n de la construcci¨®n del barrio de Poblenou. Lo mont¨® el lunes ¡°en 10 minutos¡± Tania Glushchenco, de la empresa de reformas Mapegrup. Lleva 13 a?os en Catalu?a pero es, como la mayor¨ªa de sus compa?eros, ucrania. ¡°Mi madre y mi familia est¨¢n encerrados en mi pa¨ªs. Ahora es m¨¢s seguro quedarse en lugar de intentar huir por carretera. Que sea lo que Dios quiera¡±, se consuela.
Los vecinos se volcaron desde el principio y este mi¨¦rcoles segu¨ªa el goteo. ¡°Hola, tengo una empresa de dise?o web aqu¨ª. He visto el cartel. ?Qu¨¦ necesit¨¢is?¡±, saluda un vecino ingl¨¦s. ¡°Leche en polvo, barritas energ¨¦ticas, relojes con pila, pa?ales, toallitas, medicamentos, material de primeros auxilios¡¡±, responde Gluschenco. Amas de casa y jubilados entran preguntando y vuelven con lo que sus econom¨ªas pueden asumir. ¡°Todo se centraliza en la iglesia de Santa M¨®nica, en la Rambla, y de all¨ª, a la frontera de Polonia¡±, asegura. ¡°Lo que podemos hacer es poco. Nos est¨¢n matando. Seguiremos recogiendo material, pero tenemos que ir preparando son casas y pisos. Vendr¨¢n miles de refugiados¡±, asegura.
Por su parte, asociaciones valencianas que ya ten¨ªan v¨ªnculos con Ucrania han desplegado varias iniciativas. Miembros de Juntos por la vida, que desde 1994 tiene programas de acogida de Chernobil y del Donb¨¢s, esperan en la estaci¨®n de tren de Pzremy (Polonia) a las familias con las que trabajan para llevarlas a Valencia. En varios puntos de Castell¨®n, la ayuda la coordinan la Asociaci¨®n de Ucranianos Kalyna y la de Ni?os AniukCas. En este caso, se est¨¢n aprovechando las rutas de empresas log¨ªsticas y azulejeros para enviar trailers a la frontera de Ucrania con Rumania. En Alicante se recoge ropa de abrigo, comida y medicamentos a trav¨¦s de Amigos de Ucrania.
En el barrio obrero del Agra de Orz¨¢n de A Coru?a, no para de entrar gente cargada a la tienda de productos eslavos de Inara Nuralieva, Chilsa77. Ella y su padre la han convertido en un centro de solidaridad. Emigrados desde San Petersburgo, Nurialeva lo tiene claro: ¡°Rusos y ucranios somos familia. Yo tengo amigos en Rusia y est¨¢n en contra de la guerra. Es un tema de humanidad, no de nacionalidades¡±. Esta comerciante de 37 a?os se puso manos a la obra el s¨¢bado. En tres horas reuni¨® 400 kilos de ropa, comida y medicamentos y al d¨ªa siguiente, aprovechando el viaje de vuelta de su empresa de transporte, un cami¨®n parti¨® a Ucrania con toda la mercanc¨ªa. El voluntario que recibi¨® all¨ª este primer cargamento se ha alistado, pero ya tienen otro enlace. Ahora buscan un cami¨®n que les recoja el siguiente env¨ªo.
Llegan donantes de toda A Coru?a. Marisa S¨¢nchez Lastres va por segunda vez. Cuando se le pregunta si tiene alg¨²n v¨ªnculo con Ucrania, rompe a llorar: ¡°No¡ me dan mucha pena. Esas im¨¢genes de los ni?os huyendo me han afectado mucho. Tengo nietas y quiero que vean que las cosas que ya no usan van para esos ni?os¡±. Iria lleva ropa que a sus cr¨ªos les queda peque?a: ¡°He decidido traerla aqu¨ª porque [los ucranios] son ahora los que m¨¢s lo necesitan¡±. El pr¨®ximo env¨ªo ir¨¢ directo al hospital de Kiev. La prioridad son medicinas, ropa y comida de beb¨¦s y mantas.
En el centro de Sevilla, unos globos azules y amarillos se?alan la sede de la Iglesia Cat¨®lica Ucraniana. Hasta hace siete d¨ªas, solo los ucranios la conoc¨ªan, pero desde que estall¨® la guerra no paran de entrar y salir sevillanos y voluntarios con bolsas llenas. ¡°Fue gracias a que el marido espa?ol de una compatriota nos mont¨® una web en castellano¡±, explica Iryna Storyh, una de las organizadoras.
¡°Yo conoc¨ªa al p¨¢rroco y por eso estoy aqu¨ª¡±, explica Justo mientras embala medicinas. A su lado, Paco responde a las llamadas de asociaciones, colegios, farmacias, ONG y empresas de toda la provincia. El mensaje que envi¨® para recabar ayuda a trav¨¦s de la asociaci¨®n Lokomotyea, que tiene junto a su mujer, polaca, se ha hecho viral.
Frente a la iglesia espera una furgoneta, que por la tarde har¨¢ el primer viaje a Alicante, ¡°donde est¨¢ llegando toda la ayuda desde Andaluc¨ªa hacia Polonia. Los env¨ªos se almacenan en Lublin y Przemysl y de all¨ª, a donde sea m¨¢s necesario¡±, detalla Storyth. Dentro de la iglesia est¨¢ el p¨¢rroco Vitaliy Khrabatyn, llegado hace cuatro meses para sustituir al titular, que est¨¢ enfermo. Si no, hoy estar¨ªa en Kiev sufriendo el asedio. ¡°Hay dos preocupaciones, el no saber c¨®mo est¨¢n los tuyos y el no poder hacer nada¡±, explica. ¡°Pedimos por la paz y porque en Rusia cambie la mentalidad que se ha enquistado desde 1917, si no hay cambio de mentalidad, no puede haberlo en los corazones¡±. Para Storyth, la guerra ¡°ha acentuado el sentimiento patri¨®tico¡±. Y agrega: ¡°Nuestros familiares nos dicen que se quieren quedar hasta el final¡±.
En el hotel Don Pedro, su due?a, Rosa Pizarro, se encontr¨® a Alana, una de sus empleadas, llorando en la recepci¨®n poco despu¨¦s de que Vlad¨ªmir Putin ordenara bombardear su pa¨ªs. ¡°Le dije: ¡®No puedo parar la guerra, pero puedo ayudar en todo lo que haga falta¡±, cuenta. Puso el hotel a disposici¨®n de la asociaci¨®n Maydan, que Alana coordina en Sevilla. A su lado, Raquel Alamillo no para de atender llamadas. Ninguna es para reservar habitaci¨®n. Son colegios, hermandades y otros colectivos que quieren ayudar. La solidaridad se ha desatado.
De Sevilla a Polonia v¨ªa Bizum
Guillermo Martín, estudiante sevillano de Erasmus en Polonia, acaba de poner en marcha su propia iniciativa solidaria para ayudar al pueblo ucranio. Ha hecho circular su móvil entre sus amistades de Sevilla para recibir donativos a través de la aplicación de pagos Bizum y poder comprar víveres para los civiles que cruzan la frontera. “Unos amigos de San Roque (Cádiz) que trabajan aquí organizaron un crowfunding y ayer los acompañé a comprar a un supermercado y pensé que yo podía hacer lo mismo”, explica desde Cracovia. En menos de 24 horas su teléfono ha superado el límite de transacciones y con lo recaudado ha pasado dos horas en el supermercado, donde ha llenado cuatro carros y han tenido que utilizar dos taxis para llevar la compra hasta los lugares donde reciben la ayuda. “Aquí casi cada tienda, cada local recoge alimentos, medicinas… Hay una guía de los puntos de recogida y hasta allí llevamos lo que compramos, los camiones pasan por cada ubicación y trasladan la mercancía hasta Leópolis, la ciudad ucrania más cercana a la frontera con Polonia y lo distribuyen”, explica.
Martín, de 21 años, que estudia Derecho y Administración de Empresas en la Universidad de Sevilla, estaba acostumbrado a colaborar con el banco de alimentos o el comedor del Pumarejo en su ciudad, pero nunca pensó que esa actividad solidaria tendría que repetirla tan lejos y por una guerra. “Mientras sigan enviando dinero seguiremos comprando, aunque ojalá que tenga que parar porque esto se haya terminado”, afirma.