Lavapi¨¦s frena el desahucio de una pensionista en Argumosa 11
La inquilina Teresa Sarmiento, de 72 a?os, permanece en su casa hasta julio, a la espera de encontrar una alternativa habitacional
Entre gritos de ¡°estamos contigo, Teresa, no est¨¢s sola¡± y ¡°hay abuelas en la calle y a nadie le interesa¡±, un centenar de vecinos y activistas se ha reunido este martes para frenar el desahucio de Teresa Sarmiento, de 72 a?os, a la que le tiembla la voz al recordar su notificaci¨®n de desalojo. ¡°Si no llego a llamar yo a los juzgados, me hubieran sacado sin avisar¡±, cuenta, sentada en su cama 24 horas despu¨¦s. Esta mujer chilena lleva viviendo en el famoso edificio de Argumosa 11 ¡ªpor movilizarse contra los intentos de desahucios desde 2017¡ª m¨¢s de dos d¨¦cadas. La batalla inmobiliaria empez¨® h...
Entre gritos de ¡°estamos contigo, Teresa, no est¨¢s sola¡± y ¡°hay abuelas en la calle y a nadie le interesa¡±, un centenar de vecinos y activistas se ha reunido este martes para frenar el desahucio de Teresa Sarmiento, de 72 a?os, a la que le tiembla la voz al recordar su notificaci¨®n de desalojo. ¡°Si no llego a llamar yo a los juzgados, me hubieran sacado sin avisar¡±, cuenta, sentada en su cama 24 horas despu¨¦s. Esta mujer chilena lleva viviendo en el famoso edificio de Argumosa 11 ¡ªpor movilizarse contra los intentos de desahucios desde 2017¡ª m¨¢s de dos d¨¦cadas. La batalla inmobiliaria empez¨® hace cuatro a?os, cuando rescindi¨® su contrato de renta antigua: 355 euros al mes. Sarmiento se qued¨® en el piso y la propiedad la demand¨®. Tras una hora de negociaci¨®n entre la comisi¨®n judicial, los abogados y los servicios sociales, el desahucio de Teresa se ha paralizado hasta el 1 de julio, a la espera de encontrar una alternativa habitacional para ella.
¡ª?C¨®mo has dormido?
¡ªA las cuatro me he despertado con colitis.
¡°Dej¨¦ de pagar por situaciones que se vinieron porque yo no puedo pagar 1.200 euros si tengo una pensi¨®n de 450. Pero, ellos quieren sacarle provecho haciendo un Airbnb¡±, se queja. As¨ª, present¨® un recurso de apelaci¨®n, acogi¨¦ndose al real decreto del Gobierno que, con motivo de la pandemia, permite suspender desahucios de familias vulnerables. Pero la jueza ha desestimado esta posibilidad. Mientras los vecinos gritan ¡°?pararemos el deshaucio!¡±, la inquilina recibe una llamada de su psic¨®logo. Se tapa los ojos llorosos. Resopla y coge aire para poder continuar con la charla: ¡°Hay que seguir adelante¡±.
La propiedad es una empresa de inversiones inmobiliarias, que, seg¨²n el Sindicato de Inquilinos de Madrid, tiene la intenci¨®n de convertir el hogar de Teresa en una vivienda de uso tur¨ªstico, como ya ocurri¨® tras el desahucio de cuatro inquilinas en 2019. La representante de los abogados de la propiedad, que prefiere mantenerse en el anonimato, no recuerda cu¨¢nto lleva sin pagar: ¡°Su contrato se acab¨® en 2018, pero es que ni sabemos desde hace cu¨¢nto no paga, pueden llegar a ser 15 a?os. Ella quiere vivir en un piso, pero no parece justificaci¨®n para que se quede una propiedad privada¡±.
Los vestigios de esos desalojos se aprecian en el interior de este bloque, consagrado ya como el s¨ªmbolo de la resistencia antidesahucios de Lavapi¨¦s. A la derecha de la puerta de madera de Sarmiento, una puerta blanca completamente nueva. ¡°Hay un hist¨®rico con Argumosa 11 de que los jueces act¨²en de forma aleatoria y nunca en beneficio de los vecinos¡±, lamenta Pablo Mart¨ªnez, de la plataforma Bloques en Lucha. De las 28 viviendas, al menos cuatro se han convertido en pisos tur¨ªsticos. Las zonas comunes est¨¢n en obras: escaleras, enchufes, pintura y un ascensor nuevo que a¨²n no funciona. Incluso, se han instalado c¨¢maras de seguridad. Una renovaci¨®n que choca con las bombonas de butano y los muebles antiguos de la casa de la vecina.
Las cajas medio llenas invaden su sal¨®n l¨²gubre. ¡°No he tenido tiempo de embalar¡±, dice con la voz cortada Sarmiento, que lleva en Espa?a desde 1988, antes de que terminara la dictadura de Pinochet, y que se ha dedicado toda la vida a cuidar a enfermos terminales. Su intenci¨®n era poder volver a su ciudad natal, Valpara¨ªso: ¡°Ahora yo estar¨ªa volviendo a Chile con mi jubilaci¨®n. Pero no puedo irme y cobrar la pensi¨®n all¨ª porque es no contributiva¡±. Aunque, se siente muy arraigada al barrio de Lavapi¨¦s desde que lleg¨® y lamenta la gentrificaci¨®n del barrio madrile?o. ¡°Ha cambiado de una manera espantosa, ya no es como antes, que sal¨ªamos los vecinos y nos sent¨¢bamos en los bancos¡±, dice resignada.
Los vecinos de Lavapi¨¦s y los activistas de plataformas como el Sindicato de Inquilinos de Madrid y PAH Centro han acudido al n¨²mero 11 de la calle de Argumosa para apoyarla. La tensi¨®n ha aumentado cuando a la una de la tarde aparec¨ªan una decena de agentes de la Polic¨ªa Municipal, que han rodeado a la comisi¨®n durante la negociaci¨®n. En una hora, la decisi¨®n estaba tomada. ¡°Me quedo hasta el 1 de julio¡±, anunciaba la inquilina, con una t¨ªmida sonrisa, a la espera de que se le ofrezca un piso tutelado.
Inquilinos y propietarios conviven en este bloque de 28 pisos. Entre ellas, Sof¨ªa Montes, de 29 a?os, que entra desconcertada ante el alboroto. La inquilina cuenta que hace tres semanas que se mud¨® a un piso de 60 metros cuadrados que encontr¨® en Idealista y por el que paga 780 euros al mes. ¡°No tengo ni idea de lo que est¨¢ pasando¡±, comenta la nueva residente.
Son pocos los que desconocen la batalla inmobiliaria en el bloque de Lavapi¨¦s. En 2019, 10 furgones de polic¨ªa cortaban la calle y la presi¨®n vecinal no logr¨® frenar el desalojo de Pepi, Rosi, Juani y Mayra. El activista Pablo Mart¨ªnez, que fue detenido y explica que se trata de la misma empresa, lo rememora acongojado: ¡°Rompieron el cristal con nosotros encima¡±. Esta vez, s¨ª han conseguido paralizarlo al menos por un mes. Fecha en la que las asociaciones volver¨¢n a este punto con la misma misi¨®n, que Teresa Sarmiento no tenga que abandonar su hogar. ¡°?Volveremos! ?Hay un barrio que lucha por ti!¡±, vociferan al un¨ªsono.
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