De la consulta al saco de dormir: as¨ª es el encierro de los m¨¦dicos de Madrid que piden m¨¢s dinero para la atenci¨®n primaria
EL PA?S pasa una noche en un centro vecinal del barrio de Manoteras con un grupo de sanitarios
A las dos de la madrugada, por fin, el silencio es lo ¨²nico que se escucha en el centro vecinal de Manoteras. Durante todo el d¨ªa ha pasado por aqu¨ª un vecino con croquetas, tres sindicalistas, una anciana con tortilla de patatas, la polic¨ªa, un concejal del PSOE, un m¨¦dico jubilado con fruta, una madre que ense?a a su hija que los derechos se defienden peleando, una joven con mantas, otro concejal m¨¢s a la izquierda que el anterior, un m¨¦dico espont¨¢neo que quiere unirse al encierro y seis medios de comunicaci¨®n. En la noche del jueves hab¨ªa ocho grados en el exterior y la nevera estaba vac¨ªa. Cuando se termine esta cr¨®nica habr¨¢ dos grados menos y la nevera estar¨¢ llena de fruta, leche, fiambre y yogures tra¨ªdos por los vecinos.
Por fin, un poco de paz despu¨¦s de un d¨ªa fren¨¦tico para algunos de los 50 m¨¦dicos de familia y pediatras de la atenci¨®n primaria de Madrid que est¨¢n en huelga desde hace seis semanas y que el jueves dieron un paso m¨¢s al encerrarse de forma indefinida en la Asociaci¨®n de Vecinos de Manoteras, en el distrito de Hortaleza. A la huelga est¨¢n convocados 4.240 m¨¦dicos de familia y 720 pediatras de m¨¢s de 430 ambulatorios, que exigen m¨¢s dinero para la salud p¨²blica y menos carga laboral para evitar la fuga de m¨¦dicos. Entre otros reclamos, piden al Gobierno de Isabel D¨ªaz Ayuso cosas tan revolucionarias como 10 minutos para ver a un paciente.
Antes de apagar la luz y de que llegue el silencio, los primeros m¨¦dicos encerrados acomodan la almohada por la molestia en las cervicales o toman un t¨¦ para prevenir el desgaste de los huesos. Las cinco batas blancas tumbadas en el suelo tienen pinta de todo menos de reventar cerraduras o quemar cajeros, pero la ¨²ltima vez que se encerraron en un centro de salud, Ayuso les llam¨® okupas.
A las cinco de la tarde, un enfermero que vive en el barrio llega con una pi?a troceada y barritas energ¨¦ticas. A las seis una vecina ha hecho rosquillas. A las siete se organizan los espacios para dormir, y a las ocho, medio centenar de vecinos se re¨²ne para aplaudirles como hace dos a?os hac¨ªa el pa¨ªs entero sin necesidad de huelga. Para los vecinos de Manoteras, los m¨¦dicos son la punta de lanza de las reivindicaciones que los vincula a las viejas luchas vecinales con las que crecieron para traer el agua, el metro o las aceras a Manoteras. Para los m¨¦dicos son los anfitriones m¨¢s generosos que han encontrado.
Sin embargo, el encierro comienza con un detalle que tiene molestos a los sanitarios. Uno de ellos ha escuchado c¨®mo una emisora ha dado paso a la noticia que habla sobre ellos c¨®mo ¡°un grupo de sindicalistas liberados se ha encerrado en un centro vecinal de Madrid¡±. Entonces Berta Hidalgo, de 59 a?os, que trabaja en un centro de salud del Barrio de la Concepci¨®n, cuenta que llega de pasar consulta. El ¨²ltimo paciente que atendi¨® fue un hombre con un dolor que le baja por el brazo y que tiene pinta de ser el aviso de una angina de pecho. Antes de ¨¦l, visit¨® la casa de dos hermanas de 95 y 91 a?os que viven solas. La sobrina de una de ellas la ha llamado al ambulatorio porque a una de ellas le dol¨ªa el pecho. A las tres mujeres, Berta Hidalgo les ha vuelto a decir que no es conveniente que duerman en la misma habitaci¨®n por el peligro a los contagios. El ¨²ltimo paciente que ha atendido su compa?ero, el doctor Javier Fern¨¢ndez (53 a?os) en el ambulatorio de Garc¨ªa Noblejas es una anciana con alzh¨¦imer a quien los familiares quieren incapacitar para poder operar sus cuentas. Antes de llegar a Manoteras, a dormir en el suelo, ambos han pasado por una jornada laboral de ocho horas. Si es cierto que son liberados sindicales, son los sindicales menos liberados del mundo.
Casi a las diez de la noche, la doctora Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez aparece en la casa vecinal con un saco de dormir bajo el brazo. Ha pedido al grupo que le permitan encerrarse solo por las noches porque por la tarde pasa consulta en Ciudad Lineal. Antes de llegar examin¨® a un hombre con un condiloma en el pene, una especie de verruga sin mucha gravedad. Sin embargo, el due?o del condiloma era un hombre angustiado de 48 a?os que pensaba que se mor¨ªa ma?ana. La doctora le pidi¨® que se desnudara, observ¨® la verruga, le pidi¨® que se vistiera, lo calm¨®, le explic¨® que desaparecer¨ªa en pocos d¨ªas, respondi¨® a sus preguntas, escribi¨® el diagn¨®stico en su ficha del ordenador, le sugiri¨® un tratamiento y le recet¨® una pomada. En medio de todo eso entr¨® una llamada, recuerda Mar¨ªa Jos¨¦. Era un paciente que tiene dudas con el sintr¨®n. Poco despu¨¦s llam¨® otra una mujer por una duda con una baja laboral. El paciente todav¨ªa no hab¨ªa terminado de vestirse cuando la recepcionista entr¨® para saber si pod¨ªa a?adir a la lista a un paciente de ¨²ltima hora con fiebre o si finalmente visitar¨ªa a do?a Herminia. Todo eso: examinar, diagnosticar, explicar, tranquilizar y recetar, la Comunidad de Madrid quiere que los m¨¦dicos lo hagan en cuatro minutos. Y as¨ª, 50 veces al d¨ªa. La paradoja es que hay varios estudios que demuestran que invertir en medicina de familia es ahorrar en emergencias. Detectar una angina de pecho ayuda a evitar una angioplastia; un bulto en el pecho, a diagnosticar precozmente un c¨¢ncer de mama, igual que solicitar una colonoscopia para descartar un c¨¢ncer de colon.
Para impedir el deterioro de todo esto, el barrio de Manoteras se ha volcado cediendo su centro vecinal, una casa ordenada de cuyas paredes cuelgan fotograf¨ªas en blanco y negro de las primeras casas del barrio, una enorme pizarra y muchos carteles sobre los pasos a seguir para impedir un desahucio, caer en la drogadicci¨®n o reconocer un caso de acoso sexual.
El barrio se ha volcado aunque con un marcado corte generacional claro. Los talluditos que aprendieron con el cardenal Taranc¨®n se han movilizado en pocas horas. En el bar de enfrente, una cantidad similar de gente joven sigue ajena el movimiento de batas blancas con la vista puesta en el futbol de la televisi¨®n y repite croqueta cuando Ceballos marca el gol de la victoria. El famoso nudo de Manoteras existe y acaba de echarse a dormir.
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