Profesores de ense?anza p¨²blica con hijos con enfermedades graves: ¡°Nos niegan la reducci¨®n de jornada sistem¨¢ticamente¡±
La Comunidad de Madrid asegura que los ni?os escolarizados no requieren de un cuidado directo, continuo y permanente, requisito contemplado en la ley para conceder los permisos
Luna, Unai, Natalia, Leire y Dylan no se conocen, pero comparten varias cosas: duermen mal, tienen una enfermedad grave y al menos uno de sus progenitores es profesor de la escuela p¨²blica. Tambi¨¦n, que sus familias est¨¢n tristes, enfadadas, cansadas y angustiadas. Llevan tiempo ¨Dalgunos docentes meses, otros m¨¢s de cinco a?os¨D solicitando la reducci¨®n de jornada al 50% y sin rebaja de salario a la Consejer¨ªa de Educaci¨®n de la Comunidad de Madrid. Pero esta no la concede, porque alega que como sus hijos est¨¢n escolarizados, no requieren de un cuidado ¡°directo, continuo y permanente¡±, requisit...
Luna, Unai, Natalia, Leire y Dylan no se conocen, pero comparten varias cosas: duermen mal, tienen una enfermedad grave y al menos uno de sus progenitores es profesor de la escuela p¨²blica. Tambi¨¦n, que sus familias est¨¢n tristes, enfadadas, cansadas y angustiadas. Llevan tiempo ¨Dalgunos docentes meses, otros m¨¢s de cinco a?os¨D solicitando la reducci¨®n de jornada al 50% y sin rebaja de salario a la Consejer¨ªa de Educaci¨®n de la Comunidad de Madrid. Pero esta no la concede, porque alega que como sus hijos est¨¢n escolarizados, no requieren de un cuidado ¡°directo, continuo y permanente¡±, requisito que recogen el real decreto que regula este permiso y el Estatuto B¨¢sico del Empleado P¨²blico. Sin embargo, una reciente sentencia del Tribunal Supremo a favor del padre de uno de estos ni?os establece que la escolarizaci¨®n no es motivo para denegar la prestaci¨®n.
Ese progenitor es Alfonso Santamar¨ªa, profesor de F¨ªsica y Qu¨ªmica en un instituto de Coslada, al este de Madrid. La ni?a es Luna, su hija de 16 a?os, diagnosticada de autismo severo y con una discapacidad del 69%. ¡°La Consejer¨ªa nos niega la reducci¨®n de jornada sistem¨¢ticamente. No consideran nada¡±, se queja ¨¦l por tel¨¦fono. ¡°Ponga lo que ponga, tenga lo que tenga mi hija, es un no¡±.
Su lucha para conseguir el permiso empez¨® en 2015, la primera vez que se le neg¨® la reducci¨®n de jornada, y despu¨¦s de haber estado un a?o disfrutando de ella. Los motivos son los mismos desde entonces: que Luna acude al colegio a diario ¨Den su caso a uno de educaci¨®n especial¨D y que, como el progenitor es docente, los horarios son compatibles. ¡°Creen que porque vaya a un centro significa que el permiso no es para cuidarla, es para que yo descanse¡±, critica Santamar¨ªa.
Tribunales
Harto de pelear con Educaci¨®n, Santamar¨ªa decidi¨® en 2018 llevar su caso a la jurisdicci¨®n contencioso-administrativa de Madrid, donde le dieron la raz¨®n. La Consejer¨ªa recurri¨® despu¨¦s ese fallo judicial al Tribunal Superior de Justicia de la capital (TSJM), y gan¨®. ¡°Van a utilizar esta sentencia [la del TSJM] para denegar el permiso a otros padres que llevan a?os pidi¨¦ndolo, y este curso [2020-2021] especialmente, porque se han puesto salvajes¡±, le dijo un trabajador del departamento de Recursos Humanos a Santamar¨ªa.
Entonces, ¨¦l decidi¨® que tambi¨¦n iba a recurrir. Lo hizo y el pasado octubre el Tribunal Supremo dict¨® una sentencia a su favor, donde expone lo siguiente: ¡°El hecho de que la menor est¨¦ escolarizada en un centro escolar, en el que existan terapeutas y profesionales especializados, no dispensa de la atenci¨®n permanente y la colaboraci¨®n de los padres con aquellos¡±. Aun as¨ª, el padre de Luna y otros docentes en situaciones similares han pedido la reducci¨®n para este curso y se la han denegado, o ni siquiera han recibido una respuesta. ¡°La Comunidad de Madrid act¨²a como una caja negra, nunca saben nada. Se pasan la pelota, pasan meses y nadie responde¡±, cuenta el profesor de F¨ªsica.
Patricia Merch¨¢n, de 48 a?os, es una de ellos. Da clases en un colegio de primaria en Rivas, un municipio al sureste de Madrid, y es madre de Natalia, de 15 a?os y diagnosticada de una enfermedad rara. ¡°Habr¨¢ unos 10 como ella en Espa?a. Tiene un retraso cognitivo importante, como si fuera una ni?a de tres a?os, con las caracter¨ªsticas de un cuerpo adolescente. Tambi¨¦n muchas dificultades motrices, un 68% de discapacidad y grado tres de dependencia [el m¨¢s alto]¡±, relata la madre. A ella solo le han concedido la reducci¨®n una vez, el curso 2019-2020, y al terminar no le aprobaron la pr¨®rroga. Ha recurrido la decisi¨®n de la Consejer¨ªa y en la documentaci¨®n incluy¨® la sentencia del Supremo de Santamar¨ªa, pero todav¨ªa no ha recibido una respuesta.
¡°No puedo m¨¢s. Tengo la sensaci¨®n de que no llego a nada. No le puedo dedicar a mi hija el tiempo que quiero, y tampoco puedo dedicar a mis alumnos el tiempo que se merecen. Me preguntan: ¡®?Profe, por qu¨¦ faltas tanto?¡¯ Qu¨¦ les digo. Necesito tiempo para mi hija, para su hermano [de 17 a?os] y para m¨ª¡±, se lamenta Merch¨¢n. Est¨¢ de baja por ansiedad y critica que la Consejer¨ªa de Educaci¨®n no tiene en cuenta las dificultades de los padres con hijos enfermos: ¡°Hay que ayudarla con todo. Vestirla, desvestirla, lavarla, darle de comer, llevarla al colegio, recogerla del colegio, ir a una, dos, tres, cuatro terapias diferentes. Es ser un taxista todo el d¨ªa, y m¨¦dicos especialistas ya ni s¨¦ los que tengo. Son 24 horas encima y mil ojos atentos¡±. Muchas noches ella o su marido duermen con Natalia, para evitar que tenga una crisis y controlar sus movimientos. ¡°Si no duermo, no puedo ir a trabajar, y cuando la dejo en el colegio es el ¨²nico momento para descansar unas horas¡±, a?ade.
Ponderaci¨®n de las circunstancias
Un portavoz de la Consejer¨ªa explica que la Comunidad de Madrid ¡°realiza una rigurosa ponderaci¨®n de las circunstancias singulares de cada caso¡±, y piden a los docentes cuyos hijos est¨¢n escolarizados que acrediten si durante el tiempo que est¨¢n en el colegio ¡°se mantiene la necesidad del cuidado directo, continuo y permanente por el propio progenitor¡±. Para eso, solicitan a los padres sus horarios detallados, los horarios de sus hijos, e incluso si el centro del ni?o cuenta con personal de enfermer¨ªa. ¡°Piden muchas cosas que solo sirven para justificar que no te den el permiso¡±, se?ala Santamar¨ªa. Por eso, ¨¦l, y al menos otros cinco padres y madres, se han puesto en manos del ¨¢rea de educaci¨®n de Comisiones Obreras (CC OO), que asesora jur¨ªdicamente a los afectados para intentar resolver las denegaciones una a una.
Ana Aparicio es abogada y lleva el caso del profesor de F¨ªsica y del resto de familias en la misma situaci¨®n: ¡°Lo que he visto estos a?os es que las resoluciones de Educaci¨®n son todas iguales. Solo cambian los nombres y no tienen en cuenta la coyuntura personal para nada¡±. Todos los d¨ªas recibe dos o tres llamadas de docentes angustiados porque no saben qu¨¦ m¨¢s hacer para conseguir la reducci¨®n de jornada. Seg¨²n la Consejer¨ªa, este a?o se han tramitado 84 solicitudes de permiso y se han concedido 71, y en 39 de ellas los menores estaban escolarizados. ¡°Los 13 restantes se han denegado, en un caso, por informe m¨¦dico desfavorable y, en los otros 12, porque no se ha acreditado la necesidad de cuidado¡±, a?ade un portavoz.
Sandra Palomino, Diana Alonso y Rebeca Mart¨ªn tambi¨¦n han recibido un no a la reducci¨®n de jornada para este curso. Palomino, de 37 a?os, es profesora de Educaci¨®n Especial en primaria y su hijo Dylan, de dos, sufri¨® un ictus el a?o pasado. Su caso es especial porque ten¨ªa concedido un permiso del 99% hasta este octubre, debido al accidente cerebrovascular del ni?o. Al ir a pedir una pr¨®rroga, se la han denegado. ¡°Va a una escuela infantil cuatro horas al d¨ªa, porque los m¨¦dicos me recomendaron que lo escolarizara para estimular su recuperaci¨®n. Y van y me preguntan que qu¨¦ hac¨ªa yo esas horas mientras ¨¦l estaba en clase¡±, relata.
A Diana Alonso, de 43 a?os y maestra de Ingl¨¦s en un instituto, le llevan denegando el permiso dos a?os, desde que se mud¨® de Brasil a Madrid para intentar tratar la enfermedad de su hijo Unai, de ocho a?os. El ni?o tiene par¨¢lisis cerebral, una discapacidad del 77% y grado tres de dependencia. ¡°La primera vez me llamaron por tel¨¦fono para intentar disuadirme de que lo pidiera. Fue muy chocante. Me preguntaron por qu¨¦ lo ped¨ªa y por qu¨¦ los a?os previos no lo hab¨ªa hecho. Desde que mi hijo naci¨® siempre he trabajado media jornada, cobrando la mitad, y durante sus dos primeros a?os de vida ni siquiera trabaj¨¦, porque mi ¨²nica tarea era rehabilitarle. Este curso ya no pod¨ªa m¨¢s¡±, cuenta.
¡°El estr¨¦s que te supone estar todo el rato pendiente. Ir al trabajo, salir del trabajo, ir al hospital, dejar a tu hija en el colegio y volver al trabajo. Es horroroso. Con la reducci¨®n nos podr¨ªamos organizar, si no la conciliaci¨®n es imposible¡±, se lamenta Rebeca Mart¨ªn, de 39 a?os. Vive en Puente de Vallecas, con su marido, su hijo y Leire, de ocho a?os y diagnosticada de una encefalopat¨ªa epil¨¦ptica, una enfermedad neurol¨®gica caracterizada por crisis epil¨¦pticas que comienzan cuando los ni?os son todav¨ªa beb¨¦s. ¡°Pierde el conocimiento, se despierta con la mitad del cuerpo parado [lo que se conoce como hemiparesia]. Las extremidades se le ponen muy r¨ªgidas o, al rev¨¦s, se queda sin fuerza. Es un no parar¡±, explica. La negativa a la reducci¨®n de jornada ha sido como ¡°una bofetada¡±. Y a?ade: ¡°Duele, mucho, y agota¡±.
En su resoluci¨®n, como en la del resto de casos expuestos, adem¨¢s de aludir a que Leire estaba escolarizada, se especificaba lo siguiente: ¡°La sustancial coincidencia entre el horario escolar y la jornada de trabajo de los padres, implica considerar que la reducci¨®n de la jornada no es para el cuidado de la menor¡±. ¡°No entienden nada¡±, concluye Mart¨ªn.
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