Un comisario nuevo para Puente de Vallecas, un distrito viejo conocido para el crimen
Un grupo de vecinos organiza un recorrido para el responsable de la Polic¨ªa Nacional reci¨¦n llegado al distrito y para la delegada del Gobierno con paradas en narcopisos, comercios amenazados por bandas y peleas
Desde hace un mes hay un nuevo comisario en el distrito de Puente de Vallecas. Una plaza movida. 240.000 habitantes, casi 15.000 delitos al a?o, escenario de una de las peores tramas de esclavitud sexual, drogas y bandas que se recuerdan en Madrid. Nada de lo que se public¨® en los medios sobre la operaci¨®n policial Sana, que se sumergi¨® en el inframundo en el que viv¨ªa...
Desde hace un mes hay un nuevo comisario en el distrito de Puente de Vallecas. Una plaza movida. 240.000 habitantes, casi 15.000 delitos al a?o, escenario de una de las peores tramas de esclavitud sexual, drogas y bandas que se recuerdan en Madrid. Nada de lo que se public¨® en los medios sobre la operaci¨®n policial Sana, que se sumergi¨® en el inframundo en el que viv¨ªan varias menores tuteladas encerradas en narcoburdeles y utilizadas para repartir droga, era ajeno a los vecinos. ¡°Es eso lo que vivimos aqu¨ª cada d¨ªa¡±, asegura con rotundidad Luis S¨¢nchez-Grande, presidente de la asociaci¨®n Kaskoviejo VK. Esta agrupaci¨®n vecinal prepar¨® este jueves un tour de la criminalidad por los principales puntos calientes del barrio para el nuevo sheriff, Ignacio ?lvarez, y para la m¨¢xima responsable de seguridad en Madrid, la delegada del Gobierno, Mercedes Gonz¨¢lez.
La primera parte del recorrido es en furgoneta. Empieza en la calle de Pe?a de la Atalaya. ¡°Entramos en territorio clan de los Gordos¡±, anuncia el gu¨ªa. Se trata de un clan hist¨®rico con varios de sus miembros detenidos por la venta de droga. En esta misma calle apu?alaron hace un mes a un hombre de 41 a?os. Si se rebusca en hemeroteca, esta calle aparece muchas m¨¢s veces por el mismo motivo. ¡°Mira esta casa¡±, dice el l¨ªder vecinal se?alando un bloque. Dos chicos de aspecto latino muy j¨®venes permanecen en actitud de guardia y vigilancia a ambos lados de una puerta. ¡°Ah¨ª se vende de todo. Est¨¢n ah¨ª para dar el agua ¡ªavisar¡ª si ven algo sospechoso. A nosotros nos tienen fichados como personas non gratas¡±, advierte S¨¢nchez-Grande. La furgoneta permite la discreci¨®n. Uno se puede preguntar c¨®mo est¨¢n tan seguros de lo que afirman, pero no ser¨ªa la primera vez que su informaci¨®n resulta muy valiosa para los investigadores. La ¨²ltima operaci¨®n contra el entramado tuvo lugar hace tres meses a solo unas calles de esta y la polic¨ªa asegur¨® que las alertas de los residentes cercanos hab¨ªan sido cruciales.
Unos minutos despu¨¦s, aparece la conocida como ¡°casa azul¡±, un bloque entero de viviendas okupado. El color azul pitufo se adivina en una fachada ro¨ªda por el abandono sin apenas cristales. ¡°Peleas de perros, de gallos, de personas...¡±, indica S¨¢nchez-Grande, madrile?o de Castilla-La Mancha que lleva en el barrio desde 1977 y asegura que recorre varios kil¨®metros a pie cada d¨ªa dentro del per¨ªmetro del distrito. Muchos de estos son problemas que siempre han estado aqu¨ª, se lamenta, que han ido por oleadas. Puente de Vallecas tiene la segunda renta per c¨¢pita m¨¢s baja de Madrid, con 9.500 euros, seg¨²n el INE.
Un poco m¨¢s adelante, otra casa okupada. Otra de las vecinas que prefiere que no se publique su nombre cuenta a la delegada el d¨ªa en el que entraron en la corrala que est¨¢ justo delante de su casa. ¡°Llam¨¦ a la polic¨ªa enseguida, pero cuando llegaron dijeron que ya no pod¨ªan hacer nada¡±, indica.
El recorrido motorizado acaba en la avenida del Monte Igueldo. Empieza el pateo de la calle. Este es el epicentro de muchos de los problemas del distrito. Aqu¨ª estaba, por ejemplo, una de las peluquer¨ªas que la polic¨ªa registr¨® como lugar en el que se abusaba de menores en la Operaci¨®n Sana, desarrollada a finales del a?o pasado. Una v¨ªa casi dividida en comercios cerrados y casas de apuestas. Tambi¨¦n sobrevive alg¨²n bar de los de siempre, fruter¨ªas y estancos, entre ellos, el que aparece en La estanquera de Vallecas, cuenta como an¨¦cdota uno de los gu¨ªas de esta particular gira. Nada m¨¢s bajar de la furgoneta, una hostelera se acerca a hablar con la delegada y le habla de los problemas de inseguridad por la noche.
Los vecinos se?alan m¨¢s narcopisos e incluso un taller de hero¨ªna. Y m¨¢s cosas. Apuntan el lugar en el que hubo una reyerta, las canchas que se han convertido en botell¨®dromo, el parque por el que no se puede pasar por la noche... Sorprende el detalle de la actividad criminal que tienen. El comisario aprovecha las conversaciones para justificarse: ¡°Una cosa es saber d¨®nde est¨¢ la droga. Otra es demostrarlo, obtener orden de entrada y registro, que los condenen...¡±.
Parada en el herbolario de Carlos Ubierna, en el bulevar de Puente de Vallecas. En un ambiente cargado de olor a incienso, relata la pesadilla que vive desde hace meses, cuando, seg¨²n explica, la banda de los Trinitarios lo se?al¨®. Ubierna cuenta que ya hab¨ªa tenido algunos problemas con miembros o simpatizantes de bandas. ¡°Un d¨ªa la polic¨ªa apoy¨® a unos cuantos contra mi escaparate para cachearles y yo les dije: ¡®Que sep¨¢is que no he llamado yo¡±. Poco despu¨¦s encontr¨® el r¨®tulo de su negocio destrozado y una pintada en su coche en la que pon¨ªa TNT (Trinitarios). Todo ello lo denunci¨®.
Comerciantes como Carlos Ubierna relatan el contexto detr¨¢s de los titulares. Puente de Vallecas est¨¢ incluido desde el principio en el plan antibandas de la Delegaci¨®n del Gobierno en Madrid y ha sido escenario de m¨²ltiples agresiones. La ¨²ltima, el apu?alamiento esta semana de un ni?o de 14 a?os a las puertas de su colegio. Los autores, tambi¨¦n menores, fueron detenidos esta misma semana.
Parada final, asamblea en la sede de la asociaci¨®n, al lado de la boca de metro de Nueva Numancia. Dos horas largas para resumir la realidad del distrito. ¡°Somos peque?os h¨¦roes¡±, afirma un participante, que narra c¨®mo se la ¡°juegan¡± haciendo fotos a los narcopisos y a los burdeles clandestinos para hacer llegar pruebas a la polic¨ªa. Otro participante incluso muestra un mapa elaborado por ¨¦l mismo en el que se?ala los principales puntos de venta de droga de una parte del barrio y una conversaci¨®n de WhatsApp con un polic¨ªa, en la que le cuenta c¨®mo un cabecilla de una de esas redes ha vuelto al barrio poco despu¨¦s de su detenci¨®n amenazando a gritos a los vecinos. ¡°Chivatos, os vais a comer un cagao¡±, cuenta este vecino que les amenaz¨® el supuesto delincuente.
Neiren Castillo, vecino dominicano, interviene para reclamar herramientas para los j¨®venes de las bandas: ¡°A estos chicos se les puede recuperar, tienen un futuro, hay que darles una alternativa a que solo se sientan valorados dentro de una banda¡±. Otro participante le apoya: ¡°Cuando yo era joven tambi¨¦n hab¨ªa bandas, no eran tan violentas como las de ahora, pero ten¨ªan algo en com¨²n: son chavales que no tienen donde caerse muertos¡±. La delegada insiste en que hay 500 agentes dedicados a acabar con el problema de las bandas.
Los vecinos tambi¨¦n se quejan de la poca comunicaci¨®n con los responsables policiales del distrito. ¡°Aqu¨ª los comisarios van y vienen¡±, se queja una asistente. ¡°Qu¨¦ se apuesta a que yo me jubilo aqu¨ª¡±, responde el comisario ?lvarez. ¡°Le tomamos la palabra¡±, finalizan desde el p¨²blico.
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